El auge espiritista en la Tabernas de principios del siglo XX

Recreación de una reunión espiritista en la película ‘El Doctor Mabuse’ (1922).
Recreación de una reunión espiritista en la película ‘El Doctor Mabuse’ (1922). La Voz
Antonio Jesús Sánchez Zapata
07:00 • 16 jul. 2018

La doctrina espiritista fue creada a principios del s.XIX en Francia, y pronto se propagó por Europa, América y parte de Asia. Almería no quedaría ajena, aunque en nuestras tierras hay quien la ligaba también a la masonería. Pronto aparecieron multitud de médiums que afirmaban contactar con espíritus que les contaban hechos pasado y futuros. Uno de ellos llegó a profetizar que en el futuro, en una fecha muy concreta, Almería viviría un notable progreso: nuevos edificios, pulcritud en sus calles, intensa actividad comercial en el puerto… en agosto de 1936. El espiritismo se usaba incluso como excusa para tapar delitos, fingiendo los delincuentes haber sido poseídos por el alma de algún ladrón. 



Toda esta moda fue decayendo según avanzaba la segunda mitad del s.XIX, y a finales de siglo ya era completamente denostada. Los medios escritos publicaban sarcásticos artículos que ridiculizaban estas prácticas. Los ataques eran tan feroces que directamente insultaban sin tapujos a los practicantes y creyentes de la doctrina espiritista. Sin embargo ya comenzado el s.XX, cuando aquello ya parecía agua pasada, el espiritismo resurgió en Tabernas con gran fuerza, pero con una variante más típica y peligrosa de los pueblos de interior: el curanderismo espiritista.



En una época en el que la medicina tenía serias carencias para tratar muchos tipos de enfermedades, los curanderos espiritistas hacían su agosto. Debemos tener en cuenta también la gran mortalidad infantil de aquella época, puesto que los niños eran unas de las principales víctimas de estas creencias, dada la desesperación de sus padres por salvarlos, y que a veces los conducían a una muerte violenta. Se dieron casos de niños y adolescentes estrangulados, muertos a golpes o envenenados, en la lucha del espiritista por sacar al espíritu maligno que habitaba en su interior. Y no había distinción de sexos: curanderos y curanderas eran detenidos y encarcelados en las ocasiones que les daba por emplear estos métodos.



Los cronistas cuentan como más de la mitad de la población de Tabernas practicaba, con más o menos asiduidad, el espiritismo. Las reuniones espiritistas se hacían con regularidad y estaban muy extendidas; tanto que pedían la intervención de las autoridades para que “por medios contundentes que tienen a su alcance, eviten este signo de ineducación popular, dando a esos espiritistas una lección de progreso y derribando una práctica asquerosa que es encarnación del atavismo y sinónimo de bobería” (La Crónica Meridional - 01/07/1906). A pesar de ello estas costumbres continuarían durante más de dos décadas; se publicaban periódicamente artículos científicos explicando muchos de los males que aquejaban a los consumidores del espiritismo, enfermedades del sistema nervioso como la epilepsia, o problemas psíquicos como los trastornos obsesivos compulsivos.  Se arremetía contra aquellos que habían dejado “el hazadón, el arado y las labores agrícolas, para meterse a apóstoles de una ciencia que nadie ha llegado a comprender, ni siquiera medianamente”, y los tachaba de “idiotas, locos y vividores” (La Crónica Meridional – 29/01/1915).



Preguntas



Entre las prácticas espiritistas más comunes en Tabernas, se encontraba la de preguntar a los espíritus sobre cómo era su vida en el más allá, o si se habían reencarnado en otro cuerpo. Pero lo que ponía en alerta a las autoridades era cuando se daban casos menos inocuos, por ejemplo si un familiar fallecido se “comunicaba” para que alguien entregara una determinada cantidad de dinero a otra persona. Cualquier dolencia era sinónimo de estar “sesao”, es decir, de tener un espíritu dentro. Si la enfermedad se expresaba con peores síntomas era por estar “saquilao”, esto es, que tenía varios espíritus dentro. Cierta vecina de Tabernas, viuda de un militar, aquejada de asma fue a una de estas reuniones. Uno de los espiritistas le vio en la garganta “dos bultos que no podía distinguir bien. Invoca al espíritu protector, y con gran asombro pudo ver que tenía la garganta interceptada por dos coroneles vestidos de uniforme, que se disponían a ahogarla por los resentimientos que desde acá en la tierra existían entre ella y ellos” (La Crónica Meridional – 30/01/1915). Por suerte estas costumbres fueron cayendo en el olvido con el trascurso de los años, aunque no es nada complicado a día de hoy, en pleno s.XXI, encontrar a personas que creen en este tipo de curanderismo y que acuden a estos neoespiritistas que utilizan otras palabras, otros métodos, pero la misma cara dura.






Temas relacionados

para ti

en destaque