Con un Auditorio que había agotado sus localidades casi tres semanas antes del concierto, Rozalén demostró anoche por qué es una de las artistas más carismáticas y valoradas de los últimos años. Confidencias sin imposturas con el público, más si cabe con las canciones de su tercer disco, en las que afronta historias familiares; bondad y transparencia por su mensaje positivista guiado por la empatía y la fraternidad; generosidad en la entrega (26 temas en dos horas y media de concierto), en la devolución del cariño de público y hasta en ofrecer un espacio a artistas noveles, como la inclusión de la cantautora almeriense Lena Carrilero como telonera. Esa comprensión de saber que cuando se empieza es necesario que te den oportunidades. Una noche mágica, perteneciente a la ‘Primavera Cultural’ del Área de Cultura, Educación y Tradiciones del Ayuntamiento de Almería, donde no faltó el amor a los niños y, especialmente, el recuerdo a las sensaciones universales que ya identifican para siempre la canción ‘Girasoles’.
Lena Carrilero, volvió a su Almería, que dejó hace seis años para vivir fuera. Lo hizo, invitada por Rozalén, para abrir el concierto con varios de los temas que conforman su primer larga duración, titulado ‘Paraíso Terrenal’. Acompañada tan solo de su guitarra acústica, los dos primeros temas ‘Etéreos’, ‘Aprenderé a Bailar’ o ‘Tu Voz’ dejaron entrever pequeñas influencias y referencias a Dylan o Calamaro, pero también por el compás más arraigado, como evidenció en la más dinámica ‘Río Salvaje’. Una buena piedra de toque que sirvió de medido entrante para una noche encantadora.
Consolidados los efectos chisporroteantes del debut ‘Con Derecho A…’ en su continuación en ‘Quién Me Ha Visto…’, con ‘Cuando El Río Suena…’ Rozalén se ha confirmado como un referente más allá del mundo “de cansautores y cansautoras”, como bromeó, amplificando sus anhelos de igualdad a otras esferas más populares. Y no hay más secreto que el de poseer un don especial para que la conexión entre emisor y receptor sea total y transparente. Así, inició su extensa actuación abriendo la puerta violeta que, una vez todos dentro de su pintado universo, cierra de un portazo dejando fuera todo lo más despreciable de la sociedad, sin odios, sin rencores, siempre en el deseo de construir, de ofrecer una escala de valores que haga más fácil ‘Vivir’, tema que comparte con Estopa, con el que continuó, ayer en ausencia de Beatriz Romero, su parte indisoluble que la acompaña trasladando al lenguaje de signos las letras de sus canciones.
Un inicio algo contemporizado, que siguió con ‘Ahora’ y ‘La Que Baila Para Ti’, antes de abrirse “en canal” para dar salida, “airear”, las historias que acompañan la biografía familiar. Desde ‘El Hijo de la Abuela (Ángeles)’, sobre su acto de generosidad al acoger a un ‘deportado’ vasco de final de los sesenta sin saber de sus antecedentes, pasando por la memoria histórica de ‘Justo’, hermano también de Ángeles, que fue llamado a filas en lo que fue la quinta del biberón durante la Guerra Civil y el único fallecido de los que salieron del pequeño pueblo de Letur o ‘Amor Prohibido’, la historia de amor de sus padres, señalados porque él fue sacerdote durante diez años, narrada con maestría literaria por Felipe Benítez Reyes. Imposible mayor franqueza, humildad y naturalidad, vida compartida con el público con más de una lágrima.
Entre tanta intensidad, quedaba hueco para el ferviente amor de ‘Berlín’ y ‘Para Los Dos’ y la importancia de quererse a uno mismo para querer a los demás; o las divertidas ‘Las Hadas Existen’, en la que sigue manteniendo la bella tradición de subir a las niñas, en los últimos tiempos también algún niño, al escenario para cantar y bailar como saben o les deja la timidez, y ‘Antes De Verte’, con otra confesión sobre sus particulares encuentros con el artista argentino Kevin Johansen, que es quien canta en su versión de estudio. Una misión que fue compartida por parte de una banda integrada por Álvaro Gandul en la dirección musical, teclados y acordeón; Tete Moragón en la batería; Goyo García al bajo; Samuel Vidal en la guitarra acústica; Oliver Martín en la guitarra eléctrica; e Ismael Guijarro, guitarra española, ukelele y percusión. Las delicadas versiones de Aute y Violeta Parra en ‘La Belleza’ y ‘Volver a los Diecisiete’, culminaron la primera parte del concierto, que se puso más festivo en la segunda.
Con sombreros mexicanos y apuntes rancheros, ‘Me Arrepiento’ inició una fase cantinera donde el enlace veloz de temas fue denominador común. Fase bailona con ‘Tu Nombres’, ‘Asuntos Pendientes’, que excita en su ascendencia de bombos legüeros, la cumbia ‘Somos’ y la desconexión onanista de ‘Bajar del Mundo’. La creciente ‘Será Mejor’, de final distorsionado, el medio tiempo sincopado de ’80 Veces’, de una lírica coplera guasona, acercaron el final antes de que Rozalén se diera un paseo por el patio de butacas con ‘Saltan Chispas’. La romántica ‘Comiéndote a Besos’ puso el primer cierre antes de los bises.
Para los ‘bonus’, quedaría el desboque nocturno de ‘Dragón Rojo’, la mecedora y especial ‘Vuelves’, y, cómo no, la esperada ‘Girasoles’, de una gran carga simbólica tras convertirse en símbolo de bondad frente a la maldad, de luz en la oscuridad. “Entiendo que los padres (de Gabriel) no estén aquí pero es tan bonito lo que se ha creado en torno a la canción, que quiero que la bailéis con alegría”, apuntó una muy emocionada Rozalén. De hecho, al concluirla, de nuevo muy emocionada señaló “millones de gracias, creo que tenía mucha necesidad de cantar aquí. Gracias, gracias, gracias”, añadiendo que “si esta ciudad ya era especial, creo que para mí ya lo será para siempre”. La revisión electrónica de ‘Respect’ sirvió para presentar a la banda y liberar una carga emocional palpable.
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