Hubo un tiempo en que Carmelo Gómez protagonizaba casi todas las películas que se rodaban en España. Ha trabajado con Fernando Fernán Gómez, José Luis Garci y Pilar Miró. Refugiado en el teatro, este viernes 12 de abril, a las 21 horas, en el Auditorio Maestro Padilla de Almería, interpreta junto a Ana Torrent ‘Todas las noches de un día’, un texto de Alberto Conejero que dirige Luis Luque.
¿Cómo está siendo la aventura de ‘Todas las noches de un día’?
La aventura siempre es divertida porque es teatral, está siendo larga porque nos ha salido muchísima gira, por lo que nos da tiempo a revisar la función varias veces. Es un texto muy hermoso y lleno de poesía. Un texto de los que no estamos acostumbrados a ver ni a hacer.
Da vida a Samuel, que se afana en preservar un rincón olvidado. ¿Cómo preservar el libro frente a la pantalla, el teatro frente a internet?
Ahora todo tiende a especializarse y lo que se está haciendo es perder el valor de las cosas porque no se relacionan entre sí. El texto y la pantalla, el texto y la dicción, todo converge en el teatro, en el cine. No creo que se pueda hacer una disociación de todos esos elementos creativos y comunicativos. Debemos ordenar los acontecimientos cotidianos y convertirlos en momentos especiales de la vida.
La obra sitúa a su personaje en un jardín y Carmelo Gómez no teme meterse en jardines. ¿Ha pagado un alto precio por ello?
La libertad se paga, si no, ¿de qué sirve? Es también un riesgo y solamente la gente con capacidad para ello es capaz de asumirla. Yo quiero ser libre como todos los personajes clásicos. Los grandes personajes trágicos pagaron con su vida la libertad. Nunca he querido vivir con miedo, ni encorsetado. Y lo he pagado aunque aún estoy aquí coleando.
¿Lo ha pagado dejando de hacer cine?
Se me castigó en la televisión. Las teles apuntaron mi nombre en rotulador rojo. Dijeron ‘este por aquí no pasa’ y, en efecto, no pasé. Y decidí dejarlo porque vi que el cine y las televisiones estaban unidos y yo ahí soy un proscrito.
¿Y cómo va el exilio teatral? ¿Es feliz?
No es un exilio, el teatro siempre fue el seno materno, yo estoy aquí muy a gusto. El teatro me recuerda cada día dónde están mis incapacidades y estoy todo el tiempo luchando con eso, pero eso contribuye a la felicidad. El teatro se me hace muy duro: mi voz siempre ha sido poderosa, pero ahora es más frágil, la tengo que cuidar mucho más, por lo que llevo una vida casi monacal. La ventaja es ver al público levantándose feliz y ya merece la pena regresar al hotel a oír música, y no hablar palabra, y relajar el espíritu hasta la función del día siguiente.
Ha interpretado a un detective en la posguerra, a un empresario amenazado por ETA, a un miembro de la mafia gallega. Le falta el político corrupto para contar la historia de este país.
(Risas). Hay excepciones, pero el cine ha ido alejándose de los conflictos sociales que están politizados. La vocación de todo creador, y estas son palabras de Lorca, es tener una ardiente vocación social. Cuando lo social se deja solo en manos de los políticos, nos vamos a este conflicto que tenemos ahora con Trump, el Brexit y los partidos ultraterribles.
¿Ve algo del cine que se hace en su país?
No sé el cine que se hace ahora en España. Hace muchísimo tiempo que no veo una película, voy muy poquito al cine y, cuando lo hago, es porque es una obra de arte. No voy mucho al cine porque todavía sufro, prefiero esperar a que se cure esta herida.
Antes todas las películas las protagonizaba Carmelo Gómez, ahora Antonio de la Torre.
Yo procuraba no hacer más de dos películas al año, y eso que tenía la suerte de trabajar con Imanol Uribe y Pilar Miró. No creo que sea ético ni que un actor tenga la capacidad de llevarse al pecho tres o cuatro personajes al año. Pienso que con alguno se miente. (Risas).
¿A qué personaje de la actualidad política actual encarnaría?
Al que más se parezca al Quijote. Me gustaría contar la historia de Tejero, que no me causa ninguna simpatía, pero sí quiso salvar el mundo con su lanza,romper castillos y luchar contra molinos de viento. Me atraen los personajes que esconden muchas contradicciones y las defienden con verdadero ahínco.
¿Qué proyecto le haría volver al cine?
Ahora mismo ninguno. Volvería para hacer algo puntual y concreto, pero no quiero quedarme en el cine y lidiar con las pruebas, el rechazo o si estás perdiendo el ojo derecho; eso me parece bazofia. Cuando haya clase y elegancia, volveré.
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