La novelista viaja a Haworth, en el condado de Yorkshire, corazón del universo creativo de las hermanas Charlotte y Emily Brontë, que tanto poso han dejado en su obra y en la literatura universal
En el otoño de 1847 Jane Eyre fue la primera publicación de las hermanas Brontë, seguida dos meses más tarde por Agnes Grey y Cumbres Borrascosas. Estas tres novelas son la representación de una saga de hermanas literatas, las más famosas de la historia y que correspondieron en su primera edición a los seudónimos de: Currer Bell (Charlotte) Acton Bell (Anne) y Ellis Bell (Emily). Pero, ¿quién demonios eran estas tres plumas que habían llegado para pasar al Olimpo contra todo pronostico? Todavía hoy es muy emocionante ir a descubrirlo al sitio que las vio crecer, convertirse en mujeres independientes, escritoras y que también las vio morir muy jóvenes. Es lo que yo he hecho este verano. ¿Me acompañan?
Haworth Es un pequeño pueblo del condado de Yorkshire, al noreste de Inglaterra, donde llegaría Patrick Brontë como párroco anglicano en febrero de 1820, junto con su esposa María y sus seis hijos pequeños. María procede de una familia aristocrática inglesa y Patrick era un apuesto irlandés avispado. Alumno de la universidad de Cambrige, posteriormente será clérigo, lo que en sí mismo constituía un status. Tanto es así, que las familias de los clérigos se casaban entre ellos. También fueron la fuente de muchas de las institutrices y maestras del siglo XIX. Sí han leído las novelas de las hermanas Brontë todo este universo queda perfectamente reflejado en sus argumentos y personajes.
La casa Brontë Sorprende una casa de estilo georgiano de piedra, sin grandes lujos, pero suficientemente cómoda para la primera mitad del siglo XIX. Ahora constituye el edificio-museo que contiene toda la vida y obra de las Brontë, dando la sensación, cuando se transita por sus pasillos, que ellas han ido a pasear por los páramos y que enseguida vuelven para continuar con sus poesías o capítulos a medias. La diminuta habitación de Emily o el desorden y oscuridad de la del único hermano de la saga, Branwell, nos da una idea muy aproximada del ambiente que se respiraba. La madre, María, muere de cáncer a menos de un año de llegar a aquella casa y las niñas crecen mimando al único varón, el menos talentoso, y que se dedica básicamente a beber y a dar disgustos al resto. Cuando se cruza Inglaterra, una puede admirar su eterna devoción a: los libros y la música, poniendo también en cuestión el mismo nivel de interés por la cerveza y los postres.(No hay un país perfecto, que nos lo digan a nosotros).
La casa está rodeada por el cementerio antiguo, donde iban a parar la mayor parte de la población antes de los 24 años (Esa era la media de longevidad en la época) El no tratamiento de las aguas potables y fecales constituía el mayor de sus problemas diarios. Cruzando el cementerio nos encontramos con una iglesia modesta donde Patrick ofició la mayoría de sus servicios y donde están enterrados todos los Brontë a excepción de Anne, que quiso expresamente reposar en un pueblo de la costa.
Entrar en la iglesia, que no tiene gran valor arquitectónico, fue para mí el culmen de mi paseo. Visitar la tumba de las hermanas más queridas, Charlotte y Emily, mientras el párroco actual tocaba el órgano, constituyó un momento místico, inolvidable.
Los páramos Pero sin duda cualquier lector de Cumbres Borrascosas, puede ver la cara morena de Heathcliff, escuchar entre el viento sus gritos de dolor llamando el fantasma de Catherine, si se pasea por las veredas que serpentean los páramos. Ovejas salpicando un paisaje verde y morado, lagos llenos de aves, muros retorcidos de piedra de más de doscientos años procedentes de las canteras del lugar, ruinas de granjas abandonadas que bien podrían ser cualquiera de las nombradas en el argumento, nos sitúa en el centro de la historia de amor y odio de la única novela de Emily.
Dicho por todos los críticos, una de las cinco mejores novelas de la historia de la Literatura. Su verdad más hermosa y de la que por desgracia no le dio tiempo a disfrutar ante su prematura muerte, justo al año de su primera edición. Pasear por los caminos donde las hermanas estiraban sus letras y sus piernas redondeó mi visita a Haworth de manera rotunda.
Saga novelesca No hubo tregua, ni supervivientes, ni descendientes. Patrick Brontë fue enterrando uno por uno a todos los miembros de aquella familia, como en una perfecta novela gótica, de las que proporcionaron la Eternidad a Charlotte y Emily. (Las dos mayores, María y Elisabeth, no pasaron de niñas) Las escritoras murieron alrededor de los treinta. Branwell, Emily y Anne abandonan este mundo en nueve meses, entre 1848 y 49. La más longeva fue Charlotte, quien sobrevive al resto seis años y debe su deceso a un mal embarazo, cuando por fin creía haber encontrado el amor de un esposo. Ella sí es reconocida en vida como una gran escritora. Patrick llega hasta los 84 años en 1861. Tuvo al menos el consuelo de recoger las mieles de las sucesivas ediciones de las novelas de sus hijas, que nunca cesaron y que llenan nuestras estanterías, casi doscientos años después de su desaparición. Pero ellas y sus personajes siguen allí, yo las he sentido, entre el ulular del viento, la fina lluvia, las sólidas piedras... y sus hermosos libros, que ya son míos. Como ellas querrían.
Consulte el artículo online actualizado en nuestra página web:
https://www.lavozdealmeria.com/noticia/5/vivir/178400/un-paseo-con-las-bronte