Feria del Libro de Almería: Todo sigue igual

El escritor e integrante de Letras de Esparto opina sobre la cita literaria almeriense

Vista del cartel que daba la bienvenida a la Feria del Libro de Almería.
Vista del cartel que daba la bienvenida a la Feria del Libro de Almería. La Voz
Fran Cazorla
22:21 • 03 may. 2018

Seguro que algunos recuerdan aquel disco del grupo Los Secretos que llevaba ese nombre y que pasó sin pena ni gloria por la discografía del grupo madrileño. Como ellos mismos reconocieron, al final fue un disco que se hizo deprisa, a última hora y señalaron que les faltó cocción en las canciones. Algo parecido ha ocurrido en esta edición de la Feria del Libro de Almería: Todo sigue igual.




Por primera vez en los últimos años tenía la esperanza de que se hubieran corregido los errores del pasado, y de verdad que creía que la feria del libro de este año iba a ser diferente en todo, pero lo cierto es que me voy con la misma sensación de otras ocasiones. Entiendo que no debe ser fácil organizar una feria del libro, pero cometer los mismos errores una y otra vez y hacer oídos sordos a las voces discordantes, solo puede significar que tal vez la organización no está a la altura de las circunstancias.




Ahora nos dirán que ha sido todo un éxito, veremos en la prensa y en los medios que todo ha salido a la perfección (salvo “pequeños e insignificantes inconvenientes”), que esta, nuestra feria, cada año crece más y que incluso será difícil mejorarla. Sí, es lo que nos venden todos los años y esta vez no será diferente.




Volveremos a reunirnos tras acabar esta edición y casi todos volverán a callar cuando nos vendan el éxito de afluencia y de ventas, expiaremos de nuevo las culpas tras oír los mismos perdones y excusas de siempre, y saldremos una vez más creyendo que se cuenta con todos cuando en realidad aún no sabemos ni quién maneja los hilos. No nos engañemos: todo sigue igual.




Repito: de verdad creía que nos habían hecho caso para esta feria, y lo creí cuando vi que venían tres autores a los que todo el mundo quiere ver en su ciudad (algo que reclamé desde el primer momento: autores que todos los lectores conozcan, independientemente del grado de “eruditez” -que no estupidez- de dichos lectores). Pienso que es el único acierto de la organización, pero es el que dará la justificación para decir que la Feria ha sido todo un éxito: colas interminables para que firmen sus libros y aumento de ventas en las librerías. Sí, económicamente y en asistencia ha ido bien, pero era algo normal viniendo tres ases mediáticos de la actualidad literaria.




Y eso es lo que se recordará. Nadie recordará que hubo actividades a la misma hora en la que los peques estaban en un lado mientras de reojo miraban la actividad que había al otro lado. Una y otra vez nos dicen que los protagonistas serán los más pequeños, pero luego no son capaces de proveer un espacio para ellos. En realidad pienso que los niños no les interesan.




Nadie recordará que autores de Almería (nosotros, los humildes y desconocidos para los que nuestra feria es la experiencia que esperamos año tras año) se tuvieron que levantar de sus mesas porque la organización así lo aconsejaba.




Nadie recordará a esas magníficas azafatas que hicieron lo indecible para hacer su trabajo pese a la poca ayuda que recibieron. Me parece increíble, vergonzoso e imperdonable que no hubiese (como otros años) una caseta para las chicas de información. Me indignaba cada vez que las veía en mitad de la plaza en una mísera mesa a merced de las inclemencias del tiempo. Chapeau para ellas.


¿Tan difícil era poner una pequeña carpa para las firmas de autores? ¿Se merecen los autores estar bajo el sol, la lluvia o el viento en mitad de la plaza? Parecíamos poco menos que unos trapos, unos folletos publicitarios con forma humana que un buen día les dio por comenzar a escribir libros. Eso parecíamos, la verdad, y bueno, hasta cierto punto hasta podría comprenderlo (no somos relevantes), pero que escritores de la talla de Elísabet Benavent, Javier Castillo o Blue Jeans tuvieran que estar también ahí, en mitad de todo y de nada, sin siquiera una pequeña luz para firmar, me parece algo surrealista.


Y me duele aún más porque habían asegurado que las firmas se harían bien, de forma diferente, que esta vez habría un espacio (y vaya si lo hubo: toda la plaza) y que el horario de firmas y los autores que firmarían durante toda la feria saldrían en el programa (o más bien panfleto) de la Feria. Hubiera sido bonito que los lectores supieran quién y a qué hora firmaban todos, y a los autores les habría gustado ver sus nombres reflejados ahí (solo por el hecho de sentirse parte de esta feria, y vaya, que todo escritor tiene su puntito de ego). Pero no fue así.


Termino mi reflexión haciendo referencia a la nula decoración de la feria y a la pésima organización de las “presentaciones” de Benavent, Castillo y Blue. Lo entrecomillo porque no las hubo, y me pareció indignante el trato que recibimos los que supuestamente les presentaríamos. Nos pondrán excusas de todo tipo, pero me quedo con las explicaciones de los autores y sus editoriales: ellos no sabían nada y nunca hacen presentaciones en las ferias. Ahora a ver de quién es la culpa.


Este año he podido disfrutar de las ferias de los vecinos, y en Málaga vi una copia de la de Almeria (o viceversa, quién sabe) y la de Granada me enamoró por su organización, por su ubicación, y por el interés que le ponen en hacerlo todo bien. Qué bonito sería copiarles.


Todos coincidimos en que nuestra feria debe afianzarse y crecer, y creo que lo hace, y por eso mismo pienso que la ubicación actual se queda pequeña (lo he dicho muchas veces: no es el lugar para una feria), y creo que se ha demostrado en la falta de casetas, y por eso la extraña distribución en la plaza, dejando a casi la mitad de casetas sin posibilidad de ver las actividades de la carpa central. Imagino que había que hacer encaje de bolillos para no dejar a nadie fuera (bueno, sí, a las azafatas de información, y supongo que porque no pagaban).


Seguro que se me olvida algo después de 1.000 palabras de reflexiones, pero doy por terminado este escrito. He disfrutado mi feria porque siempre la disfruto, porque soy así, me gusta saludar a escritores, lectores, editores, libreros, al sacerdote de todas las ediciones y los camareros de los bares. Pero el sabor que al final me deja es el agridulce de siempre, y es que por desgracia, Todo sigue igual.


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