El pasado martes comenzaba FICAL, con una de las actividades previas con la que se llenaba el Paseo de amantes del Cine. Era la primera sesión del Ciclo ‘Almería, Tierra de Cortometrajes’ de las dos programadas. En ellas se pretende dar visibilidad a algunos de los cortometrajes almerienses que no fueron seleccionados en la anterior edición, pero que, el diputado de Cultura y Cine, Manuel Guzmán, y el director de FICAL 2019, David Carrón, reconocían de gran valía. Con esta proyección realmente se premiaba a los cortos de la tierra. Los diez directores así lo recibían en su turno de palabra. Cámara y acción:
‘Inadaptada’. Marina Hernández. Ficción. Abría la sesión Rodalquilar y Carmen de Burgos con sus paisajes de amor y desamor, con la pena ensangrentada de enterrar a los hijos y la esperanza en verde prado de decidirse a coger el tren de las segundas oportunidades, que solo nosotras podemos concedernos. Carmen, la protagonista, es el trasunto de la vida y obra de nuestra intelectual más avezada, como una propuesta poética intergeneracional. Un trabajo muy digno de esta nueva cineasta, cuyo talento para mezclar textos representados con su voz y efectos visuales con sabor almeriense dejó huella en la sala.
‘La Vida’. Toni Carré. Ficción. Cambiaba el registro radicalmente para trasladarnos a una del Oeste, donde se representa el devenir de una familia con sus luces y sus sombras, quedando en el aire la enseñanza sobre el poso que cada acontecimiento deja en la reflexión del devenir. La proyección de este corto sin duda significaba el sueño cumplido de un autor que persigue su emoción.
‘Luzas y Morras’. José Carlos Castaño. Documental. Con esta obra se retrataba lo que queda en nuestra tierra de uno de los oficios más antiguos del mundo, pastor, con testimonios que recogían la imagen de una vida que resulta anacrónica para el resto del mundanal y que ellos reconocían como totalmente vocacional. “Yo para los Reyes de pequeño ya pedía una cabra”. El humor era la clave elegida para esbozar este retrato, demasiado largo en metraje.
‘Te inventaba conmigo’. Daniel Parra. Documental. La historia de amor de sus abuelos constituía la propuesta de este autor, con algunos efectos de animación, donde el propósito manifiesto era hacer un homenaje a sus predecesores. Cabe destacar del relato la manera de relacionarse de los novios de los años cincuenta del siglo pasado, totalmente diferente a la actual, donde lo romántico llevaba por los pies a los amantes de carabina. Había en el aire influencias de: Muchos hijos, un mono y un castillo, en clave almeriense.
‘Almería desde el cielo’. Eduardo Hernández de Haro. Documental. Los drones son los reyes de las tomas en el nuevo cine, por las vistas tan espectaculares que aportan las cámaras subidas en estos artefactos, impensables hasta hace bien poco. Es el caso de este corto, desde el cielo y en tres minutos se recortaba el perfume y el viento de nuestros amados paisajes almerienses. Un documental que venía a refrescar el ambiente.
‘Apariencias’. Francisco Guerrero Simón. Ficción. Una sátira sobre las nuevas tecnologías que nos devuelve el viejo dilema, sobre si debemos dejarnos llevar por la primera impresión, antes de emitir un juicio sobre alguien. Especialmente si esa impresión es una sola foto, generalmente trucada con mil filtros, que representa la fachada de la promesa de amor en un aplicación para citas románticas por Internet. El sentido del humor en los diálogos contribuyó a disfrutar de esta cinta de pie de calle.
‘El Buen Hijo’. Juan Francisco Ferre García. Ficción. Ya nos lo advirtió el autor antes de abordarla. “No se agachen a recoger algo que se pierden el corto”. Cierto. Una propuesta magistral donde le bastan 60 segundos para demostrarnos el sufrimiento de los vástagos de padres separados e irresponsables, que usan a sus hijos para herirse mutuamente, cuando el verdadero daño se lo están haciendo a una persona en construcción, retorciendo para siempre su infancia y el resto de su vida. Genial, lo bueno y breve, bueno al cuadrado.
‘Postales desde el Desierto’. Luis Francisco Pérez. Ficción. Cinco minutos de imágenes del desierto de Almería, con el hilo conductor de una historia de amor platónica entre dos jóvenes muy diferentes. El eterno dilema de la necesidad de a quién amar más allá del flechazo, si las circunstancias que acompañen al aquí y al ahora de los choques románticos no están acompasadas. Una fotografía magnífica.
‘Tierra Amarela’. Dinis M. Costa. Ficción. El gran ganador de la noche. Una ficción que pone los pelos de punta sobre la trata de mujeres. Una manera salvaje de abordar un tema inhumano, donde el diálogo huelga, dando el protagonismo al lenguaje corporal, a los gruñidos de los hombres-lobos, que se lucran de pobres muchachas engañadas en su lugar de origen y para las que empieza un infierno en vida que las llevará a la muerte. Una realidad sobre la prostitución organizada del siglo XXI, que vive entre nosotros y que nadie parece querer arreglar porque, es un gran negocio. ¿La dignidad de ellas? Como si tuviese algún valor, nos dice Tierra Amarela. Un todo redondo. No se comprende cómo este corto no fue premiado.
‘Un buen sitio para morir’. Juanjo Moya. Ficción. Se relata la vida de la gente de un pequeño pueblo costero, con una estética y diálogos que recuerdan el efecto del cómic negro. Un fatídico crimen pone de manifiesto las bajas pasiones de las gentes que, aparentemente, se sorprenden de cara a la galería de la tragedia ajena, mientras brindan su ayuda, pero que guardan en su podrida alma móviles inconfesables.
En definitiva, una noche de Cine Almeriense en Corto fantástica. El próximo martes 22 hay otra sesión parecida, no se la pierdan, merece la pena.
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