La emblemática calle de las Tiendas de nuestra capital parece estar convirtiéndose en el foco de la modernidad y la bohemia. Hace muchas décadas constituyó una arteria vital que unía la Puerta Purchena y la calle Real, el centro del siglo XIX de Almería. A partir de los años noventa del siglo XX, el tejido del comercio familiar que nutría a nuestra capital y provincia de manufacturas modernas, deja de tener ese tránsito de mujeres y niños en busca de telas, sombreros, o vestidos eléctricos en La Sirena, una de mis tiendas favoritas de todos los tiempos. Y aquella calle se convirtió en una especie de fantasma del pasado durante más de una década, para volver a resurgir en los últimos años.
En la actualidad vuelve a dar gusto pasear por la calle de las Tiendas. Algún superviviente de antaño se mezcla con las nuevas propuestas comerciales, artísticas y culturales que empatan perfectamente bajo unos carteles de acero corten. A punto de tomar la recta de los años 20, la calle de las Tiendas late con corazón renovado.
Y de estos espacios vanguardistas hoy descubrimos Arte21. Es una Galería de Arte y taller de enmarcación, ubicada en el centro de nuestra calle peatonal más emblemática. Incluye dos salas con exposiciones temporales de pintura, fotografía, grabados, láminas y estampas digitales y un gran muestrario de marcos para cuadros.
El Mar, la exposición Vino azul, gominolas de colores y patatas fritas, nos dan la bienvenida para inaugurar esta muestra vitalista. Doce artistas, procedentes de diversas escuelas, han sido convocados para la ocasión por Jordi Garriga, gestor de Arte21. Una o más obras de estreno y con al menos un metro en alguna de sus dimensiones concurren a la cita, con el elemento más inspirador de las artes como centro. Artistas que provienen de diversas disciplinas como son: la pintura, la escultura, la fotografía y la poesía bajo un tema tan nuestro como universal: El Mar. Borja Alcázar, Carlos Pérez Siquier y, Pablo Monforte como fotógrafos; Antonio Llanas, Francisco Carreño, Ginés Cervantes, Jordi Garriga, Juan Mozos, Lola Valls y Pepa Satué, como pintores; Javier Huecas, como pintor y escultor, y Juan Pardo Vidal como poeta. Y me parece que el recorrido puede obedecer a cuatro bloques.
Abstracto
‘Travesía’ (Lola Valls) aporta el color en estado puro; ‘Fluviales’ (Antonio Llanas) atrapa con su doble tela de araña geométrica hacia la abstracción matemática de la naturaleza; ‘Toujours recommencé’ (Siempre reiniciado) de Pepa Satué nos sitúa frente al minimalismo, para aterrizar en la idea que llevamos por sombrero siempre que nos reencontramos con la estampa de una playa del Sur: “El sol, nosotros y un mar de dudas”, de Juan Mozos.
Paisajes marinos ‘Lluvia en el Cabo’ y ‘Olas rompiendo’ de Ginés Cervantes aportan por el colorido de la tempestad y su trazo frenético, una especie de Munch de la tierra muy sugerente; se puede escuchar al viento y al agua gritando. ‘Escullos’ y ‘El playazo’ de Francisco Carreño son dos retratos totalmente familiares para ojos almerienses y posible objeto de deseo para quien no haya visitado las playas retratadas. ‘Mar’ de Jordi Garriga, atrapa una mirada de Poniente a Levante, por su finura compositiva entre aguas revueltas de crestas blancas y un Cabo de Gata tostado al sol, sonriendo al fondo.
Fotógrafos Pérez Siquier con sus ‘Delfines’ de los 80, nos llevan a una tarde calurosa de sillas blancas mojadas y una toalla abandonada con simpáticos ‘Flippers’. Alguien ha ido a por un Calipo al kiosco, seguro. El ilustrador valenciano, Pablo Monforte, acompaña con su original composición digital ‘Cataratas’ y Borja Alcázar propone dos temas eternos ‘Naufragio’ y ‘Mare Nostrum’, cerrando el ciclo fotográfico.
Frontal ‘Agosto’, del pintor y escultor barcelonés Javier Huecas, preside la exposición. Con su gran composición fiel a su estilo, como de pegatinas de niños en una tarde de playa de pleno verano, aporta la nota irónica de la muestra. Un mar amarillo bajo un cielo blanco, son el escenario sobre el que disfrutan los bañista recortados en una tarde de playa del tranquilo agosto. A su lado, una pequeña estatua en refractario, ‘Hombres en el mar’, sostiene el bello poema de Juan Pardo Vidal, compuesto en alejandrinos, que aporta el broche de oro a la exposición.
Tiempo
Y en los acantilados insiste su palabra / el eco de la infancia sobre la espuma intacta / y una niña jugando con la arena en la playa / y una fotografía queda como el fantasma / de una desconocida que tuviera su cara / y todo lo que flota sobre el color azul / fuera ese territorio devastado por ti.
Y sentido aquí y ahora mucho de lo que soy, me voy nadando con el Mar puesto. Yo siempre lo llevo encima, el día de la inauguración es un poco estridente para mi alma asceta, pero me ha gustado venir. No se pierdan este paseo hasta el agua salada de la Calle de las Tiendas. Porque hasta el 5 de abril, el Mar llega hasta ella.
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