“Me gusta transmitir con la dulzura y el humor, como un veneno que entra suave

Toca todos los palos de las artes escénicas en una búsqueda constante por descubrirse a sí misma y al mundo que le rodea a través del público. Amor Prior (Almería, 1983) otea el alma humana con una mirada cándida y bonachona desde los escenarios de Madrid en los que, a día de hoy, recibe, según dice, mucho más de lo que da.

Es una de esas personas que emiten una luz y una calidez especial en cada palabra y en cada gesto. Una forma de estar en la vida que luego lleva a su obra, a través de la cual ha conquistado ya los corazones de cientos de madrileños hablando de líos de cama, de amor y de lo que siente, padece y cabila su álter ego en ‘El sexo de Ana’.

Algo que llama la atención en tus obras  es que uses un acento marcadamente almeriense.En el teatro, desde que empiezas, lo primero que te dicen es que tu acento lo tienes que perder, que tiene que ser neutral para poder acceder a todos los personajes. Y que si no, sólo vas a poder hacer de criada andaluza. Me parece horrible todo eso.
En tu caso, esa forma de hablar también tiene una carga de contenido.Mi propuesta personal parte de que Amor Prior te cuenta una historia. Ahí soy yo, no un personaje y por eso, me permito hablar con mi acento. Además, tiene que ver con mi trabajo de narración oral, que va muy ligado a las raíces. Cuando hablo, no siempre me siento Amor, sino que, muchas veces, escucho la voz de mi abuela, gran contadora de historias.
¿Y lo aceptan bien lejos del sur?Para mí es muy importante usar mi acento y, además, a la gente le encanta. Y cuando tú interpretas, y lo haces desde las entrañas, conectas con algo muy primitivo tuyo. Eso te lleva directamente a tu lengua materna, que en mi caso es el andaluz.
¿Tiene también algo de reivindicativo?Es una reivindicación de nuestra tierra. Que el andaluz no tiene que ser solamente el gracioso y el sirviente. Que Andalucía es una tierra muy rica, con una cultura de escritores, de filósofos, de poetas, de pintores y de reyes. Hay gente que se queda, simplemente, en que no pronunciamos las eses. Pero los giros, la riqueza léxica, la gracia, las metáforas y las imágenes que empleamos en nuestra lengua, ya la quisieran otros.
Y una de las obras donde empleas ese andaluz es ‘El sexo de Ana’, tu texto más exitoso hasta la fecha.Aquí, Amor Prior cuenta la historia de Ana. Pero hay un metateatro donde la narradora juega a cuál es su historia y cuál no. Se parte de una base real pero nunca sabes qué es y que no lo es.
Y dentro de ese juego, un humor de cierto riesgo que toca un tema sensible como el sexo.Nadie se ha ofendido nunca. Cuento una historia, lo que Ana opina y Ana siente. Yo me lavo las manos (risas).
También toma el riesgo de romper el tabú de hablar del sexo tal y como lo vive una mujer, sin tapujos.Yo quiero reivindicar eso. Justamente lo que yo quería contar es una visión del mundo femenina en torno a la sexualidad. Pero a mí me gusta ese veneno que entra más suave, a través del humor, de la dulzura y de la inocencia que yo tengo de forma natural. No con el puño alzado, porque considero que así se puede llegar más lejos.
¿Funciona la estrategia?De esta manera, el espectador no siente que se coloca frente a mí como un muro. Sino que le entra suave, suave. En muchas cosas, funciona y es transformador porque no es un discurso intelectual, sino que yo trabajo con las emociones. Al final, lo que yo quiero transmitir cala más hondo.
¿Y en los hombres que van a verlo lo percibes?Se nota en cómo salen los hombres de la obra. Se van muy tiernos y muy dulces (risas). Y se replantean que su chica ha sido joven y también ha vivido las cosas por primera vez. Esto pasa porque se habla de la feminidad, de la sexualidad y de lo que significa ser mujer. De cómo nos sentimos de una forma muy íntima.