Todo comenzó en 1998 cuando un grupo de músicos y amigos crearon una asociación para promover el jazz y traer a Almería a sus admirados artistas nacionales e internacionales. Dice Pablo que Clasijazz nació en una pequeña sede y que, a medida que el sueño se hacía más 'potente', esta es hoy una Fundación en el barrio de Oliveros que acoge todos los géneros y estilos musicales para hacer realidad los sueños de cualquier ser humano. Hay tanto mundo por ver y tanta música por escuchar...
¿Cómo era usted cuando era chiquitillo?
Era rubillo, inquieto, nervioso; con muchas ganas de descubrir desde los bonsais y las aves hasta la música. Mi padre accedía a tanta intensidad de hacer muchas actividades y de unir gente.
¿Eso lo vivían en casa?
Mis padres son maestros. Las tardes que tenían libre hacíamos coros de habaneras con los vecinos. Mi padre venía de la tradición de las tunas y las rondallas. Era muy cercano y accesible y enseguida hacía amigos.
¿Dónde sonó por primera vez la música que le impactó?
En mi casa. Los amigos de mi padre tocaban 'Gwendolyne', de Julio Iglesias, y yo con la oreja pegada en el pecho de mi madre la escuchaba. Los vecinos la tarareaban y hacían coros.
¿En el cole prestaba atención a la pizarra o estaba con la cabeza en otro sitio?
Miraba a la pizarra y pendiente de diferentes cosas (se ríe). Igual que cuando entro en Clasijazz. Me cuesta concentrarme mucho en una conversación, siempre estoy pendiente de muchas cosas. Yo creo que no es bueno pero es mi forma de ser. Siempre tengo la idea de que todo el mundo esté tranquilo.
¿Qué pedía en su carta a los Reyes Magos?
Un poco de todo. Cosas relacionadas con la música. Un reproductor de doble pletina (se ríe), un ajedrez, una raqueta de tenis; cosas que valen para hacer más cosas. Mi padre y yo compramos en Madrid un piano Casio de cinco octavas y me hice de un piano en la tienda de Luis Gázquez, ese fue el primero. Mis vecinos me enseñaron los primeros acordes.
¿Podría calcular la totalidad de las personas conectadas a Clasijazz?
Estamos llevando a cabo un plan de mecenazgo y hemos tenido que calcular el impacto que tiene la Fundación en diferentes ámbitos. 40.000 personas pasan anualmente por la sede en Oliveros. Además de las redes sociales, cadenas de radio y de televisión en España, de Madrid, Barcelona y de países como Dinamarca y Estados Unidos.
Todo un movimiento cultural global.
Es un modelo de creación de no depender de ningún organismo. Son las familias nuestra fuente de ingresos. Las instituciones pueden ayudar más o menos pero este modelo de financiación se ha convertido en una tradición.
Hablemos de Diego Cruz, una voz importante en el soul y el pop español, y que ha actuado en Clasijazz. ¿Podría contarnos de qué habló con él cuando fue nombrado concejal de Cultura?
Le mostré mi alegría de que nos representara alguien del sector de la música. Creo que sabe lo que hay que hacer. Estamos expectantes de lo que pueda hacer. Es un gran músico y una buena persona y tiene nuestra confianza porque las miras de Clasijazz son muy altas con la cultura.
En la capital y provincia hay vocalistas excelentes que no tienen la seguridad para subirse a un escenario, ¿qué indicaciones les daría para dar voz a su voz?
Aquí hay voces y músicos increibles con diferentes estilos musicales. Clasijazz sirve como puente para grandes voces que también hay en la provincia. Hay que quitarse el miedo y la vergüenza sin perder el respeto. Ahí están las jam session coordinadas por mi padre y el pianista Paco Posadas cuando yo no puedo asistir. También hemos creado talleres para personas jubiladas que tocan instrumentos.
¿La Fundación la forman colaboradores incondicionales, incluidos sus padres?
Son muchos como Federico Rebolloso y un grupo bastante numeroso. Mis padres aportan su cariño y generosidad a los músicos en sus traslados a los aeropuertos ocupándose de sus necesidades con verdadero cariño. Lo que más recuerdan los músicos que pasan por el club es al público y a esas personas con valores éticos muy potentes. Esto no lo hay en Nueva York. Allí todo es dinero y 'corre y vete rápido', y aquí es generosidad.
¿Podría confesar su canción favorita?
Podría ser 'Moon river'. Me recuerda cuando íbamos con la Big Band a los pueblos.
Moon River va de la mano de la película Desayuno con diamantes, ¿sería capaz de hacer magia en la cafetería del Club?
Nos gustaría mucho crear ese pequeño diamante con voces que vengan a cantar a media mañana. Abrir este espacio para que la gente venga a desayunar a la cafetería estos 20 minutos idílicos y tomarse su café y su tostada mientras escucha unas canciones.
¿Quién es su compositor clásico preferido?
Johannes Brahms y su concierto de violín. Tiene una introducción de orquesta de unos de 10 minutos que es un universo total. Pasas por ríos, por lagos, por naturaleza y por algo muy terrenal que es el amor; una cosa muy potente.
¿Cuál es su lugar favorito después de Clasijazz?
Un barrio que hay en Copenhague que se llama Cristiana. Es un sitio libre con gente que en los 70 quería organizarse de una manera autosostenible y crear un mundo mejor. La Cala de San Pedro me gusta mucho, allí me casé.
Seguro que tiene una anécdota inolvidable
El revivir el patio de mi casa, el porche en el antiguo Clasijazz en la urbanización del Quinto Pino. Quizás esa sea la anécdota más potente. Ver el primer día al saxofonista americano, Joe Lovano. Esa respuesta de los amigos que lo conseguimos con nuestras cuotas. Quizás ese sitio era un tugurio, pero me molan mucho las cosas excéntricas. Me di cuenta de que los sueños se conseguían fruto de la unión de personas.
¿Mientras vive tan intensamente la pasión de Clasijazz le cuentan que está pasando en el mundo?
Sí, me lo dicen y no me gusta mucho. Este año hemos tenido 20.000 niños en programas didácticos. Con estructuras artísticas como estas no cabe más que el respeto. Crea sinergias positivas, paz y felicidad. Está demostrado que Clazijazz, además de un centro, es un sitio cívico donde se dan unos valores necesarios para la sociedad actual.
Ha empezado esta entrevista recordando el bonsái de su niñez y ahora parece que hablamos de una 'conífera' que crece más alto buscando la luz de las estrellas.
Hasta que nos llegue la energía porque el relevo generacional está garantizado. Queremos llegar a muchos sitios y los que más tienen que decir son los socios y las familias que han vivido el proceso: Juanjo Muñoz, Gabriel Quero, Miguel Saavedra y otros muchos.
¿Ahora ya cabe en Clasijazz todo tipo de música?
Música contemporánea, tradicional, tuna, rock, pop, danza contemporánea, música de cámara, todas las etapas del jazz, la música de Nueva de Orleans, Big band, bailes de swing...
Pare, pare Pablo.
¡Hay un universo exagerado!
(Risas)
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