Desde las 10 de la mañana, los habitualmente tranquilos alrededores del Recinto Ferial comenzaron a llenarse de corredores dispuestos a una intensa sesión de diversión. Todo, con la amenaza de la llegada del huracán Leslie presente. Sin embargo, lo gris del día terminó pronto teñido de todos los colores. Las camisetas blancas con las que llegaban los participantes dejaron pronto de serlo: la carrera Holi Life no pasó precisamente inadvertida.
“Ha pillado una mala fecha, pero queremos buscar una mejor ubicación en el calendario para el año que viene”, explicaba el concejal responsable del área de Deportes, Juanjo Segura. No obstante, a pesar de que la Holi Life de Almería no fuera capaz de congregar a tantos participantes como lo ha hecho previamente en otras ciudades, fueron varios centenares de almerienses los que se congregaron en el amplio y vacío espacio del Recinto Ferial para disfrutar de música y polvos de color. “Para nosotros, trabajar solo para ellos nos llena de satisfacción”, comentaba también Segura desde el escenario instalado en el interior del Recinto Ferial.
Música
Después de recoger los dorsales en la tarde del sábado (con un precio de 17 euros para adultos y 15 euros para niños de entre 8 y 12 años) y antes de la carrera propiamente dicha, un DJ animó a los participantes desde las 10 de la mañana. Fue en esa hora previa cuando la Holi Life de Almería regaló las escenas más icónicas del evento.
Con música más propia de altas horas de la madrugada (o de sala fitness de gimnasio), cientos de participantes disfrutaron abriendo sus famosas bolsas de polvo de colores para mancharse los unos a los otros y transformar sus camisetas e incluso la propia piel en cuadros de arte abstracto con cierta similitud al arcoiris. De hecho, la Holi Life es una de las pocas carreras del calendario deportista en la que los participantes ya llegan extenuados a la competición: una hora dando saltos y disfrutando del noble arte de mancharse solo es apto para los deportistas de élite. Y ayer, en el Recinto Ferial se reunieron muchos de ellos, comprendiendo edades de lo más variopinto.
Para asombro de los habituales amantes del running que utilizan la tranquila zona cercana al Estadio de los Juegos Mediterráneos, constantes nubes de colores salidas de las manos de los allí presentes precedieron a una carrera en la que lo de menos era ganar. Así, a las once de la mañana otro nuevo baño de color (esta vez, salido de dos extintores de la propia organización) daba el pistoletazo de salida de una carrera de 5 kilómetros que fue completada en algo menos de 15 minutos por el primer participante que logró cruzar la meta.
Mientras las nubes negras provocadas por Leslie y el viento hacían mayor acto de presencia, la serpiente multicolor que conformaba esta carrera popular fue accediendo al Recinto Ferial a través de su acceso más próximo al cauce del río Andarax. Selfis, historias en Instagram y otras redes sociales y muchos tragos de agua para acabar con el polvo multicolor fueron solo algunas de las huellas de un evento que dejó el propio Recinto Ferial tan llamativo y musical como en cierta semana de agosto.
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