Ayer 23 de abril, el Día del Libro se celebraba entre otras actividades con la representación en la Biblioteca Villaespesa de Almería de la obra ‘Nunca el silencio’. Una propuesta de la compañía de teatro-danza La Confluencia basada en el relato de Mar de los Ríos publicado en LAVOZ el pasado verano e incluido en el libro ‘Con el viento en los zapatos’. La obra construye un todo poderoso que queda a cargo de la actriz-bailarina Leticia Valle, quien se crece en cada pase.
En esta ocasión, la función iba dirigida a alumnos de Bachillerato, quienes disfrutaron con la obra y el posterior coloquio sobre el proceso de cómo llega un cuento publicado en prensa a una dramatización teatral. Ascensión Rodríguez, directora y dramaturga, y Mar de los Ríos, autora del texto, contestaron a las preguntas de alumnos y profesores.
El espectáculo pone en pie la dramatización de la vida y trágica muerte de la actriz Concha Robles (Almería 1887-1922) en el Teatro Cervantes, ocurrida el 21 de enero de 1922 a manos de su exmarido Carlos Verdugo.
La pieza comienza con una música electrónica de Juan Manuel Cidrón, que representa el homenaje de la época actual a la valentía de una mujer de hace un siglo, quien levanta la cabeza ante el maltrato e intenta redirigir su vida desde la libertad, volviendo a las tablas con la obra ‘Santa Isabel de Ceres’. “Siempre te querremos, Concha”. Así reza la pintada a modo grafiti con la que se cerraba la primera parte, acompañada con danza contemporánea.
Texto dramatizado
La segunda parte del espectáculo comienza por exponer parte del texto que a Concha Robles le dio tiempo a interpretar a su público de Almería el fatídico día de su asesinato. Después se hilaba con el texto dramatizado de Mar de los Ríos, a cargo de la dirección y adaptación de Ascensión Rodríguez.
Este se centra en la reflexión de la actriz en su camerino, rememorando su vida de maltrato e intentando ilusionarse con su nueva etapa, a través de la concesión de su demanda de separación.
La Guajira bailada por Leticia Valle y la pieza de danza contemporánea dedicada a la angustia de vivir sin respirar como víctima del amor tóxico dejan al tiempo sin aire al espectador. Impresionante el trabajo físico y anímico de Valle cambiando de registros, acompañada otra vez por la frialdad de la música electrónica.
La muerte de Concha Robles, con dos tiros entre bambalinas por parte de su ejecutor, da paso al tango final emocionante y esperanzador, personalizado en la voz de Rocío Zamora y en la guitarra de Gabriel Pérez.
El apoyo audiovisual a cargo de Daniel Ortega es un punto decisivo para rematar el mensaje de esperanza. Una veintena de mujeres, bailando la rabia del asesinato desde la pantalla, resucitan al fantasma del Cervantes para siempre y lo convierten en la mujer vencedora. Sin duda asistimos a la andadura de una obra que dará mucho que hablar.
Enhorabuena a la labor artística y coral de ‘Nunca el silencio’, y en particular a Leticia Valle, quien defiende en solitario por primera vez en su carrera una puesta en escena de este calado y que acaba con un himno: “Apostaste y luchaste por una nueva vida con dignidad y eso siempre es ganar, Concha Robles. Nunca el silencio”.
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