Desde que cambió sus fechas ARCO, para todo almeriense con sensibilidad artística es una suerte que coincida con el puente del Día de Andalucía pues visitar Madrid tiene un aliciente extra con esta feria que ya cumple su XXXVIII edición.
Siempre que uno entra en ARCO la capacidad para sorprenderse debe estar intacta pues, de otra manera, puede ser un tortuoso camino deambular entre sus más de doscientas galerías y stands que ofrecen un panorama del arte actual claro y preciso. Como comentaba el artista almeriense Fernando Barrionuevo, invitado este año por ARCO para las visitas profesionales, “uno debe pasear tranquilo, sin cansarse y saber que la sensibilidad de cada uno le llevará a elegir lo que más le gusta”.
ARCO es un hervidero en sus días abiertos al público en general donde , invitación mediante, el visitante puede curiosear, disfrutar y si su cuenta corriente es lo suficientemente holgada, llevarse a casa una obra de arte contemporáneo o, los más sueltos, una obra de Joan Miró como la que exponía la galería Lelong al “módico” precio de cuatro millones de euros. Aunque la más cara sin duda era la que proponía el stand de RENFE como protesta por los quince millones que les cuesta la limpieza de sus convoyes de grafitis.
Abraham Lacalle
De camino a la obra más polémica sin duda alguna, el ninot hiperrealista del Rey Felipe VI realizado por Santiago Sierra y Enrique Merino (cuyo comprador, previo desembolso de 200.000 euros, debe estar obligado a quemar) uno se queda atraído por un cuadro con una vivaz explosión de color y de lúcida ironía, en la prestigiosa galería Marlborough. Es el del artista almeriense Abraham Lacalle, asiduo desde 1987, y que ha vuelto a ser uno de los preferidos por parte de los visitantes.
ARCO es, además, una pasarela donde encontrarse con artistas, políticos e incluso vecinos de Almería! Uno de ellos, cuyo nombre omito por expreso deseo, comentaba que llevaba un presupuesto de diez mil euros para decorar a juego su nuevo estudio cabogatero.
El arte moderno, así visto, puede ser un elemento decorativo más o puede ser también, un vehículo para lograr estremecernos y plantearnos muchas preguntas. Como expresaba el pintor y teórico del arte Kandinsky, “Toda obra de arte es hija de su tiempo y muchas veces, es madre de nuestros sentimientos".
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