En tres horas de concierto, Ismael Serrano ofreció el sábado sobre el escenario del Maestro Padilla (convertido en un desván con una rosa en un aurna descubierta) su forma de felicidad y alegría, la que le ha convertido en el cantautor más sólido, trascendente y destacado de las últimas dos décadas.
Generoso en la entrega, alternando temas nuevos, como ‘Ven’, con versiones de autores que han marcado una época, como Luis Eduardo Aute en ‘Las Cuatro y Diez’ o grandes éxitos propios, como ‘Últimamente’. Las tres canciones de entrada ya dejaban claro cómo iba a ser la velada.
Con dirección musical de Jacob Sureda, encargado de la multiinstrumentación presentada en esta nueva gira, y con Barnabas Hangonyi ‘Batio’ al violoncello, ‘Sucede Que a Veces’ las canciones adquirieron unos matices más líricos, en ocasiones, más épicos en otros. Una nueva apuesta que ofrecía lo nuevo en lo conocido, como un refresco para hacer vívido otra vez lo que va adquiriendo una fina capa de polvo en la memoria. El de un desván con vistas a la luna y con una rosa expectante. ‘Y Sin Embargo’ (de Sabina), la ‘Pequeña Criatura’ parecía llevar allí más de ‘Cien Días’ encerrada, como los sueños atrapados en el momento que alguien le dice a la ilusión, ‘Te Vas’.
Entre citas de Shakespeare, Chaplin o Churchill, rosa y autor se van entendiendo. No faltaron temas como ‘Ojalá’ de Silvio Rodríguez, ‘La memoria de los peces’ o ‘La llamada’. Y es que quien escribe y canta por una necesidad vital sabe que ‘Todo Empieza y Todo Acaba En Ti’. Que veinte años no son nada, depende de según qué cosas.
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