Si una campana es siempre un objeto cargado de simbolismo, esta que ahora luce en un flanco de la iglesia parroquial de la Misericordia de Almócita añade significados muy especiales. Sinceros, emotivos y profundos.
Es solo una campana. Pero una campana con cerca de trescientos años de edad que coronaba una antigua capilla mudéjar, la cual se quedó casi olvidada en un recoveco de la historia, en tierras de los padres del poeta José Luis y Campos y del célebre alpinista profesional Javier Campos.
Cuando el tiempo hizo su trabajo y la ermita se fue deshaciendo lentamente, solo quedó casi como único recuerdo material esta campana, cuyos forjadores jamás hubieran podido imaginar un acto como el celebrado el pasado viernes en la iglesia de Almócita.
Pero antes de que llegara este día, que los donantes compartieron con vecinos del pueblo, artistas almerienses y, sobre todo, amigos de toda la vida, fue necesario devolverle su presencia más digna, más bella. De esa faceta se encargó un vecino de Almócita, José García Yebra, que ha dirigido y materializado su restauración y la construcción de un arco de madera para que pueda sonar en su nueva vida.
Sonar como sonó el viernes, arropada por un cálido ambiente entretejido de poesía, música y danza.
La serenidad del templo no se vio alterada en ningún momento por un acto casi improvisado que comenzó con el poema ‘Tratado de Aeromaquia’ de José Luis Campos recitado por el escritor Juan Herrezuelo, cuyos versos fundamentales comenzaron a reiterarse a través de la creatividad sonora de Cidrón, conectando así el sentido del poema dedicado a la campana, con toda la acción.
Fran Peñate, al saxo barítono introdujo escalas profundas y serenas, intercaladas con toques de campana mientras Cidrón incorporaba el sonido de los cuencos tibetanos. A fin de cuentas, metales alejados en el espacio y cercanos en la sonoridad y en la dimensión espiritual.
Frente al altar, Kasia Ozog evolucionaba interpretando las sensaciones en torno a la campana y a un momento tan intenso y sereno a la vez.
‘Tratado de Aeromaquia’
El poema de José Luis Campos enfatizó el sonido de la campana otorgándole una dimensión más allá de los sentidos, por mucho que su aspecto y su sonoridad fuesen bellísimos: “Y así sucederá / una serena tarde de agosto boreal. /Sonará la campana”.
El poeta invitó en clave literaria a recibir esta cita tan singular en la iglesia de Almócita como una experiencia irrepetible, trascendente y henchida de emociones íntimas,estrechamente vinculadas al recuerdo de la madre, María de los Ángeles: “Y dejen que suceda, / y beban el sonido / inmoderadamente / hasta mudar el alma, / una discreta y confortable / tarde de agosto boreal”.
La campana
Almócita tiene ya su nueva campana. Un regalo valioso que llegó envuelto en la fina seda de la amistad y de la conexión entre personas. Mariángeles García, nexo entre los dueños de la campana y Almócita dejó claro el sentimiento del pueblo en torno al acto, que fue introducido por la concejal de Cultura, Paqui Quirantes .
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