La operación bikini pone en guardia a todos los especialistas, que tratan de frenar las hordas de pacientes desesperados por dejar esos kilos acumulados durante el invierno. Andrea Romero del Rey (Almería, 1994) es una nutricionista que lucha contra las dietas milagro desde su consulta en varias clínicas de la provincia y, especialmente, a través de las redes sociales. Ahí consigue llegar a un público que se cuenta por cientos gracias a un lenguaje didáctico y una metodología muy efectiva en el arte de desmitificar.
¿Sigue estando vinculada la dieta mediterránea con un estilo de vida saludable?
Cada vez hay más especialistas que no estamos tan de acuerdo. Por ejemplo, con el tema del vino, que en esa dieta se recomienda tomar casi a diario. La OMS ya dijo en 2015 que cualquier ingesta de alcohol, por mínima que fuese, ya va a causar un efecto nocivo.
¿Entonces, el primer mito que podemos desterrar es el de tomar una copa de vino al día?
Yo no la recomiendo. Consumo cero o muy ocasional. Esa copa se prescribe en la dieta mediterránea por su contenido en resveratrol, un antioxidante que podemos encontrar en otras frutas. Si lo pones en una balanza, me pesa más el efecto negativo del alcohol que encontramos.
¿Se parece en algo esa dieta mediterránea a lo que comemos a diario los almerienses?
Muy poco. Cuando empiezas a indagar siempre te responden eso que llevamos tan aprendido de las cinco comidas, la fruta y la verdura. Pero cuando preguntas qué comieron ayer, no ves nada de lo que han dicho antes. Muchas veces no somos conscientes y pensamos que comemos muy bien, pero cuando realmente lo miramos vemos que no tiene nada que ver con la dieta mediterránea.
Pero es que aquí somos disfrutones. ¿Se puede ir de bares y comer relativamente saludable?
Es algo que todo el mundo pregunta cuando viene a la consulta. Se puede, y son consejos muy fáciles. En primer lugar, la bebida: agua o agua con gas. Si sueles tomar refrescos, cambiarlos por equivalentes sin azúcar para que acabes tomando agua.
Nos van a mirar mal...
Si sales y te tomas una cerveza sin alcohol de vez en cuando no pasa nada. La idea de quitarnos las bebidas con edulcorantes, además de para cuidar nuestra flora intestinal, es la de acostumbrar a nuestro paladar a tomar menos cosas azucaradas.
¿Y en cuanto a la comida?
Tapas sencillas. Pescado y carne a la plancha y evitar añadirles salsas. Aquí, en Almería, contamos con la suerte de tener muy buenos pescados, eso es una ventaja. También hay que evitar las carnes procesadas como salchichas o hamburguesas. El jamón, el queso curado o las aceitunas son también una muy buena opción. La idea es tomar comida real, la materia prima en sí. Algo lo menos procesado posible.
¿Y qué hacemos con el pan?
Si pedimos un lomo, por ejemplo, trata de comerlo en el plato. Pero tampoco pasa absolutamente nada si nos comemos un pedazo que acompañe a un pisto o un tabernero. Sin embargo, si abusamos, puede resultar en una ingesta calórica bastante alta que no beneficia si queremos cuidarnos.
Y cuando hablas de un consumo “ocasional” ¿a qué te refieres?
Ese es uno de los grandes problemas, que no entendemos qué significa “ocasional”. Depende de cómo lo queramos ver puede ser demasiado a menudo. Para mí, ocasional es una fecha señalada, como un cumpleaños, Navidad, una fiesta especial... No todos los fines de semana, eso ya es una frecuencia. Si consumes alcohol los sábados y los domingos, eso ya es algo que se convierte en frecuente.
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