En la anterior entrega pudimos ver cómo el fin de la guerra en Almería provocó la huida hacia Argelia de decenas de almerienses, especialmente los militares y cuadros políticos del Partido Comunista, y cómo éstos se embarcaban a lo largo de 1939 y 1940 hacia la URSS. Los primeros en llegar fueron los altos mandos militares, como Federico Molero, aunque desde finales de 1938 se encontraban en la base aérea de Kirovabad unas decenas de pilotos republicanos que habían ido a adquirir técnicas de vuelo y centenares de niños que habían ido saliendo de España en los tres años anteriores.
La mayoría desembarcó en los puertos del Mar Negro, en especial en el de Odessa y Sebastopol, previo informe favorable de las autoridades comunistas españolas. Posteriormente serían llevados a la Escuela Posterior de Cuadros, en las fábricas de guerra o en la propia administración del Estado soviético. El Pacto Ribbentrop-Mólotov había mantenido una paz tensa en Europa Oriental, aunque el rearme soviético durante esos dos escasos años hacía pensar que la conflagración con la Alemania nazi iba a producirse tarde o temprano.
Durante ese periodo los almerienses, y por extensión los españoles, disfrutaron de una cierta libertad y paz dentro del encorsetado universo soviético. “Los niños de Rusia”, así conocidos, testimonian en sus memoria que aquellos años fueron un espacio de paz dentro de las escuelas, con las maestras de la República que les habían acompañado y con el personal de las instalaciones. Esto cambiaría drásticamente con el estallido, el 22 de junio de 1941, del pacto de no agresión entre soviéticos y alemanes: aquellos que cumplieron 17 años fueron enrolados en las Academias y los menores sufrieron continuos cambios de localidad, bombarderos, hambre y miedo.
Por otro lado, los llegados desde Argelia y los pilotos fueron rápidamente movilizados hacia los extensos frentes de batalla del Cáucaso.
La participación española de la Gran Guerra Patria, en términos absolutos, no fue demasiado destacada, pero sufrieron el mismo infierno que sus camaradas soviéticos, perdieron sus vidas por la defensa contra el fascismo y fueron condecorados, especialmente tras los enfrentamientos en el Frente de Kalinin, en el Kuban y Rzhev.
Sorprende la cantidad de cuadros comunistas que marcharon de Francia hasta la URSS en convoyes de trenes fletados por los propios alemanes en pleno conflicto . Sea como fuere, a principios de 1941 había al menos un millar de españoles listos para combatir al enemigo.
Durante los años previos, los republicanos pasaron por las Escuelas Superiores de Cuadros donde se fueron formados para técnicas de combate en situaciones de clima extremo y en armamento y maniobras mecánicas.
Muchos se quejaban amargamente de que las lecciones dadas por los soviéticos no habían funcionado en la guerra española, especialmente en el frente de Teruel, y temían ser las primeras víctimas de las garras de la Blitzkrieg, cuya fama había recorrido ya Europa.
La participación en la Gran Guerra Patria de nuestros protagonistas almerienses se enmarcó principalmente en tres zonas: el Frente de Kalinin, en el Báltico; en la defensa de Moscú; y en la batalla de Jhzev, aunque también participaron en amplias zonas del frente soviético conforme avanza la guerra.
Kalinin
Al menos cinco almerienses fueron trasladados desde Slomensk, cerca de la frontera de Bielorrusia, hasta Kalinin, al norte de Polonia. Arcas Merlos, Abad Soriano, Moreno Morales, Torres Gómez (piloto que venía de Kirovabad) y Carretero Díaz participaron en las labores de minado de carreteras, ferrocarriles y puentes para evitar que las tropas alemanas tuvieran fácil el paso.
De todas aquellas operaciones comprendidas entre mayo y septiembre de 1941 el destacamento (49ª Brigada de Fusileros del XXIX Ejército) del que formaban parte estos paisanos logró destrozar 20 trenes alemanes con material armamentístico, gasolina, tanques y apresaron a más de un millar de soldados de la Wehrmacht.
Por estas operaciones fueron condecorados por el Ejército Ruso. Aquella defensa del frente báltico duró hasta 1942, cuando la gran ofensiva soviética sobre Slomensk (Operación Marte) fracasó: los republicanos fueron trasladados hasta Viazma (Bielorrusia), pero la carnicería que sufrieron los soviéticos supone un punto de inflexión en el frente oriental: más de 70.000 soldados fueron masacrados.
Allí perdió la vida el almeriense Juan Martínez Ibáñez (Almería, 1907): militante del PCE desde 1931, marchó al exilio a Argelia y desde allí, a finales de 1939, llegó a la URSS.
Rzhev
Rzhev fue una masacre. Situada a tan solo 230 km. de Moscú, suponía la última defensa efectiva que tenía la capital para resistir.
En Moscú, los almerienses Alarcón Maturana, Ruiz Expósito y García Gamboa trabajaron en labores de minado de las afueras de la ciudad antes de ser movilizados hasta Rzhev.
Mientras sus compañeros huían de Kalinin, el ejército alemán marchaba hacía ellos con un rapidez pasmosa que pilló a los soviéticos con las defensas débiles: 5 batallas se dieron en Rzhev dentro de la Operación Marte, y 5 derrotas severas conocieron las tropas de Stalin: alrededor de 2 millones de bajas y gran parte del material bélico capturado.
Por desgracia, entre esas vidas estaba la de Joaquín Alarcón Maturana (Almería 1915), que la perdió tras estallarle una granada enemiga. Mecánico y obrero, Alarcón Maturana se afilió al PCE en 1933. Se exilió en Francia en 1939 y logró llegar a la URSS en 1940.
Hasta aquí llega la primera entrega de los almerienses en la Gran Guerra Patria.
Consulte el artículo online actualizado en nuestra página web:
https://www.lavozdealmeria.com/noticia/5/vivir/163179/almerienses-en-la-gran-guerra-patria