Vicentillo ayer amaneció nervioso. Sentado y obediente como de costumbre, pero inquieto, que había dormido en un lugar distinto al suyo y lo que iba a pasar horas después era especial, extraordinario.
Con su rosa blanca, Vicentillo fue ayer consuelo de la Esperanza, que se dice pronto.
El que le fue perfumando el festivo camino de un distinto 12 de octubre. Porque ayer, el Día de la Hispanidad fue un poco Miércoles Santo, pero también algo de Jueves Santo. El 12 de octubre ha sido, este año, muy Semana Santa.
Pasaban las ocho de la tarde cuando unas puertas se abrieron y una multitud aplaudió. Eran las de la Catedral, y la gente esperaba la salida de la procesión extraordinaria de los Estudiantes, que celebraron anoche sus 75 años de vida con Almería, regalandole a la ciudad la alegría que solo es capaz de contagiar la Esperanza.
Y Vicentillo estuvo ahí viéndolo y escuchándolo todo. Escuchó a la Agrupación Musical Nuestra Señora del Mar abrir el cortejo. Vio a todas las hermandades de la capital, sin excepción, volcarse con la extraordinaria. Se tapó los oídos con la pólvora que sorprendió a más de uno bajo la estatua del Beato Diego de Ventaja y en otros puntos del recorrido, como la calle Real o la puerta de las Puras. Disfrutó con los sones de la Asociación Músico–Cultural San Sebastián, de Padul (Granada) tras el palio. Todo ello, sin dejar de mirar a la Esperanza.
El ambiente
Vicentillo se sorprendió con las calles (muchas) del Casco Histórico engalanadas gracias al trabajo de las demás hermandades de Almería. Y con el cortejo. Y con la cantidad de gente que salió a la calle en busca de Esperanza. Era el primer Miércoles Santo de Vicentillo, claro, y de ahí la extrañeza.
También vio Vicentillo muchas caras conocidas. En Mariana, por ejemplo, se encontró de cara con Cristóbal Cervantes y su madre; cruzó miradas constantes con Pepe Luis Cantón y Antonio Artero, incapaces como son ellos de separarse de la Esperanza.
Se le empañaron los ojos a Vicentillo nada más llegar a la plaza de la Adminsitración Vieja (tras sorprenderse con la petalá hecha por los hermanos del Rosario del Mar). Allí, una pancarta con un lazo rosa rezaba “Una vida de Esperanza”, recordándole que el 19 de octubre se celebra el Día Mundial contra el Cáncer de Mama y que pocos saben más de la Esperanza que ellas.
Por allí la procesión se perdió, dejando los sones de la guitarra de Guillermo Fernández resonando en el convento de las Puras. Y Vicentillo vivió el sueño de una noche de otoño con calor de verano recorriendo Las Tiendas, bajando Real, paseando junto al Parque Nicolás Salmerón y tantas otras cosas que no había imaginado jamás.
Vicentillo es un ángel y ayer estuvo sentado a los pies de la Esperanza. Vicentillo es la expresión perfecta de lo que es la Hermandad de los Estudiantes: es madre de muchas otras, y madrina de otras tantas. Madres y maestras, la Esperanza y la Hermandad.
Todo empezó de la mano de Antonio Salmerón (que ayer llevaba la cruz de guía de su Hermandad), cuando comenzó a llevar, cada Jueves Santo por la mañana, una rosa de las que llevaba la Esperanza de la noche anterior hasta San Agustín para que la Virgen del Consuelo la llevara en su procesión.
Los detalles de este calado pasan rápido a costumbre y, de ahí, a tradición. Y la rosa compartida por la Esperanza y el Consuelo no tardó en ser tradición, hasta que un grupo de hermanos de ambas hermandades encargaron a Vicentillo, un pequeño angelito que lleva un ancla y sujeta, cada Jueves Santo una rosa de la Esperanza.
Pero ayer el guion cambió por completo: Vicentillo (que fue bautizado así porque fue bendecido un Jueves Santo 5 de abril, día de San Vicente Ferrer) viajó de la mano de la Esperanza en ese sueño que fue la procesión extraordinaria del 75 aniversario de los Estudiantes que, al escribir estas líneas, estaba aún pasando por la iglesia de Santiago Apóstol.
Porque sí, quizás habría cosas que podrían haber salido mejor ayer, quizás los coches de Mariana estorbaban al paso de la procesión o quizás el ritmo del cortejo podría haber sido otro... Pero fue un sueño confeccionado en las entrañas de la Catedral para Almería. Como todo lo que lleva haciendo la Hermandad de los Estudiantes desde hace 75 años. Y Vicentillo es testigo de ello: aunque él no dejó de mirar a la Esperanza, jamás olvidará aquel 12 de octubre.
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