“Nuestra Semana Santa es como de cartón piedra, sucedáneo barato de las buenas”

Cofrade desde la cuna, José Ramón Suárez siempre sintió la necesidad de dar su peculiar punto de vista de la Semana de Pasión. De pequeño, hacía doblajes de las retransmisiones de la tele gracias a una mesa de mezclas que le regaló su abuelo. Más tarde, comenzó su primer proyecto radiofónico con una grabadora de mano y dos amigos que se convertirían en inseparables.

Cuenta a través de las ondas, el papel y las redes sociales su sentir sobre la Semana Santa almeriense con un estilo indudablemente personal y que navega entre lo atrevido y lo temerario. Ahora, en el podcast ‘Locofrade’ ha encontrado, además, un espacio íntimo donde revelar sus inquietudes sobre la gran pasión que ha encauzado su vida.

¿Cómo se adapta un mundo como el de la Semana Santa a la modernidad de contarla a través de redes sociales y los podcast?

Siempre he defendido que la Semana Santa es una realidad poliédrica. Yo acepto que los curas quieran vendernos su lado religioso, pero a poco que uno escarbe ve que hay gente que se acerca por muchas razones. Unos porque les gusta la música o el arte, porque les llevaba sus padres de pequeños y tienen esa tradición pero no van a misa y también hay gente con mucho fervor, claro. Dar una única visión de ella es empobrecerla, por eso intento ofrecer esas muchas caras desde todos los formatos posibles.

¿Y cuál es la forma en la que te acercas tú?

Me gusta acercarme como espectador de esa gente a la que luego se la quiero contar. Estar con la oreja pegada y escuchar los comentarios de los espectadores. Normalmente, cuando alguien graba, enfoca a la imagen; yo cuando lo hago filmo las caras de la gente, al capataz dando órdenes, el pertiguero que le dice algo a un acólito o el fiscal que se acerca a regañar. Voy grabando más la reacción que aquello que la provoca.

¿Qué tiene que tener una Semana Santa para ser declarada de interés turístico nacional?

Tiene que contarle algo al que la está presenciando.

¿Y la de Almería, cuenta?

Sí y no. Cuenta al que viene de fuera sin tener ni idea. Es algo así como de cartón piedra pero, en realidad, no cuenta nada. Es el sucedáneo barato de una Semana Santa buena, de una ciudad más cara donde no hay plazas porque va demasiada gente. Y como no pueden permitirse ir a Sevilla o a Málaga, vienen a Almería que tienen sol por el día y procesiones “bonicas” por la tarde. A ese sí que le cuenta, pero al resto no.

¿Y por qué se le ha dado ese distintivo a la nuestra?

Ha sido nombrada igual que otras 26 o 27; como cualquiera que se mueva, se lo acaban concediendo. Pero no es de interés turístico en absoluto. Si habláramos de fútbol ni siquiera estaríamos en Champions. Somos de primera, pero necesitamos llegar a los 45 puntos cuanto antes para salvarnos. Tú no escuchas hablar de las de Badajoz, Teruel o La Calahorra... Nos han vendido algo que queda muy bien en los carteles pero que no es nada.

¿A quién hay que agradecer este despegue meteórico?

Principalmente a la televisión y a la emulación. La Semana Santa despega porque gente de Almería se va a estudiar fuera e incorporan cosas a la de aquí. Ese querer parecernos a la de Sevilla es lo que ha hecho que despegue. Tenemos una gran Semana de Pasión por querer imitar a los mejores, aunque hayamos perdido lo nuestro.

Hay quién critica eso mismo...

A mí me da pena porque no se ha copiado como se debería. Hemos incorporado maneras de hablar que no nos son propias, o una hermandad como la de la Macarena, que es una advocación ligada a un barrio de Sevilla. Si no hubiéramos tomado tanto de Sevilla, probablemente, tendríamos ahora una Semana Santa parecida a la de Antequera, por evolución natural, y esa sí que contaría algo. Yo pediría que, sin renunciar a lo que tiene, no renunciemos a lo que era.