Cuando las aulas eran un espacio reservado a los hombres, una joven de pelo oscuro y tez blanca llegada desde Los Vélez cometió la osadía de matricularse en la Facultad de Farmacia de Granada. Se llamaba Juana Álvarez Bañón. Sus tímidos pasos por aquellos pasillos siguieron los de otra almeriense, María Jesús Andújar. Fueron las dos primeras universitarias de la provincia.
En la orla de la promoción de Juana, cuyo periplo vital ha dado a conocer en su último número ‘Revista Velezana’, figuran dos únicas alumnas entre un total de quince estudiantes. Según las investigadoras almerienses Cándida Martínez y Alba Martínez, cuando ella empieza sus estudios en 1916, solo había 177 mujeres matriculadas en toda la universidad española. Álvarez Bañón fue “la sexta mujer que pisó oficialmente las aulas granadinas y la cuarta que lo hacía en Farmacia; todo un reto para una joven de 17 años, nacida y educada en un pueblo como Vélez Blanco que se caracterizaba por su economía agrícola y carácter rural”, sostienen.
El tesón, la inteligencia y la voluntad de labrarse un porvenir jugaron un papel clave en la biografía de Juana. Sin embargo, es difícil determinar si habría cosechado sus éxitos académicos de no haber crecido en un contexto familiar relacionado con la prensa, la política y la cultura.
“La influencia de la familia fue decisiva, sin ella es muy difícil pensar que Juana Álvarez estudiase en una época tan temprana en la universidad e incluso su clara decisión de ejercer la profesión a lo largo de su vida. Y en el seno de esa tradición familiar hay un rasgo que creemos fue de vital importancia: la trayectoria de las mujeres de su familia, lo que llamamos la genealogía de las maestras; el ejemplo de su abuela Juana Álvarez Manzano, una mujer reconocida por su buen hacer como maestra y por sus valores de compromiso y rigor, o su propia tía abuela Carmen de Burgos, también maestra, escritora y feminista”, apuntan a LA VOZ las autoras del artículo que rescata la historia de la velezana.
A los 17 años, ella misma se incorporó a la saga periodística familiar con un artículo que le valió la bienvenida de ‘El Heraldo de los Vélez’ y calificativos como “fecundo ingenio femenino” y “espíritu fuerte y abierto a los grandes ideales”.
La profesión
La joven terminó la licenciatura en 1919 con un expediente intachable y regresó a Vélez Blanco, donde se instaló como farmacéutica. Un año después, el ayuntamiento le encargó el suministro de medicamentos a los enfermos pobres, lo que le permitió ejercer su oficio de forma plena.
Tal y como explican Cándida Martínez y Alba Martínez, Farmacia formaba parte de las carreras relacionadas con el cuidado y atención, como Medicina; entre las primeras universitarias, hay muchas que eligen estas opciones. Además, “permitía tener un trabajo en un espacio de transición entre lo público y el privado, algo relativamente aceptable para las mujeres de ese momento”.
Juana empezó como farmacéutica en Vélez Blanco, pero su capacidad emprendedora la llevó a Madrid, donde tuvo un laboratorio farmacéutico. Es decir, “no se quedó en la rebotica, sino que tuvo iniciativa para abrirse caminos profesionales”, indican.
En su traslado a Madrid pesó asimismo el cambio que se produjo en la vida municipal de su pueblo tras el golpe de Primo de Rivera. Años después, la Guerra Civil también afectaría a la familia Álvarez, dadas sus posiciones progresistas como demócratas y republicanos. “Tanto su padre como su hermano, con quien Juana siempre tuvo una estrecha vinculación, sufrieron represión, aunque en distinto grado: profesional y cárcel”.
¿Qué supuso el ejemplo de Álvarez Bañón en la sociedad velezana de principios del siglo XX? “En aquellos momentos debió de ser algo extraordinario, era la primera mujer que salía de Vélez Blanco para estudiar en la universidad. La prensa comarcal se hacía eco cuando se marchaba a Granada para proseguir sus estudios, o de las buenas notas que había obtenido en cada curso. Nos gusta pensar que ella abrió un camino para otras mujeres que después siguieron su huella”, señalan.
Si bien no existe constancia de que tuviese un pensamiento feminista, trayectorias como la de Juana Álvarez contribuyeron a la mejora de las condiciones de vida de las mujeres. Y aún hoy “puede ser importante seguir su estela en cuanto a la capacidad de abrir nuevos ámbitos de presencia y afirmación de las mujeres y al deseo de decidir sobre la propia vida”.
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