Campeones del cálculo mental

Dos niños con orígenes almerienses triunfan en el Mundial de Rusia

Alejandro y Daniel, tercero y segundo del mundo, con sus padres tras competir en Moscú.
Alejandro y Daniel, tercero y segundo del mundo, con sus padres tras competir en Moscú. La Voz
Guillermo Mirón
22:07 • 28 jul. 2018

Mundial de Rusia celebrado el pasado fin de semana en Moscú. Alejandro, de diez años, mira fijamente a un ábaco, instrumento con el que desde la antigüedad se hacían operaciones matemáticas. No llega a tocarlo pero, tras mirarlo fijamente con una concentración inaudita, a los tres segundos escribe el resultado de una operación matemática que ha visualizado y calculado mentalmente. Así, mantiene la concentración hasta completar setenta operaciones en menos de cinco minutos.



Es la sorprendente capacidad de Alejandro Cortés Camacho, el niño de 10 años residente en Granada aunque con raíces en el pueblo almeriense de Zurgena (de donde es natural su madre) y que ha logrado el tercer puesto en el Campeonato del Mundo de Cálculo de ‘Aloha Mental Arithmetic’. No es una excepción en la familia. Su hermano Daniel, de seis años, ha logrado el segundo puesto, aunque en un nivel inferior ya que acaba de comenzar a desarrollar estas capacidades que entrenan con una sesión semanal de dos horas. 



Programa



El programa ‘Aloha’ propone una formación de cinco años en estos campos entre los 5 y los 13 años. “Acabados los cinco años ya se quedan con un nivel adquirido”, explica el padre,Juan Jesús Cortés, antes de ejemplificar lo que aporta este programa. “He intentado hacer mentalmente las operaciones más sencillas y soy incapaz”, reconoce, a pesar de que los números y las cuentas son parte de su día a día debido a su profesión. 



“Mi cerebro no está preparado pero Alejandro, si tiene que estudiar un esquema del cole, lo mira y es que le echa una foto que parece que guarda en la memoria”, detalla.  El programa cuenta con diez niveles en los que va aumentando la complejidad de las operaciones. Mientras que Alejandro se encuentra en el nivel diez (debe realizar potencias, divisiones y multiplicaicones), Daniel acaba de comenzar  logrando magníficos resultados, lo que le sirve también en su vida diaria puesto que “les da seguridad en su colegio donde van más avanzados en operaciones, más autoconfianza…”.



Su madre, Carmen Camacho, asegura que es “muy difícil lo que hacen. Y lo hacen con tanta facilidad que me sorprende. Tiene mucho mérito”, dice proclamando una admiración más allá del habitual amor de madre. “Alejandro no baja del diez en matemáticas pero además les ayuda en otros aspectos. Tienen que tener una concentración máxima”. Dejando a un lado los cálculos, ellos se llevan mil y una experiencias más de estos campeonatos.  “Lo que más me gustó fue la Plaza Roja”, resume desde Zurgena el mayor, Alejandro, preguntado sobre su viaje a Moscú. “A mi el metro”, añade al instante Daniel. Y vuelven de Rusia con un segundo y tercer puesto del mundo bajo el brazo. Algo que ni los deportistas más admirados de este país han logrado hacer este verano.



Los nietos de Juan Camacho
Juan Camacho Domínguez -maestro de escuela de oficio y zahorí del agua de vocación- era el abuelo de estos niños aventajados que acaban de triunfar en Moscú fruto de una cabeza privilegiada para el cálculo. Como la de Juan, aquel profesor que enseñó a cientos de alumnos de Zurgena, de los cortijos de La Alfoquía, de La Capellanía o de la barriada de Chicago. Recuerdo a Juan Camacho, además de como maestro, como uno de los grandes paladines de la llegada de agua a esas tierras secas como calaveras. A Juan le abrías el micrófono de una radio local y era como un búfalo clamando por trasvases, aprovechamiento de pozos y apertua de nuevos sondeos subterráneos. Era así Juan, un hombre, un almeriense con mucho conocimiento de causa, un antecesor de otros que han venido después como Lorenzo Belmonte, Gonzalo Rojas, Matías Cervellera o el mismo Juan del Aguila de Cajamar. Fue alcalde en tiempos de Franco, pero siguió también en política en la democracia como ariete para abrir canales y regadíos, para luchar porque el Tajo-Segura brincara de El Saltador a Zurgena o para poner las bases del Negratín. Tienen a quién parecérsele, Alejandro y Daniel, y el viejo Juan Camacho estaría dichoso.




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