En la mañana festivo-andaluza del 28 de febrero, me dirijo ilusionada al Auditorio Maestro Padilla. Muchos niños gritan, sonríen, ocupan más de la mitad del aforo. Algunos son muy pequeños, demasiado. Luego caigo, no es él quien está visitando a Peter, es quien lo carga. Se palpa la alegría antes de comenzar el espectáculo. Bailan en los pasillos al ritmo de Michael Jackson. Nadie mejor para acompañar a Peter. Y me digo en voz alta que a J.M.Barrie, autor de la obra de teatro ‘Peter Pan y Wendy’ (1904), le hubiese encantado contemplar esta platea llena de infantes.
Silencio, está prohibido crecer. Comienza la magia y con ella la necesidad imperiosa de creer en las hadas. Les he dicho, por favor, que vayan saliendo, estamos cerrando los jardines de Kensington.Yo soy el jardinero que vio como las hadas se lo llevaron. Así arranca la historia en esta versión musical.
Versión actual
Después nos vamos a una casa conocida en Londres, la de los Darling. Aquí vive Wendy, una preadolescente solitaria que está pidiendo un móvil a su madre. Tómate el jarabe, Wendy. No quiero, sabe a salchipapa. El padre es el romántico que espera que, un chico que vio anoche en la ventana, venga a por su sombra. Wendy tiene una relación muy especial con su padre y es a él a quien le cuenta sus sueños. ¿Por qué quieres crecer? Tienes mucho tiempo para crecer. El tiempo vuela y nunca regresa. Cuando eres mayor, ¿qué se siente, papá? Uf, no quieras saberlo, te salen pelos en todos los sitios y tienes la sensación de llevar una mochila llena de libros muy pesados, de sueños no cumplidos, de facturas. Te quiero papa, algún día yo te llevaré la mochila.
Llega el hada y Peter Pan sobre un patín de esos modernos; se pega su sombra con un escupitajo. Los niños de Almería se ríen mucho. Ya los tiene casi a punto de vuelo.
Las hadas son tan pequeñas que solo les cabe un sentimiento. Vente conmigo Wendy, la segunda estrella a la derecha y llegamos a ‘Nunca Jamas’. Piensa en cosas que te gusten y podrás volar. Y vosotros, ¿queréis venir conmigo? Para eso tenéis que pensar en cosas bonitas. Y Peter se baja por las butacas. Y una chica le dice: Tú. El polvo de hadas ya ha hecho efecto.
Buena puesta en escena
Campanilla es un títere, hay burbujas por todo el escenario cuando visitan el lago de las sirenas, el polvo de hadas cae en cascada desde el techo del escenario. Peter baja a la platea a dialogar con los niños, aparecen grandes balones de fútbol que vuelan entre las filas de asientos. Todo está pensado para que el público sienta que ha viajado a un sitio mágico. Las voces en las canciones cumplen su misión con letras inclusivas que, a veces, parecen traer otra vez a Michael Jackson al escenario, con su Black or white, por ejemplo. Los diálogos están muy cuidados y captan la risa y la sonrisa del público. Aprendemos el indio de la princesa Tigrilla, con su única palabra que le sirve para todo: Guacajú y nos enteramos por fin a qué huele el Capitán Garfio: a Naftalina, repollo y ketchup caducado. Irresistible para un cocodrilo.
Una Wendy del s.XXI
Era necesario ofrecer a las nuevos visitantes de ‘Nunca Jamás’ una Wendy remasterizada. Aquella niña del siglo XIX que hace de madre todo el tiempo, desaparece en este viaje. Ella tiene sueños propios y no existen sus hermanos pequeños que la obligan a cuidarlos. Wendy es independiente y se divierte sin preocupaciones. Pero quiere volver a su casa por las mismas razones que antaño, sabe que sus padres estarán sufriendo y quiere ser mayor para sentir el amor, perseguir sus propios sueños. Anhela ser la primera entrenadora de fútbol de la historia, llegar a entrenar a la selección nacional. Peter Pan, sin embargo, apenas ha cambiado desde hace más de un siglo, a él no le hace falta. Vive en su mundo preadolescente, es varón y el rey de ‘Nunca Jamás’. Puede volar por donde quiera y siempre vence a los malos. Daniel Garod (Peter Pan) y Ester Brito (Wendy) están muy bien como protagonistas. Y los siento como siempre, amigos míos.
Los niños perdidos Pandereta, Donete y Regadera
Son ellos. Simplemente geniales. Más que perdidos parecen totalmente encontrados. Verónica Fernández, María Escobio, José Manuel Blanco y Pablo Márquez son actores de integración, con una larga experiencia actoral. Ellos dan vida a los habitantes de ‘Nunca Jamas’, también bastante atemporales. Si no fuera por el teléfono móvil que lleva Wendy en la mano y al que llaman alpargata, pensaríamos que nada ha cambiado. Además, asumen otros papeles del reparto, como los piratas, con el mismo sobrecargo del Capitán Garfio, Smith, el que tiene bastante texto y defiende fenomenal. Jesús Sanz-Sebastián, el director del musical, adapta y dirige a este elenco inclusivo y crea en España por primera vez una producción, donde actores de Teatro Musical trabajarán junto a artistas con discapacidad intelectual. Y debo decir como espectadora que el resultado es maravillo, vibrante, totalmente profesional.
Misión cumplida, confesamos al unísono: Barrie, Jackson, Peter, Wendy, Campanilla y yo cuando me acompañan volando de vuelta a casa. Hay sueños que perseguir todavía, pero es necesario encontrar ‘Nunca Jamás’, al menos una vez al año. Ya saben, la segunda estrella a la derecha. No tiene pérdida.
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