Juan Francisco Padilla hace una pausa y sonríe. “Es que mi vida tiene muchas facetas”, dice. “No solo toco y practico mucho con la guitarra; también estoy componiendo, orquestando, haciendo proyectos con orquestas sinfónicas. Dedico el tiempo que puedo a estudiar sobre el papel de Antonio de Torres en la historia de la guitarra. He escrito algunas bandas sonoras...”.
Padilla es uno de los mas serios y reconocidos guitarristas almerienses de la actualidad. Desde muy joven ha tocado en importantes escenarios de todo el mundo, y con orquestas de primer nivel. Ha grabado discos y recibido premios, dirigió el certamen Julián Arcas durante años... Vivió en Madrid mucho tiempo, pero, aunque continúa con su agenda de conciertos, desde hace un tiempo ha vuelto a su tierra. “Como aquí no me siento en ninguna parte”, dice. “Es mas fácil viajar desde Madrid, claro, pero es el peaje que pago por vivir como me gusta”.
Ahora estamos en su casa, hablando de un disco. Mas bien de un tremendo proyecto en el que participado, y que lo apasiona, definitivamente. Se trata de ‘Rondeña del siglo XIX’, una verdadera joya que trasciende lo musical y se adentra en la musicología, “un camino que hay que recorrer mas”, afirma Padilla. “Sinceramente, ojalá este disco sea un incentivo en ese sentido”.
Influencia
El álbum, editado gracias a la colaboración del Patronato de la Alhambra, la discográfica IBS Classical, y el Centro de Documentación Musical de Andalucía, es un estudio de la evolución e influencia que ha tenido la rondeña (y, mas ampliamente, la guitarra flamenca y de concierto), desde el siglo XIX hasta Manuel de Falla.
Y todo, a través de varias obras y versiones de esta derivación del fandango (“es la forma mas simple de explicar lo que es la rondeña”, apunta Padilla). Un camino que comienza por tres versiones de la rondeña del mítico guitarrista granadino Francisco Rodríguez Murciano (El Murciano, 1795-1848), algunas de las cuales son primera grabación mundial. Y continúa con la ‘Rondeña para guitarra sola’ de Julián Arcas, otra de Tomás Camas (‘La Macarena’), una obra de Ángel Barrios (‘El pregón de las flores’), y el ‘Homenaje a la tumba de Debussy’, de Manuel de Falla.
La rondeña
El proyecto llegó a Padilla cuando conoció que los investigadores María Luisa Martínez y Peter Manuel, de la Universidad de Nueva York, estaban haciendo un estudio sobre la Rondeña del Murciano. “Esta es una obra clave en la historia de la guitarra, y del flamenco”, explica, “porque es la primera manifestación escrita de una pieza para guitarra sola”. Martínez había encontrado un nuevo manuscrito de esa obra en un archivo de la Infanta Isabel, en el Conservatorio de Madrid, y estaba haciendo una ponencia sobre ello.
Una amiga sugirió a los investigadores que, dada la importancia del evento en el mundo de la musicología, alguien tenía que tocar la obra, y recomendó a Padilla. Le mandaron la partitura, y el guitarrista, “con esa suerte de hiperactividad mía”, hizo una grabación casera y al día siguiente la envió de vuelta.
Del impacto que les causó, surgió la idea de grabar este CD. Y Padilla propuso ir mas allá: “Les dije: Si vamos a interpretar esta música, que sea con un instrumento de la época. Si no, no tiene sentido”, recuerda. “¿Y cuáles eran las mejores guitarras ya en aquella época? Pues, por supuesto, las de Antonio de Torres”.
Consiguieron que la Junta de Andalucía les cediera una guitarra de Torres (la SE 116, de 1883), que conserva en Granada, en el Centro de Documentación Musical. “Es un instrumento con unos tintes propicios para esta música”, dice Padilla. “Además, la afinación fue la que se usaba en la época, el La a 430 Hz. Y, muy importante, le pusimos cuerdas de tripa auténtica, y bajos de seda entorchada. Esto es muy importante, pues este era el sonido de la época”.
El camino
Mientras escuchamos ese sonido, Padilla habla de los meses dedicados al estudio de esta música para “hallarle su sentido verdadero”, y del proceso de grabación en el auditorio Manuel de Falla, de Granada. El CD se cierra con un bloque vocal en el que la cantaora Esther Crisol acompaña a la guitarra en un recorrido por las coplas de la rondeña del siglo XIX.
“Es un disco importantísimo para la musicología”, afirma Padilla. “Y esto, para mí, ha sido un paso adelante en la forma de entender esta música. El trabajo musicológico es un camino para que la música sea mejor. Pero pienso que no puede ser un objetivo en sí. Busqué que este fuera también un disco bonito. Que quien lo escuche, lo pueda disfrutar. Para mí no tenía sentido hacerlo de otra manera. Tiene que tener un interés emocional; si no, no abres tantas puertas para su difusión”.
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