Resulta apasionante la intrahistoria que envuelve a los libros. Su investigación nos transporta a la época en que fueron concebidos y generalmente ello nos hace también amantes de su artífice. Retrocedamos dos siglos hasta “Frankenstein”.
Intrahistoria de novela
Mary Shelley (Londres 1797-1851) Sería una moderna incluso si viviera hoy en día. Narradora, dramaturga, ensayista, filósofa y biógrafa. Fue una niña muy inteligente hija de dos eruditos: el filósofo y político William Godwin y la filósofa feminista Mary Wollstonecraft. Mary Godwin crece en casa de su padre, ya que su madre muere de parto, en un ambiente extremadamente culto, donde tiene a su disposición todos los clásicos griegos. Era habitual en ella ir a leer sobre la tumba de su madre. También pasa largas temporadas con una tía en Escocia, de donde absorbe los paisajes de su obra. En 1814 la Mary adolescente asiste junto a Percy B. Shelley a una conferencia del extravagante científico Andrew Crosse. De ella extrae muchos datos acerca de la forma en la que afirmaba crear vida a partir de la electricidad. Y se amanceba muy joven con Shelley, escritor y amigo de su padre, en medio del escándalo más absoluto. Él era un hombre casado, pero se marchan juntos de viaje por Europa en 1816. El periplo en sí mismo ha sido objeto de películas y escritos. Ese verano es conocido como el “Verano Boreal”, donde el hemisferio norte soportó un frio invernal debido a la erupción del Volcán “Tambora”. El ambiente invita a las historias de terror. La pareja visita en Suiza a un amigo, Lord Byron, quien después de leer un volumen de historias alemanas de fantasmas y comentarla con sus invitados, les propone escribir cada uno un relato de terror. De esa noche surge el germen de lo que luego sería su primera novela: “Frankenstein”.
Argumento de Frankenstein
La novela es narrada a través del diario del navegante Robert Walton durante su comunicación epistolar con su hermana Margaret. En sus cartas narra la historia de Víctor Frankenstein, un joven suizo estudiante de medicina obsesionado por conocer el origen de la vida. Ese anhelo le lleva a Víctor a crear un cuerpo a partir de la unión de distintas partes de cadáveres diseccionados. Y surge a “la criatura” de 2,44 metros de altura, que ha sido animada mediante electricidad. El experimento se le va absolutamente de las manos incitando al científico a una persecución detrás de su criatura, en donde ambos se van transformado en otros seres. En la práctica es el monstruo el que asume el nombre de su creador, quizá como metáfora del desarrollo de la historia. Dejemos la intriga argumental sin destripar. Sería delicioso pensar que en este instante alguien se dispone a buscar la novela. Para esto sirven los días del Libro.
La Literatura
Y luego está la Literatura, ese compendio de sesudas etiquetas polvorientas que sin duda está por revisar en profundidad. Dicen los entendidos que la descripción de la criatura realizada por Mary Shelley, se nutre directamente del personaje de Satán en"El paraíso perdido” de John Milton, uno de los hitos en la historia de la literatura británica, muy valorado a principios del siglo XVIII). Supongo que sí. Que la primera versión de “Frankenstein” no tiene nada que ver con las posteriores y definitiva, porque fue ayudada por su marido a pulir el estilo. ¿Y por qué no? Es muy habitual que la Historia y la crítica quiera desmerecer, incluso ignorar si es posible, el trabajo de una escritora tan brillante y precoz como la Shelley que, con veintiún años concibe y desarrolla una de las mejores novelas jamás escritas.
Pero Mary sufrió mucho. Aunque pudo casarse con su amado, debido al suicidio de la primera esposa de Shelley, la pérdida de dos hijos y la de su esposo en 1822, víctima de un naufragio, fueron una losa. Y transitando por una vida poco soleada, Mary Shelley dedica el resto de ella a su único vástago, Percy Florence y a aportar al mundo toda la obra de su marido y la suya propia, incluidos sus artículos político-sociales ante el mundo nuevo que se vislumbraba a mediados del XIX. “Su visión feminista incita al pensamiento crítico —dicen también los biempensantes— y constituyó un desafío al de los hombres de su vida, su padre y su esposo, siendo una política radical”. (Lo de radical es en femenino lo que convencido en masculino)
El caso es que hoy, en abril 2018, después de dos siglos, Mary Shelley está de moda y más viva que nunca.
Una recomendación: busquen su segunda novela, “Mathilda”, escrita en 1820 sobre el amor incestuoso de una hija y un padre y que es la menos conocida. Una delicia, diferente en todo a la primera. El tema también está sacado de la Grecia Clásica, como el Prometeo de Frankenstein, no lo inventa ella, pero escandalizó sobremanera a su propio progenitor cuando le envía el manuscrito, el cual le confisca. Fue publicada por primera vez en 1959.
Qué sería de la Humanidad sin las “Marys”, sin nuestros monstruos sacados a la palestra como catarsis y como parte de nuestro acervo cultural. Un fiasco, la verdad. ¡Feliz día del Libro!
Extracto de “Frankenstein”.
Me refugié en el patio de la casa, donde permanecí el resto de la noche, paseando arriba y abajo, profundamente agitado, escuchando con atención, temiendo cada ruido como si fuera a anunciarme la llegada del cadáver demoníaco al que tan fatalmente había dado vida.
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