Sète, Francia, 25 de mayo de 1939. Más de 1.500 republicanos españoles se encuentran en uno de los muelles de esta ciudad cercana a Marsella y se disponen a subir a un barco que les llevará lejos de Francia. Y lejos de su España. Se dirigen a México, donde el presidente Lázaro Cárdenas ha dado instrucciones para que miles de republicanos puedan ser acogidos en aquel país.
Evacuación
Al término de la guerra española, alrededor de 450.000 españoles se vieron forzados a marchar al exilio francés. A finales del verano de 1939 aún quedaban 200.000 en los campos de concentración y en los centro de alojamientos. Francia deseaba descongestionarlos y aliviar la carga económica, social y política que suponía mantener a todos esos refugiados. A las puertas del conflicto con Alemania, muchos republicanos decidieron que la guerra ya no era una opción y decidieron marchar a un segundo exilio, esta vez de forma definitiva. Sudamérica se convirtió en el destino predilecto de más de 20.000 exilados con México como el principal país.
Para organizar la evacuación de los refugiados, el gobierno republicano en Francia creó un organismo, el Servicio de Evacuación de Republicanos Españoles (SERE), que se encargó de pagar los pasajes de embarque y la manutención en los primeros meses de todo republicano que necesitase una ayuda para instalarse en sus destinos. El primero de aquellos barcos fue el Sinaia, un buque francés que ya había evacuado a niños durante la guerra en España.
Las noticias acerca de un posible exilio a México corrieron como la pólvora entre los numerosos campos de concentración y las solicitudes llegaron por millares a las oficinas del SERE. Pero México impuso unas condiciones para la acogida: los que llegaran a su país debían mantenerse con su esfuerzo o, en caso de no poder hacerlo en el momento, contarían con la ayuda financiera del gobierno republicano. Para tal fin, Juan Negrín, aún presidente del gobierno republicano, mandó hacia México una cantidad importante de dinero a bordo del yate Vita con el fin de asegurar el sustento económico de los miles de refugiados que iban a ir llegando a lo largo de 1939. Una vez organizado el dispositivo, el SERE empezó a seleccionar a los pasajeros según el perfil y la urgencia. Principalmente fueron escogidos hombres que aún permanecían en los campos de concentración con un perfil profesional del sector primario. Por otro lado, decenas de intelectuales y cargos militares fueron también embarcados en el Sinaia.
Almerienses en el Sinaia
Puerto de Veracruz, México, 13 de junio de 1939. Tras una larga travesía de 20 días llega la embarcación. Entre todos aquellos pasajeros había 16 almerienses, 12 hombres y 4 mujeres. Entre todos ellos destaca el que fuera Miguel Vidal Rico (Almería, 1910), funcionario del Ministerio de Agricultura y responsable de la Junta de Compras y Abastecimiento durante la guerra se embarcó como uno de responsables de la seguridad de los refugiados. Entre sus escritos, conservados en el archivo del SERE, describe la travesía durante todos esos días. El viaje en el Sinaia fue complicado debido al hacinamiento, a la desesperación por tantos días en alta már, la escasez de alimentos y el trato dado por la tripulación a numerosos republicanos, especialmente a las clases más humildes.
Por su parte, José Aguilera López (Viator, 1917) relata cómo salió del campo de Argelès y encontró en el barco un espacio de libertad y esperanza que había perdido entre las alambradas meses antes. Las mujeres también fueron protagonistas, como Isabel Fernández Martínez (Almería, 1919) mecanógrafa de la CNT en Barcelona que marchó embarazada a México en busca de su esposo, Germán Sanz, que marchó a México meses antes para preparar la llegada de los refugiados. La sorpresa de Germán fue mayúscula cuando vio a su esposa bajar por la pasarela del Sinaia. Difícil fue embarcar para el matrimonio compuesto por José Cruz Torres (Urrácal, 1891) y María Vicente Pallarés (Urrácal, 1894), que dejaron en España a sus hijos José, Dolores y Enriqueta a cargo de su abuela en Almería. Las numerosas peticiones a los gobiernos republicanos y mexicano para facilitar que sus hijos marcharan también al exilio fueron infructuosas para el matrimonio. María falleció de cáncer solo un año después sin poder volver a ver a sus hijos. El Sinaia fue el primer barco en llegar cargado de refugiados a México pero le siguieron otros como el Mexique, el Ipanema, el Flandre, el Nyassa o el Serpa Pinto. 80 años después estos barcos de la esperanza merecen todo nuestro reconocimiento.
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