En algún tiempo pasado, el Desierto de Tabernas albergó muchos de los más importantes escenarios cinematográficos del mundo. Destacó y fue reconocido por todos como uno de los mejores escenarios de películas de vaqueros y del viejo oeste, por aquellos entonces, en el denominado ‘Spaghetti Western’ que tan de moda estuvo en los 60 y 70. Joyas como la famosa trilogía del dólar: ‘Por un puñado de dólares’ (1964), ‘La muerte tenía un precio’ (1965) y ‘El Bueno, El Feo y El Malo’ (1966), con directores como Sergio Leone y protagonistas como Clint Eastwood, y otras como ‘Hasta que llegó su hora’ con Henry Fonda y Claudia Cardinale, fueron la antesala de un aluvión de películas que estarían por llegar en uno de los mejores parajes paisajísticos de nuestra tierra.
Pero poco más de 70 años después de que se rodara la primera película en nuestra tierra, ‘La llamada de África’ (1952), de César F. Ardavín, fue uno de los platós de cine almerienses el que destacó más tarde con la peculiaridad de sus decorados, a diferencia de otros pequeños estudios autóctonos como el Poblado ‘Nueva Frontera’ (Tabernas), El Rancho de las Salinillas, El Poblado de Tecisa o el Fuerte ‘Gobi’(dirección Gérgal desde Tabernas). Situado en un enclave idóneo a espaldas de la rambla de Tabernas se encuentra el Fuerte ‘El Cóndor’, estudio cinematográfico que dio cobijo a la película de John Guillermin allá por 1969 bajo el nombre de ‘El Cóndor’, estrenada en 1970 con actores como John Brown, Lee Van Cleef o Patrick O’Neal.
Un lugar especial a día de hoy gracias al aguante de sus decorados.
Dormido en el tiempo
Como si permaneciera dormido en el tiempo, este lugar, diseño del ganador de un Óscar por su trabajo en ‘Patton’ (1969), y conocido director artístico español Gil Parrondo, ha conservado algunas de sus edificaciones originales hasta la fecha sin que haya sido protegido o quedado al cuidado de la mano del hombre. Desde entonces, ha transcurrido casi medio siglo y en él se han grabado más de 15 películas. Entre sus paredes de adobe, escayola y madera permanece un mar de recuerdos de todos aquellos años de rodaje que ha sufrido el expolio de los más curiosos.
Fue abandonado allá por 1990 durante algo más de una década donde, hasta su siguiente y última grabación años más tarde en 2001 con la película de Mauricio Nichetti, ‘Honolulu Baby’, dijera adiós a 30 años de producciones.
Algunas películas como ‘Marchar o morir’ de Dick Richards, (1977) con Gene Hackman y Catherine Deneuve, ‘Una razón para vivir y una para morir’ de Tonino Valerii (1972), con James Coburn y Telly Savallas y de las más reconocidas,’El Justiciero Ciego (Blindman)’ de Ferdinando Baldi (1971) con Ringo Starr, Tony Anthony o Lloyd Batista, y ‘Conan, el bárbaro’ de John Milius (1981) con Arnold Schwarzenegger y James Earl Jones, fueron también grabadas en este lugar.
Observando el paraje hay que decir que se pierde la vista mirando a las construcciones. Lo primero en ver al llegar al lugar es el arco de la entrada, que yace desmoronado. Al frente y en el cerro que aguardaba varias de las casas, y partes del decorado como el ‘taller mecánico’, la ‘oficina de correos’, la ‘iglesia’ o el pozo central también.
Lo que queda en pie
Otra de las construcciones más pintorescas, antiguas y vistas en sus rodajes como la torre de vigilancia en la parte superior del lugar ya se ha derrumbado debido al notable desgaste de su estructura, aunque es suerte que a día de hoy aún conserve gran parte de ellas: la pensión, el abrevadero, la taberna, la cafetería donde jinetes ataban a sus caballos en la puerta y un patíbulo en perfecto estado que aún aguanta la soga de alguno de los primeros rodajes... Construcciones que aún imponen y desafían a las leyes del tiempo.
A la izquierda, su edificio más simbólico y conocido es la misma ‘Pensión Coyote’, nombre grabado con todas sus letras y a color aún en la fachada para la última película que El Cóndor vería para siempre en 2001 con ‘Honolulú Baby’ de Maurizio Nichetti, edificio que anteriormente sirvió de hostal o fortaleza en la mayoría de los rodajes. Es, con diferencia, el decorado que mejor se conserva manteniendo toda su estructura, observándose especialmente un deterioro en la planta, techos y escalera que lleva al piso superior, donde albergaban las habitaciones que sirvieron de refugio en dicho largometraje para su protagonista, ‘Mr. Colombo’, cuando huía de las féminas del lugar, ahora derrumbada.
Accediendo al edificio, impresiona ver las imponentes puertas de entrada a la pensión, protagonistas en todas las películas grabadas aquí, como si el tiempo no hubiera pasado por ellas conservan el color azul con el que fueron pintadas también para ‘Honolulu Baby’.
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