Son almerienses y treintañeros y trabajan lejos de su tierra como guardianes del español y de la cultura. Dos de ellos, en el Instituto Cervantes: Antonio Almansa,profesor en Sao Paulo, y Carmen Ruiz de Apodaca, que ahora imparte clases en Palermo. Francisco Secci lo intentó en el centro de Nueva York, pero la demanda era muy fuerte y acabó enseñando la lengua de Lope y Calderón en un instituto en Nueva Jersey.
También en el ámbito de los idiomas y de la docencia, Antonio Melero es el responsable de formación para España e Hispanoamérica de la editorial francesa Maison de langues. Vive en Barcelona, pero viaja casi todos los meses a América Latina.
Por su parte, María Rodríguez Fernández vela por la conservación del patrimonio bibliográfico desde la dirección de la Biblioteca de Derecho Social de la Universidad Paris 1 Panthéon-Sorbonne.
Todos tienen en común su debilidad por las letras. Cuatro estudiaron Filología Hispánica en el campus de La Cañada y el quinto, Melero, apostó por Traducción en Granada. Formación que años después acabaría completando Ruiz de Apodaca. “Estudié ambas carreras por amor a la literatura, para estar más cerca de los libros y los autores, pero como de la literatura no se vive, empecé a abrirme campo en el mundo de la enseñanza del español”, revela esta.
“Mi primer contacto afectivo hacia los libros tiene que ver mi familia; a mis tres hermanas y a mí siempre se nos ha inculcado el respeto por los libros, que tenían un papel protagonista en nuestra casa. Los idiomas fueron una solución de urgencia”, confiesa Melero, que no tardaría en interesarse por el proceso de creación de materiales y redacción de manuscritos; labor clave ahora en su editorial.
Dos de ellos han lidiado cuerpo a cuerpo con la complejidad de enseñar nuestra lengua en una gran urbe con una cultura distinta: Antonio Almansa en Sao Paulo, donde “los intereses económicos marcan la ‘industria’ del español”, y Carmen Ruiz de Apodaca en Delhi -destino por el que pasó antes de llegar a Palermo-, lugar en que “el estilo de vida de los estudiantes hace que el enfoque comunicativo se convierta en una ardua tarea”.
Visión de Almería
La visión de Almería -ciudad donde cuatro de los protagonistas de este reportaje nacieron y una tiene como tierra de adopción- se ha transformado con la perspectiva que otorgan los años y, sobre todo, la distancia. Para Antonio Almansa, se echa de menos. “Es una piedra cada vez más pulida, pero con algunas estructuras sociales obsoletas que tenemos que conseguir quebrar para seguir mejorando”, indica.
A juicio de María Rodríguez, “ha progresado mucho en estos últimos años, aunque sus habitantes no lo valoran lo suficiente”. En opinión de Francisco Secci, “estaría mejor si la gente se moviera más, se fuera a vivir al extranjero y volviera a casa con ideas para innovar y hacer crecer a la ciudad”.
De lo que no hay duda es del amor incondicional de los cinco por Almería: “Cuando estoy fuera de España, si busco paz o un encuentro conmigo misma, cierro los ojos y me imagino en la playa de Cabo de Gata”, dice Ruiz de Apodaca.
“Pensamos que el español es nuestro y es panhispánico”
Antonio Almansa, profesor en el Instituto Cervantes de Sao Paulo
¿Qué labor realiza en el Cervantes?
Mi labor es la de profesor de español y examinador de DELE (título oficial). Aunque no es lo único que hago, ya que hay un grupo de gente interesada en la cultura y en fomentar actividades del cual formo parte. Tenemos un anhelo no escrito de convertir el Instituto Cervantes de Sao Paulo no solo en un lugar donde estudiar el idioma, sino también en un referente cultural relacionado con el mundo hispanohablante.
¿Cuál es tu experiencia con el español en Sao Paulo?
Además de trabajar en el Cervantes, traduzco y doy clases en el ámbito financiero. Sao Paulo es la capital financiera de Latinoamérica. El idioma oficial de las empresas suele ser el inglés, pero no se puede obviar que los interlocutores hablan español.
Probablemente de cada diez alumnos cinco estudian español porque lo necesitan en el trabajo, tres porque quieren colocarlo en el currículo y dos porque les gustan los idiomas o quieren viajar. Esto es bueno para quien quiere ser profesor de español, pero a su vez nos exige adaptarnos. En la parte pedagógica, el gran enemigo del español y del portugués se llama ‘portuñol’, todos bailamos con él y nos acomodamos en su pereza. Pensamos que sabemos más del otro idioma de lo que en realidad sabemos y eso dificulta mucho la enseñanza y el aprendizaje.
¿Qué desafíos tiene nuestra lengua?
La lengua será lo que nosotros hagamos con ella. Tendríamos primero que analizar cuáles son las fronteras. Todavía pensamos desde España que el idioma es nuestro, pero el español es panhispánico y si no se trabaja en esa dirección, la unidad que nos permite decir que existe un único idioma con distintas variantes se irá difuminando y perderemos la fuerza que ahora mismo tenemos.
¿Cuál es su percepción de Almería?
La ciudad y yo hemos crecido juntos a pesar de que ahora estemos a diez mil kilómetros. Mis referencias siguen siendo la piedra angular desde las que crecen todas las oportunidades que hay hoy, aunque no sé si la ciudad es consciente. Los almerienses tenemos un pecado del cual no me di cuenta hasta mucho tiempo después de salir de allí, y es la desconfianza respecto a los logros de los otros, dificultando sacar provecho a todo lo bueno que sucede en la ciudad.
“Retornamos a un estado primitivo de la lengua”
Carmen Ruiz de Apodaca, profesora en el Instituto Cervantes de Palermo
¿En qué consiste la labor que desempeña exactamente en el Instituto Cervantes?
Antes en Nueva Delhi y ahora en Palermo, mi actividad es únicamente como docente: elaboración de materiales, actividades.
¿Cuál es su experiencia con el español en Delhi y en Palermo?
Las ‘antípodas’ creo que es el término perfecto para esta respuesta. Absolutamente otra dimensión. En Delhi, al margen del nivel de los estudiantes, cada segundo de clase es un mundo nuevo que les estaba descubriendo y, al mismo tiempo, tú no dejas de descubrir cosas nuevas. No solo a nivel lingüístico, sino culturalmente. En una clase en India nunca sobra el tiempo, siempre hay mil cosas que explicar o repetir. Por otro lado, la enseñanza en Delhi es un desafío porque el estilo de vida de los estudiantes hace que el enfoque comunicativo se convierta en una ardua tarea: sus experiencias son muy limitadas, sus conocimientos, también y su imaginación roza el vacío.
¿Y en Italia?
Palermo me plantea otro desafío radicalmente opuesto: lo saben absolutamente todo y se hace muy difícil alimentar sus ansias de aprender sin exceder los límites de los niveles del Marco Común Europeo de Referencia para las lenguas, la Biblia del Cervantes, vamos. El italiano es hermano del español y el siciliano, su hermano gemelo, de modo que cada clase tengo que planificarla al milímetro para saciar la sed de los estudiantes que todo lo saben.
¿Cuáles son los desafíos de nuestra lengua más allá de nuestras fronteras?
Hablar de desafíos sobre algo que está vivo y que no tiene conciencia, sino que es producto de un pensar y un hacer colectivo es un poco artificioso. La lengua es la expresión de un pueblo, así que quizá la pregunta sería cuáles son los desafíos de los hispanohablantes. Tal y como está el mundo, no auguro nada bueno.
No me interesa para nada la competitividad entre las lenguas, me parece inútil esa carrera sobre si el inglés lo hablan equis millones de personas más o menos que el español. Todas esas estadísticas hablan del mercado y la economía, y las lenguas, en mi opinión, van por otro lado. Hacer de la lengua o la cultura un producto de mercado es precipitarla hacia la cosificación y el consumo. No me importa la cantidad, sí la calidad y la gente cada vez habla y escribe peor, estamos retornando a un estado primitivo de la lengua.
“Trabajo en un proyecto de integración de bibliotecas”
María Rodríguez Fernández, directora de la Biblioteca de Derecho Social de la Universidad Paris 1 Panthéon-Sorbonne
¿Qué pasó desde que acabó Filología Hispánica en la UAL hasta que llegó a París?
Terminé Filología en 2001, en 2002 llegué a París como lectora de español y un año más tarde obtuve una beca en la biblioteca del Instituto Cervantes de París y después en la Biblioteca de la UAL. Animada por estas experiencias, decidí formarme en la Escuela de Bibliotecarios y Documentalistas de París. Trabajé en varias bibliotecas universitarias antes de aprobar las oposiciones estatales, que me han llevado a ocupar mi puesto actual en la Facultad de Derecho de la Sorbona.
¿En qué consiste su labor como directora de la biblioteca de Derecho Social de la Universidad Paris 1 Panthéon-Sorbonne?
Por un lado, organizo los horarios y tareas del personal con el que cuenta la biblioteca. Por otro lado, gestiono y preparo el traslado de los fondos destinados a la futura biblioteca de Derecho Lourcine, en la que se integrarán las colecciones de cinco bibliotecas especializadas de la Sorbona. Se trata de un complejo proyecto con el que estoy muy ilusionada.
¿Cómo es su vida en París?
París, como otras grandes capitales, tiene una oferta cultural y de ocio que los que tenemos obligaciones laborales y familiares aquí no podemos disfrutar plenamente. Aun así paseo todos los días, esta ciudad es muy agradable para ello, voy a conciertos, visito las bibliotecas con frecuencia y sigo formándome.
¿Existe un miedo real al terrorismo en el día a día de los parisinos?
Creo que sí hay miedo aunque la gente sigue con su vida y no está dispuesta a amedrentarse, además tampoco tiene elección de hacerlo.
¿Cuál es su imagen de Almería?
Almería ha mejorado mucho en estos últimos años, creo que sus habitantes no lo valoran lo suficiente. Los almerienses se han reconciliado con el mar y sus productos, que son excepcionales. La ciudad es muy agradable.
¿Qué echa de menos de su tierra?
Vuelvo dos o tres veces al año. Me gustaría hacerlo más, puesto que toda mi familia está allí, pero mis obligaciones me lo impiden. Echo de menos el clima, el carácter de la gente, la estupenda cocina almeriense, la comodidad de la ciudad pequeña, con sus distancias cortas y su tiempo para todo.
“En mi grupo editorial no solo hacemos libros”
Antonio Melero, responsable de formación para España e Hispanoamérica de la editorial francesa Maison de langues
Éditions Maison des Langues está especializada en la enseñanza de lenguas. ¿Qué particularidades tiene?
Somos un grupo editorial que se define como centro de investigación y publicaciones de idiomas, esto es, no sólo hacemos libros. Te doy un par de particularidades de la casa: el enfoque pedagógico como primera característica, ya que fuimos los primeros en publicar manuales de francés como lengua extranjera basados en enfoque por tareas, y la segunda, el carácter de los contenidos, siempre creativos, osados y críticos.
En la editorial es el responsable de formación para España y América Latina. ¿En qué consiste exactamente su labor?
Fundamentalmente me encargo de preparar e impartir formación presencial y online para profesorado de francés como lengua extranjera en redes de Alianzas francesas, Institut Français o de eventos organizados por nosotros u otras instituciones. También funciones multitarea que van desde la revisión pedagógica de una colección enfocada a Andalucía, por ejemplo, hasta la gestión del contacto con las administraciones públicas de las diferentes comunidades autónomas en España.
Aunque vive en Barcelona, viaja casi todos los meses a distintos países de América Latina. ¿Cuál es su experiencia allí?
Aunque no tengo mucho tiempo de ir de turismo, la experiencia no puede ser mejor.
Son culturas extraordinarias y hablando desde mi propia experiencia, creo que en España tenemos aún mucho que aprender de su actitud hacia el que viene de fuera.
Antes de llegar ahí, ¿por dónde pasó?
Siempre supe que lo mío era la docencia. Estuve unos años estudiando y trabajando en Francia, Bélgica y Canadá como profe de ELE (español lengua extranjera) y FLE (francés lengua extranjera) hasta que volví a España en 2012, cuando seguí con la docencia en el ámbito universitario y escolar. Empecé a trabajar en la editorial a principios de 2014.
¿Regresa a menudo a Almería? ¿Qué echa de menos de su tierra?
Suelo volver siempre que la agenda me lo permite, sobre todo en vacaciones. ¿Algo que echo en falta? Por orden: la familia, la luz, la afabilidad almeriense y las papas con huevo de El Quinto Toro.
“El español debe trascender por su poder cultural”
Francisco Secci, profesor de español en un instituto en Nueva Jersey
En la actualidad, da clase de español en un instituto de Nueva Jersey. ¿Qué conocimiento de la lengua se tiene a ese nivel?
El conocimiento del español varía en función del lugar donde lo enseñes. En Nueva York hay cinco millones de hispanohablantes distribuidos entre los cinco barrios de la ciudad, por lo que dominarlo puede ser crucial. En Nueva Jersey es otra cosa, se le da una importancia, pero sigue estando entre las asignaturas ‘maría’ que tienes que hacer porque sí. Sin embargo, el desconocimiento de nuestra cultura es mayor del que se observa. Seguimos siendo de segunda categoría fuera de las orbes ‘pseudointelectuales’ universitarias.
¿Cuáles son los principales desafíos de nuestra lengua?
Nuestra lengua tiene que adaptarse a los tiempos, a los países que la hablan y respetarse venga de donde venga. Ha de enseñarse adecuadamente -con esto me refiero a gente preparada- y trascender no solo por su significado económico, sino por su poder cultural y de transmisión de civilizaciones.
¿Cómo es vivir en Nueva York?
En realidad nunca he vivido en Nueva York, Nueva York, sino frente a la isla de Manhattan, en una localidad al otro lado del Hudson llamada Weehawken, en Nueva Jersey. Pero está más cerca del centro que Brooklyn o Queens, es más barata y desde mi ventana las vistas del ‘skyline’ neoyorquino son maravillosas. Dicho esto, vivir aquí es lo mejor del mundo, un sueño hecho realidad para todo aquel que ame el cemento, la gente, los museos, la comida, las aglomeraciones y tener todo lo que quieras a poca distancia... mientras tengas dinero, claro.
¿Cuál es su percepción de Almería?
Almería es lo mejor del mundo y está perfecta como es, pero estaría mejor si la gente se fuera a vivir al extranjero y volviera a casa; eso le daría nuevas ideas para innovar, hacer crecer a la ciudad y no moverse más. Por lo demás, después de lo visto al haber vivido en diferentes países, creo que Almería es uno de los mejores sitios para vivir del mundo.
¿Vuelve a menudo a Almería? ¿Qué echa más de menos de su tierra?
Cada dos años vuelvo a Almería, no es fácil volver cada año económicamente hablando. Y echo de menos la comida, el Paseo Marítimo y mi pueblo, Lucainena de las Torres.
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