Ella no lo creerá, pero hago realidad un sueño: “chas”. Y parezco a su lado. Christina Rosenvinge (Madrid, 1964) saca ante mí de la funda de su guitarra su último disco: ‘Un hombre rubio’, 2018. Antes he conocido a Rafael Espejo (Palma del Rio, 1975) licenciado en Filología Hispánica y poeta de premiada trayectoria desde sus comienzos en los noventa. Su último poemario: ‘Madriguera’, Pre-textos, 2018.
Aníbal García abre la celebración del tercer aniversario de ‘Dulces tardes poéticas’ con quien fue el origen, la primera piedra de esta fiesta del sótano de la pastelería La Dulce Alianza. Y vuelven a estar presentes, como en cada encuentro posterior: Valente, la ciudad celeste y los pastelillos Santa Paula que, sobre una mesa-camilla esperan al tándem de honor de esta efeméride.
Porque la poesía se trenza en un formato mágico donde en esta ocasión se elige un tema al azar, sacando cada cual su mejor carta. Una muestra:
Sexo
Rafael nos deleita con los defectos de su pareja, que a él le parecen enternecedores. ‘Madriguera’: Desde las mantas, como el vaho de un horno, sube su aliento de la mañana… su sueño en la boca, con hilillo de baba seca… Así la quiero yo, hedionda, envuelta en la placenta de los días, presta para nacer entre mis brazos… así, pura mujer… sin trampas…
Christina en ‘Ana y los pájaros’, la canción que está a punto de regalarnos, ha asumido el rol de hombre. Ana, ahora quién lamerá cada anhelante pluma de tu nido. Solo fui estampa de tu santoral. Te llevo aquí entre el cuerpo y el mar. Cada mañana era una ofrenda Cada noche fue imperial. Una semana hizo leyenda. Lo escribía en tu portal. Cuando acabe el mundo. Que se acabe así. Cuando acabe el mundo. Que se acabe así, así, así Ana, así, Ana, así, así Ana, así, así, Ana.
Identidad
Rafael elige el poema ‘Autorretrato’: …De perfil me embellecen un ojo, una oreja, media nariz, dos labios, mitad sobre mitad… todo cubierto de porosa dermis mal abrigada por vellosidades… solo me reconozco íntegramente en el pene y los testículos… Exactamente, ¿qué he venido a hacer? Vivir consciente…
Christina
responde con una canción que cuenta las razones por las que hacemos esto: ‘La absoluta nada’: No es por acusar a nadie, no es para pedir perdón, no es el canto alucinado de un cometa en extinción… No es la conversión de un ateo lo que hizo esta canción… No es por aspirar a sex symbol… No es la eléctrica ingravidez lo que hizo esta canción.
Padre
Rafael: “Yo no tengo fotos de mi infancia, vengo de una familia humilde donde no había cámaras. Y hace poco apareció mi tío con un CD con imágenes de sus visitas de verano. Y de pronto me vi por primera vez. Y los dos, boquiabiertos al mirarnos, dio pie a este poema”. “Fósil de alta infancia”: Desmigo el bizcocho que mi madre me acerca, sonríe a quien aún no soy, entonces soy algo. He ahí mi madriguera... y aunque no soy el niño que no veo tropezarse con las piedras, veo algunos tics que me han quedado. Los sentidos se bastan para hacerse entender… Me entiendo íntimamente. Yo soy mi padre.
Christina: “Muy pocas son las personas que tienen un padre presente en su infancia, algo que me parece un lujo. La relación con el mío fue muy difícil. Lo mejor que me dejó es mi apellido. Rosenvige significa: rosa y ala. El año pasado fui a su tumba por primera vez a ofrecerle esta canción: ‘Romance de la plata’: Padre, el tiempo es compasivo, de tu rosa he hecho un rosal, con las alas de tu nombre han nacido siete más. Te respeto la renuncia a tu cuna de cristal, por seguir un verso que hace plata, de la insoldable soledad… Cómo no voy a entenderte, padre, si es mi misma soledad.
La Christina acústica multiplica sus letras. Ella, con solo guitarra o piano queda sublime.
Muerte
Rafael: ‘Hipotesis’; …Si finalmente he de morir un día, enterradme sin rito en un monte collado, desnudo como vine, para que en otra era, si una muchacha pasa silbando por ahí, si tropieza con una piedra blanca que se asoma a la tierra, quizá la desincruste y frote con cariño mi cráneo inmaculado. Y lo acerque a su oreja y oiga atenta el rumor de un teatro vacío.
Christina: “Yo, que llego tarde a las citas durante toda mi vida, también pienso llegar tarde a mi cita con ella: ‘La muy puta’: -¡Qué bien se conserva!- murmuran al pasar, cual lata de atún guardó silencio sepulcral. Para qué explicarles que en mi hueco pectoral, guardo mariposas que no puedo desvelar… Tarde, como siempre, me tendrás que perdonar…Irá a buscar a otro que no deje de fumar. Hasta el día ciego en que me vuelva a señalar -Atrapen a esa rubia... ¡Qué le toca ya!
Y entre este hermosa partida que acaba en tablas, la afirmación feminista del mundo, el respeto a sí misma que le hizo bajase en marcha del tren del éxito. Los hijos musicados juegan con los versos perrunos, mientras los pastelillos poéticos vuelan por la platea. El divulgador científico Carl Sagan acaba de la mano de un chico africano que suspira ante un castillo inexpugnable.
Una noche mágica imposible de olvidar. Y yo estuve allí. Gracias a la vida vivida con Arte. Por siempre: GRACIAS.
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