"Las mujeres de esta hermandad, desde sus inicios hasta el día de hoy, hemos sido muy valientes, emprendedoras y hemos mantenido oración con amor a la esperanza". Esta fue la conclusión con la que la Camarera Mayor de Estudiantes, Carmen Villanueva, cerró en la noche del pasado viernes la mesa redonda organizada por la hermandad como parte de la celebración de su 75 aniversario.
En la mesa del salón de actos San Juan Pablo II de la Casa Sacerdotal San Juan de Ávila se reunieron décadas y décadas de historia personificadas en esas mujeres que, a lo largo de 75 años de vida han cuidado, mantenido y mimado túnicas de nazarenos, sayas y mantos de la Esperanza y enseres de una hermandad que no ha olvidado reivindicar el papel de las camareras en sus tres cuartos de siglo de vida.
"La Cofradía de los Estudiantes siempre ha tenido muchas mantillas", recordaba en su turno Gádor Medina. "El primer año, solo con el Cristo de la Oración, iban 60 mantillas, y eso que aún no estaba la Virgen", rememoró, tras reivindicar aquellos primeros compases en los que había "pocos años, poco dinero y mucha ilusión". "Era muy diferente a lo que estáis viviendo ahora", sentenció.
Sin machismo
Ese cambio a lo largo y ancho de la historia de Estudiantes (y de la propia Semana Santa almeriense) lo confirmó Adela Requena, quien también fuera Camarera Mayor. "Todo ha cambiado tanto... Nosotros íbamos por parroquias y conventos pidiendo jarras, candelabros... No teníamos patrimonio", narró.
Requena también subrayó la ausencia de distinción por sexos en el seno de Estudiantes. "El machismo que ha habido en otras ciudades españolas respecto a la Semana Santa nunca se ha dado en Estudiantes: estamos aquí hoy porque el tema es el de las camareras, pero también hemos ocupado cargos de todo tipo en las juntas de Estudiantes", narraba.
A lo largo y ancho de más de hora y media, nombres históricos de la Hermandad de los Estudiantes como Isabel García, Mª Carmen Pantoja, Carmen Ferre o Encarnación Hidalgo (Cachita) compartieron sus experiencias personales como camareras.
"A mí me tocó una época muy importante y muy bonita para las mujeres de la hermandad", recordaba Isabel García. "Tuvimos mucha independencia y mucha importancia", planteó la mujer que luchó porque las camareras de Estudiantes conformaran un grupo con vida propia dentro de la propia hermandad. "Organizábamos muchas actividades y teníamos nuestra estructura, con tesorera, secretaría... Y hacíamos labores de mantenimiento, costura, organizábamos actividades infantiles...", contó García.
Reconocimiento
"Las camareras somos las menos conocidas y nuestro trabajo es el menos reconocido. La gente no lo sabe, pero el trabajo de las camareras es fuerte, es duro", reivindicaba en su turno de palabra Pantoja.
Fue ella quien recordó aquellas épocas históricas en las que Estudiantes no disponía de una casa de hermandad en la que reunirse para llevar a cabo sus muchas labores. Era entonces cuando se aprendía a coser en la casa de alguna camarera, cuando se arreglaba el largo de las túnicas y se confeccionaba la ropa de la Virgen para que todo estuviera perfecto cada Miércoles Santo.
"No hablemos de las camareras despectivamente. Hay que reconocer su trabajo en la calle, que es mucho", sentenció Pantoja.
La visión más emotiva de la labor de camarera la dieron Cachita Hidalgo y Carmen Ferre, recordando cómo llegaron hasta la Esperanza y cómo viven esa dualidad de privilegio y sacrificio que supone trabajar para la hermandad lo más cerca posible de sus titulares.
"La suerte que tienen estas mujeres, aquí al lado de Ella", pensaba Hidalgo al ver las camareras de la Esperanza antes de ser ella quien ocupara ese lugar. "Para mí no es un sacrificio salir de mantilla; sé que se pasa mal, pero para mí es un lujo y un privilegio. De hecho, cuando he hecho alguna promesa he hecho promesa de no salir, porque es lo que más trabajo me cuesta", confesó.
Ferre, por su parte, demostró por qué Estudiantes (y más concretamente su grupo de camareras) es una familia. "Yo me siento feliz al lado de la Virgen. A su lado se me olvida todo y me siento especial", planteó.
Y, por si alguien llegara al final de la mesa redonda sin tener muy clara la figura de las camareras, dos conclusiones pusieron la guinda perfecta. Por una parte, Carmen Villanueva sentenció que "ser camarera es trabajo". Por su lado, don Juan Torrecillas aprovechó el turno de preguntas para acabar diciendo: "Dios os lo pague. Os necesitamos".
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