Desde hace trece años, el Grupo Ecologista Mediterráneo (GEM) llena de color, sabor y olor el Patio de Luces de la Diputación con la presentación de la Muestra de Variedades de Uva de Mesa de Almería. Un bodegón que cada año suma nuevos inquilinos, fruto de la investigación incansables de todos los que se han involucrado en el proyecto de biodiversidad domesticada.
Este año, ya son 60 las variedades de uva de mesa “genuinas” de la provincia que se han recuperado. El objetivo de Antonio Rubio, el alma de este proyecto, es encontrar las 69 cepas distintas que se han cultivado durante siglos en Almería y que han empezado a desaparecer.
De momento, y tras muchos años de trabajo, ya solo quedan nueve para completar el bodegón. Algo que se ha conseguido gracias a la implicación de “88 personas” que colaboran con el proyecto, entre agricultores e investigadores.
Frutas llenas de historia
La uva de mesa es todo un símbolo de la agricultura almeriense. Un producto que fue motor económico de la provincia y que es testimonio de la diversidad y la capacidad de adaptación al entorno de esta fruta. “Esta es la joya de la agricultura almeriense, pero no es algo anticuado”, explica Rubio.
Hubo una época en la que el mar de plástico era un océano de parrales que escondían una producción llena de matices. “Hay hasta 70 variedades que se han sabido adaptar a las condiciones de la provincia, con mucho sol, viento, pocas lluvias y un terreno árido”. Condiciones que les han conferido a las uvas un gran abanico de colores, sabores y características.
El responsable del proyecto reconoce que “es alucinante el potencial de Almería”, donde la producción permite consumir esta fruta “desde mayo, cuando se cogen las primeras, hasta enero, sin necesidad de mantenerlas en frío ni importarlas desde cualquier lugar remoto”.
Para animar a que la uva siga siendo también el futuro de la ciudad, el GEM busca “a 70 agricultores valientes” entre los que repartir las “más de mil cepas” que tienen en su vivero a partir del próximo mes de enero. Con esta iniciativa, quieren que perduren “entre 30 y 40 variedades distintas” en la provincia, haciendo hincapié en la importancia de preservar la madera, aunque no de frutos.
Además, los responsables de este proyecto también animan a la sociedad almeriense a “comprar en el mercado y pedirle al frutero uvas de Almería y de las variedades tradicionales.
Los parraleros
Los agricultores son, sin lugar a dudas, una de las patas principales de este proyecto. Personas que “han sabido preservar lo aprendido de sus abuelos y bisabuelos, y transmitirlo a las nuevas generaciones”.
Este año, durante la Muestra de Variedades, se premió a seis agricultores y se concedió una mención especial, a título póstumo, al investigador Manuel Mendizábal por su aportación al campo almeriense.
Diego Mañas Mañas, de Sorbas, fue galardonado por conservar la uva Flor de Belarde, “la más bella de Almería”. Otra variante singular es la uva de Rágol, cultivada por Julio Jiménez Martín en sus terrenos de Laujar de Andarax.
De la ‘Colorá de Corral’ tan sólo quedan dos parras en Almería. Las cuida Esteban J. Marín Paniagua en su finca de Alhama, donde también conserva otras dos cepas de uvas de Corinto. En este municipio, Juan Martínez Navarro encierra otra maravilla: las variedades de ‘Cojón de Gato’ o del Río Almanzora, Molinera y del Cuerno.
Y, en un lugar “puro” como Boliñeba, en Padules, Jesús Sánchez Gutiérrez cultiva uvas de la Gitana Blanca.
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