“Con ‘El cartógrafo’ he tomado conciencia de que hay dolores irrepresentables”

Blanca Portillo interpreta este sábado una obra escrita y dirigida por Juan Mayorga

Juan Mayorga, autor y director, y los actores Blanca Portillo y José Luis García Pérez.
Juan Mayorga, autor y director, y los actores Blanca Portillo y José Luis García Pérez. La Voz
Marta Rodríguez
21:24 • 23 mar. 2018

En la Varsovia de hoy, Blanca oye la leyenda del cartógrafo del gueto que se empeñó en dibujar el mapa de aquel mundo que moría a su alrededor. Tomándola como cierta, se lanza a la búsqueda del viejo plano y, sin saberlo, a la de sí misma. Es el planteamiento de ‘El cartógrafo’, que llega este sábado 24 de marzo a las 21 horas al Auditorio Maestro Padilla de Almería. Una obra escrita y dirigida por Juan Mayorga que protagonizan José Luis García Pérez y Blanca Portillo, quien reflexiona sobre ella en esta entrevista.



¿Cómo es ese viaje que realiza sobre el escenario a través de distintos personajes y a través del tiempo hasta cartografiar la Varsovia que borraron del mapa los nazis?
Es, sobre todo, un viaje emocional. Una toma de conciencia. Los tres personajes que interpreto (Blanca, la esposa de un funcionario de la Embajada española en Varsovia, la niña, que vive durante los años del gueto con su abuelo cartógrafo, y Deborah, la cartógrafa a la que conocemos en diferente edades) son muy diferentes y tienen visiones distintas de la realidad. Es un caleidoscopio emocional e intelectual, tres formas distintas de ver la vida.

 ¿Cómo afronta una actriz contar sobre el escenario el exterminio de miles de judíos?
Creo que eso es lo que para mí ha marcado este proceso. He tomado conciencia de que hay dolores irrepresentables. Que es imposible recrear en escena aquello que vivieron esas personas, que solo podemos apelar a la empatía, a ponernos en el lugar del otro, un lugar que es inalcanzable, pero que tenemos la obligación de contemplar.





 ¿Es el teatro el mejor vehículo para no olvidar?

No sé si el mejor, pero esa, creo, es una de las misiones del teatro. Es un espacio de debate, de agitación, de confrontación de ideas y de emociones.

¿Y los móviles la anestesia para que nos olvidemos de que es necesario hacerlo?

Hoy en día parece que todo nos empuja a no mirar hacia atrás; Mayorga lo llama “la dictadura del presente”. Parece que el mensaje sea “olvida todo lo pasado y mira hacia el futuro”. No creo que podamos construir un presente digno y un futuro prometedor sin mirar al pasado. El pasado son los cimientos del hoy, sin él no seríamos lo que somos, ni como individuos ni como colectivo. No digo que haya que vivir en el pasado sino que es necesario convivir con él.

Juan Mayorga tuvo claro desde el principio que usted sería su protagonista, a la que de hecho llamó Blanca. ¿Recuerda la sensación que le invadió tras la primera lectura de la obra?
Una enorme emoción y un deseo profundo de hacer mi propio mapa. Que Juan pensara en mí para interpretar este personaje me hizo sentir un enorme orgullo y una enorme responsabilidad. Ahora que es una realidad, solo puedo darle las gracias. Ha sido un regalo maravilloso.

Para preparar el personaje, viajó a Varsovia siguiendo los pasos de Mayorga y buscando los sitios ya desaparecidos que un día configuraron el mapa de esa ciudad. ¿Qué significó ese viaje como actriz y como persona?
Siempre digo que ese viaje hizo que abordara este trabajo de una manera especial. No sé qué hubiera pasado si no lo hubiera hecho, no sé si el resultado hubiera sido mejor o peor de lo que es, pero desde luego sería distinto. Fue un viaje muy paralelo en sensaciones a las que vive el personaje de Blanca. Un descubrimiento, una toma de conciencia, y se abrieron en mí cientos de interrogantes. Me colocó en un lugar de aprendizaje, y creó un caldo emocional que ha impregnado todo el trabajo posterior y del que, a día de hoy, me sigo alimentando.

¿Cómo es el mano a mano con José Luis García Pérez sobre el escenario?

No es solo un placer por trabajar con alguien que concibe el trabajo de la misma manera que tú, con entrega absoluta, con amor, con conciencia plena de la responsabilidad que supone subir a un escenario; es también un aprendizaje. Aprendo de él, me arrastra en cada función, me genera cosas nuevas cada día y me ayuda a construir mi trabajo. José Luis es alguien a quien admiro. Y a quien quiero. Me siento una privilegiada por mirarme en sus ojos en cada representación.

¿Qué le sugiere Almería? ¿La conoce?

La conozco, sí. Y la asocio a mis primeros pasos teatrales. Cuando tenía 21 años y trabajaba con José Luis Gómez en su ‘Bodas de sangre’. Fue de las primeras plazas que hicimos en aquella gira que fue mi primera gira. Inolvidable.









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