Francisco Cortés apuesta por preñar a la filosofía de poesía

Su obra ‘Diálogos en miniatura’ se ha presentado en Madrid

Encuentro con Francisco Cortés en Madrid.
Encuentro con Francisco Cortés en Madrid. La Voz
La Voz
07:00 • 18 may. 2018

Francisco Cortés ha presentado recientemente en el Cercle Català de Madrid su última obra literaria, titulada ‘Diálogos en miniatura’, de la mano de la editorial Playa de Ákaba y con la presencia del escritor Lorenzo Silva. 



Se trata de un conjunto de 71 piezas humanistas conformadas por micro-charlas (diálogos o triálogos) hipotéticas entre personajes reales e imaginarios, algunos cruciales y otros irrelevantes en la historia del pensamiento occidental. Entre los personajes hay filósofos, banqueros, poetas, seres fabulosos, antropólogos, héroes, dictadores, semidioses. Muchos coetáneos, otros contemporáneos, y muchos extraterritoriales. 



Es una obra en la que hay una clara confusión de géneros, algo que es propio del estilo del autor: en ella hay trazas de prosa poética, de poesía pura y de microrrelato.



En todos los diálogos -rodeados de una textura y una atmósfera de factura poética-, lo importante es lo que se calla, lo que se silencia, lo que se ausenta, por lo que se requiere de la complicidad del lector, al que se le hace un guiño permanente. Y volvemos aquí a la esencia de la poesía, que, según Blanchot, consiste en no decir nada absolutamente (sic). 



Es una obra llena de metáforas, pero en la que, al final, hay más metonimias que metáforas. La mayoría de los diálogos mantienen una misma estructura: un marco ambiental y de situación, el diálogo o triálogo en sentido estricto, y el desenlace poético final. 



La esperanza dialógica en la razón que pudiera aparecer inicialmente en los diálogos inmediatamente se frustra, y el único desenlace posible es el argumento poético. En este sentido, la poesía va en ayuda de la razón para solventar la encrucijada, el nudo gordiano, el vórtice y el desasosiego que están presentes en cada microdiálogo. Los que parecen diálogos, no son sino monólogos, rompiendo la estructura básica y secuencial de la dialéctica: a veces no hay síntesis y se recurre a la solución poética.



Los que parecen silogismos, no son sino entimemas, cayendo sistemáticamente en la sensación del trampantojo.



Según el epiloguista, Rodolfo Caparrós, en esta obra “la reiteración rítmica, el compás salmodiano que constituye su básica urdimbre, nos atrapa en una ceremonia giróvaga de sofismo sufí”. Y continúa: “Contiene una teatralidad en la que cada aserto establece una apertura a la escena, que remite siempre a un Parnaso filosófico”. Y para el poeta José Luis López Bretones, el autor del prólogo de esta exquisita, minuciosa y cuidada obra, “la herencia de las vanguardias parece evidente”. 


Una obra que no se puede leer sin complicidad, enfado o curiosidad. Según Caparrós, “cada lector debe construir su respuesta, y es en esa construcción donde surge la fertilidad, la posibilidad del sentido”.



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