Más allá de Puerta de Purchena, la Rambla y el Paseo, en el casco antiguo, late una Almería de plazas con encanto que o bien son poco conocidas o bien tienen algún elemento para dejar volar la imaginación.
Plaza del Milenio
A los pies de la Alcazaba, al abrigo de varias casas y árboles, se esconde una de ellas. Se trata de la plaza del Milenio de Almería -antigua plaza de Trafalgar- que tiene como signo más distintivo una estatua del rey Jairán que no ha pasado inadvertida a ojos de los vándalos. No es el rincón más bonito de la ciudad, pero sí un gran desconocido y solo por eso merece la pena incluirlo en este ranking.
Plaza Campoamor
Bajando por las calles Almanzor y La Reina se llega a la plaza Campoamor, cuya excesiva amplitud se compensa con los alegres colores de las construcciones y la vegetación que la rodean. En el centro, el bajorrelieve de San Valentín firmado por el indaliano Jesús de Perceval y rodeado por una valla de la que cuelgan candados de enamorados siguiendo una fiebre extendida por Europa por los libros del escritor italiano Federico Moccia.
Plaza Careaga
Para alcanzar la tercera parada de este recorrido es preciso callejear por el casco antiguo hasta poner un pie en plaza Careaga. Pendiente de una remodelación cuyo inicio está previsto para las próximas semanas, es recomendable visitarla cuando caiga la noche. Ese es el momento en el que la gran bola que la preside se ilumina y los haces de luz crean efectos ópticos en todas las direcciones.
Plaza Flores
En lugar de seguir internándonos en la encrucijada de calles del casco viejo, cambiamos de dirección con rumbo a la plaza Flores, donde nos espera tocando la guitarra un ilustre: John Lennon, quien después de vivir un auténtico viacrucis por distintos puntos de la ciudad encontró aquí su ubicación definitiva. Su escultura pone la guinda a un espacio vivo, lugar de paso y punto de encuentro donde tampoco falta el verde.
Plaza Bendicho
Y ahora no, no nos vamos a buscar grandes avenidas y espacios abiertos, sino que volvemos sobre nuestros pasos hasta la plaza Bendicho. A la sombra de la majestuosa Catedral, la vegetación crea un efecto alfombra en un recodo que se rinde a los pies del busto dedicado a una maestra y poeta llamada Celia Viñas.
Plaza del Maestro Rodríguez Espinosa
Este paseo llega a su fin, y nada mejor que acabar en alto en la plaza del Maestro Rodríguez Espinosa. Docente de uno de los escritores más grandes que ha dado la lengua castellana, Federico García Lorca, él mismo habitó allí un tiempo siendo niño. Uno lo imagina sentado en la escalinata, jugando entre sus bancos y mirando a las copas de los árboles mientras en su mente comienzan a brotar las ideas que el día de mañana darán forma a obras de teatro y poemas que harán suspirar a miles de lectores.
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