Monólogos (en solitario y junto a Dani Rovira, con quien ha llenado en Barcelona), teatro (el Cervantes acoge este domingo, en una doble función, la despedida de ‘Tú a Punta Cana y yo... al Zapillo’, la obra estival que le ha reunido con sus colegas Pepe Céspedes, Alvarito, Kikín Fernández y Marco), televisión (acaba de aparecer en 'Capítulo 0', la serie de Ernesto Sevilla y Joaquín Reyes para Movistar) y ahora, por fin, cine (en marzo estrenará 'Los Japón').
Como en una partida de ‘Risk’, el talento de Paco Calavera (Almería, 1977) continúa conquistando territorios. En el tablero de juego, proyectos, reencuentros, la (in)corrección política, el público, lo público y hasta el 15M. “Iba a servir para cambiar la política y ha quedado para poner límites al humor”. Nada tibio este Calavera.
En marzo debuta en el cine con ‘Los Japón’, con Dani Rovira, en un pequeño papel. ¿Ha costado?
El cine no entraba en los planes de los cómicos hasta ‘Ocho apellidos vascos’. Eso lo cambian Eva Leira y Yolanda Serrano, directoras de casting que se llevan a Martínez Lázaro a ver a Dani Rovira, meten a Julián López en una película... A mí me llamaron para ‘La tribu’, de Colomo. No me cogieron pero luego me han hecho otro par de castings este año, lo que no está nada mal. En ‘Los Japón’ me querían para un papel más grande pero estaba rodando ‘Capítulo 0’ con Ernesto [Sevilla] y Joaquín [Reyes]. El director, Álvaro Díaz Lorenzo, me dio libertad. Salen Dani Rovira y Álvaro Carrero, cómicos de mi generación, y tengo una secuencia con María León, un torbellino, una tía encantadora.
¿Seguirá con el cine?
Mi vocación desde niño era ser actor pero también me gusta mucho la comedia. Soy igual de feliz haciendo bolos que en una peli. A diferencia de los actores, los cómicos no tenemos la ansiedad de vivir esperando una llamada.
El próximo domingo actúa en Roquetas con Rovira. En su vuelta a los monólogos llenaron en Barcelona. ¿Qué tal el reencuentro?
Imagínate: actuar para su público en un teatro de 1.500 butacas en Barcelona... con las entradas que yo habré vendido allí (risas). Hacía cuatro años que no nos veíamos y sigue siendo el mismo, como si nada hubiera pasado: la misma forma de ser, la misma actitud, la misma risa. Y ahora es una estrella internacional: Netflix ha subido todas sus películas, le escriben de medio mundo y acaba de hacer una película para Disney con Dwayne Johnson, una especie de ‘Piratas del Caribe’.
Con ‘Tú a Punta Cana y yo... al Zapillo’, que despiden hoy, suman otro éxito. ¿No temen que la exigencia de cada verano agote la fórmula?
Es la obra que mejor nos ha funcionado, al menos en cuanto a entradas vendidas y risas alcanzadas, que era lo que buscábamos. Esto se lo inventó Curro [Verdegay] para darle vida al Cervantes en vacaciones; yo no daba un duro por que una comedia pudiera llenar un teatro durante el verano. Y me ha sorprendido gratamente que sea así: que el público tenga ganas de que Almería sea una ciudad un poco más ambiciosa y moderna. Nada es para siempre, claro. Cuando pase, a otra cosa. De momento, la línea es ascendente.
Hablando de verano: la Navidad está a un paso.
Ahí volveremos Pepe Céspedes, Alvarito, Kikín, Marco y yo con un resumen del mejor material del año de cada uno y algunas piezas navideñas. En Almería estaremos en el Cervantes: es la primera vez que este montaje se queda fuera de la programación municipal. También en Roquetas, donde nunca hemos tenido ningún problema, y en otros municipios, girando desde la última semana de noviembre.
Dice que se quedan fuera de la programación del área de Cultura. ¿Se siente un cómico ‘incómodo’?
Sí, lamentablemente sí. Casi nunca he hecho chistes sobre política local pero el actual equipo de Gobierno del Ayuntamiento de Almería lleva muy mal la crítica. Hay un hecho objetivo: este espectáculo navideño, que llevamos haciendo diez años y es una tradición afianzada, se queda fuera de la programación. Y no sé el criterio. Quizás piensan que estamos pasados pero seguimos llenando teatros. Lo fabuloso es que podemos seguir actuando en un teatro privado, algo que antes era impensable.
¿Cansado de hablar sobre los límites del humor?
No, lo que es agotador es que haya tanta gente que se ofenda. Nosotros vivimos del directo, y la gran mayoría de los espacios son públicos, gestionados por unos colores u otros. ‘Mongolia’ y ‘La vida moderna’ han venido a Almería al Cervantes, no al Maestro Padilla. Pero nos da igual: si llega el punto de no poder actuar en teatros públicos, lo haremos en salas privadas. No vamos a dejar de hacer nuestro trabajo.
¿Por qué ha bajado el umbral de la ofensa?
Responde a una nueva realidad: quien pide límites al humor nunca va a ver humor en vivo; es gente que descubre a un cómico por azar, frente a su ordenador, gratis. Si no buscas algo y te lo encuentras, quizás te puedas escandalizar. Pero es algo muy sano: yo he evolucionado gracias a todos los artistas que me ofendieron. Madurar consiste en eso, como cuando le enseñas a un niño que si le ofenden no vaya a pegarse sino que controle sus emociones. Muchos adultos tienen que volver a aprender eso.
Pero usted se pondrá límites al escribir.
Sí, hay bromas que nunca haría pero defiendo que si otro cómico está dispuesto a hacerlas y sabe cómo tiene todo el derecho del mundo. Tengo 41 años, estamos en 2018 y paso de perder el tiempo explicándole a la gente cosas que aprendimos de niños. Si no te gusta algo, ve a ver otra cosa; no todo le tiene que gustar a todo el mundo y a todo el mundo le puede gustar lo que te gusta a ti. Si cada vez que algo nos desagrada tenemos que decírselo al autor y pedir que lo retiren se acaba Fantasía. Luego hay un público, del que apenas se habla, que no se ofende o no deja de admirar a alguien aunque piense distinto.
¿De qué se puede reír uno ahora sin sentir culpa?
En un escenario estás en un contexto de ficción. Antes era la política, la religión, el sexo... Ahora son los veganos, los ciclistas, los taurinos, los antitaurinos, las feministas... Llevamos toda la vida luchando contra ciertas prácticas de la derecha para que ahora llegue una nueva izquierda, que no vinculo a ningún partido sino a una gente muy activa socialmente y... Al final, para lo que está sirviendo el 15M no es para cambiar la política sino poner limites al humor (risas).
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