Toma aire, esto es ‘Oxígeno 18’

¿Qué es la violencia de género? Golpes, insultos, odio, dolor. Disculpas, arrepentimiento, engaño, culpa. Desde fuera parece muy fácil reconocer una relación tóxica, envenenada. Pero, a veces, no eres consciente de la dureza de la situación hasta que no estás dentro. De eso va ‘Oxígeno 18’, la última obra organizada en el IES Celia Viñas, que te hace entrar en un ambiente cerrado del que es muy difícil escapar, pero no imposible.

Después de unos años sin organizar las ya famosas obras teatrales de final de curso, la AMPA del centro sugirió retomar la actividad por una buena causa: luchar contra la violencia machista. ¿Quién podría negarse? Un grupo de profesores, estudiantes y colaboradores externos se lanzó a la tarea de organizar una obra a la altura de tamaña misión y el resultado es… sobrecogedor.

Tanto que el día del estreno, el pasado 14 de abril, nadie quiso perdérselo. El aforo estaba completo y las entradas agotadas desde hacía varios días. La delegada del Gobierno de la Junta en Almería, Gracia Fernández, estuvo allí. También la coordinadora del Instituto Andaluz de la Mujer en Almería, Francisca Serrano. Los tres euros que cuesta la entrada están destinados a APRAMP (la Asociación para la Reinserción de la Mujer Prostituida), un motivo más para querer ver la obra. Ante el rotundo éxito de público, este sábado 5 de mayo se realizaron dos nuevos pases. La última oportunidad para sumergirse en este ambiente tóxico que ha creado ‘Oxígeno 18’.

Cuando se cierra el gran portón metálico que da acceso a las pistas del instituto y comienzan a sonar los primeros acordes, la pesadez de la atmósfera se hace patente. También el desasosiego. Y cuando miras a tu alrededor, todos están igual que tú. Nadie sabe lo que está pasando y nadie sospecha lo que vendrá. En un principio reinan la inquietud y el desconcierto, aunque los estados de ánimo cambian a lo largo de la obra.

En clave simbólica y musical, ‘Oxígeno 18’ ofrece imágenes alegóricas de una relación violenta en sus diversas etapas. Pero las sensaciones que provoca trascienden lo simbólico. Te abren los ojos y penetran hasta el fondo, hasta tocarte las vísceras y removerlas. Todo en ese ambiente cerrado del que no se puede escapar. Por ahora. Una vez que estás dentro es muy complicado salir. Pero se puede, porque, al final, cuando se encienden las luces, miras a tu alrededor y no estás sola. Hay mucha gente dispuesta a ayudarte, porque hay salida a la violencia machista. Hay futuro.