Con 78 años y más de 60 en activo, Concha Velasco no requiere presentación. Goya de Honor en 2012 y Premio Nacional de Teatro en 2016, su trayectoria artística le ha permitido trabajar con los grandes de la escena patria.
Este sábado 12 de mayo, a las 21 horas, representa en el Auditorio Maestro Padilla de Almería ‘El funeral’, escrita y dirigida por su hijo Manuel M. Velasco y protagonizada junto a Antonio Resines.
Institución de la interpretación, gran dama de la escena, ¿cómo le gusta que la presenten?
Me gusta que me queráis como a una madre, y me gusta eso más que el hecho de que se refieran a mí como una institución. Me acuerdo de una anécdota de María Dolores Pradera, que es el ejemplo vivo de la inteligencia. Cuando la presentaron como gran dama de la escena, andaba mal de un pie y la pobre salió coja. Yo prefiero que me llaméis madre.
Este sábado vuelve a actuar en la capital después de muchos años pasando por Roquetas y El Ejido, pero con la espinita de no pisar la ciudad, que es un poco también la tierra de su familia.
Es cierto. Hace tiempo que no trabajo en la capital, con la cantidad de obras estupendas que he hecho yo últimamente. Como ‘Reina Juana’, el monólogo sobre Juana la Loca, que no lo estaba tanto y que me ha dado grandes satisfacciones personales, premios y buenas críticas. O como ‘Hécuba’.
He estado con todo, pero no en Almería ciudad y nosotros somos de allí porque Paco Marsó, que se llamaba Martínez Socías, es de Macael y toda mi familia de Almería está allí. Pero las producciones las llevas de un sitio para otro y, de repente, no llegan a la capital. Así que esta vez me hace una ilusión... Ojalá pueda colgar el cartel de ‘no hay localidades’, lo estoy consiguiendo en todas partes. Yo voy muchísimo a Almería aunque no lo cuente.
Con ‘El funeral’ cambia totalmente de registro: del drama de sus últimos papeles a la comedia. ¿Lo necesitaba?
Cuando hacía ‘Reina Juana’, decidí que ya no hacía más dramas. Yo sí tengo una edad que puedo contar: tengo 78 años maravillosos, no me importa decirlo, yo comprendo que hay mujeres y hombres a los que no les gusta. Y a mis 78 años, yo quería hacer una cosa divertida.
La función la pone sobre el escenario junto a Antonio Resines. ¿Cómo ha sido ese encuentro teatral?
Antonio Resines está maravilloso. Cuando la escribió, mi hijo decía que le había salido un papel muy Resines y también gracias a él, todo se puso en marcha inmediatamente y el éxito es enorme. También nos acompañan tres actores jóvenes que son de los que saben hablar y, además, son guapísimos. Se trata de Cristina Abad, Clara Alvarado y Emmanuel Medina.
Porque, aparte de dirigirla, el texto es de su hijo, Manuel M. Velasco.
Claro, en principio era una pieza corta que él tenía para el microteatro y cuando la leí, como siempre trabajo en todo lo que escribe y dirige, le pregunté que por qué no hacía una obra larga de este ‘Funeral’. Y dijo que bueno, pero que no se iba a estrenar nunca porque pillarme a mí es difícil.
En la obra el espectador asiste al funeral de Lucrecia Conti, la actriz más importante del cine, el teatro y la televisión en España. ¿Tiene algo de usted?
No, no es nadie en concreto. Es un funeral con su cadáver, que me lo han hecho maravilloso. Tuve que estar cuatro horas ahí aguantando. Ya me lo tuve que hacer con Santa Teresa y cuando me lo propusieron para el Museo de Cera, me negué al ver la tortura. Pero esta vez ha valido la pena porque ya lo tengo para siempre. Si me quieren poner en el Museo de Cera, ahí está la muerta.
Durante la función, los espectadores se suben al escenario, ven a la muerta, firman en el libro de condolencias, se cumple con todo el ritual y hasta ahí puede contar. Porque lo que se aparece es el fantasma de Lucrecia, que tiene unas cuentas pendientes y todo lo que no ha hecho viva, lo quiere hacer muerta.
Es una función muy, muy divertida. Muy joven porque los chicos se matan de risa, pero los señores mayores también, y los niños. A mí me hubiera gustado despedirme de la escena con ella, pero ya veo que no, porque tenemos gira firmada para el 2020 porque ha gustado mucho, gracias a Dios.
Entonces el público puede respirar tranquilo, no se retira, ¿verdad?
No, qué va, qué va, no me van a dejar. Es el personaje el que dice en un momento un texto precioso: “¿Y qué mejor papel para terminar una carrera que mi propio fallecimiento?”. Pero eso lo dice el fantasma, no Concha Velasco. Lo que pasa es que yo lo dije en Valladolid, porque me dieron la Medalla de allí el día del estreno y en lugar de venirme arriba, me vine abajo. Estaba en el escenario y estaba tontita. Una empieza a soltar la lágrima, no porque sea mayor, sino porque me han pasado cosas muy bonitas y estoy emocionada y agradecida. Pero la protagonista de la obra tampoco es Lina Morgan. (Risas).
¿Cómo es trabajar a las órdenes de su hijo?
Manuel dirige tan bien, si no no me habría puesto a sus órdenes por muy hijo que sea. Tiene una gran experiencia, y no me había dirigido a mí en teatro, sí en cine.
Trabajar con tu hijo es una responsabilidad, sobre todo para él, que es muy duro, muy Jose Carlos Plaza. Quizá porque desde niño se ha criado en un camerino y ha seguido todos los montajes que he hecho. Él fue ayudante de dirección de su padre en ‘Las manzanas del viernes’, de Antonio Gala, y fue un éxito enorme. Con Plaza hice seis montajes seguidos y Manuel lo ha seguido mucho, es su maestro de teatro. Pero mi hijo es más machacón, cuando viene a vernos al teatro nos pasa notas, y venga a notas y yo todas las guardo. También haciendo ‘Reina Juana’, Gerardo Vera le enseñó muchas cosas, mi hijo se ha criado en los camerinos.
Al que no me dejan ahora es al nieto, por estas cosas de los teléfonos móviles que los menores no se pueden retratar. Una cosa es ser abuela y otra ser madre. Mis hijos han nacido, han estudiado y se han criado en los camerinos y son estupendos. El nieto vendrá el sábado con sus padres a Almería porque le encanta; últimamente ha estado la Semana Santa en Carboneras, nos tira la sangre.
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