Sensato, amable y natural como la vida misma. Artista con alma y piel de poeta. Así lo demuestran sus letras. Así lo refleja él. Para que nunca se duerman los sentidos. El barcelonés concedió esta entrevista en los instantes previos al inicio del acústico con el que colgó el cartel de ‘no hay billetes’ en el Teatro Auditorio de Roquetas de Mar
¿Cómo se siente al volver a tocar su música en Roquetas?
Alguna gira ya la hemos empezado aquí, ya he venido en otras ocasiones y siempre tengo un buen recuerdo porque en todas las ocasiones se me ha tratado de maravilla. Se nos trata muy bien aquí, a los músicos, a los artistas. Este lugar es estupendo para hacer conciertos con lo cual es una alegría, tanto por el trato recibido como por la alta expectación. Cuando van faltando pocos días,0 voy preguntando cómo va y la respuesta siempre es positiva. Me cuentan que se han vendido todas las entradas. Esto ayuda.
Aquí tiene fans que lo quieren mucho y que siguen su carrera artística desde siempre. Público de todas las edades: padres, madres e hijos que han heredado el buen gusto musical. ¿Cómo recibe a estas personas?
Intento hacer siempre un concierto a la altura, de lo que se espera, hacer un concierto generoso. Nunca tengo prisa en el escenario. Cuando salgo al escenario, veo a la gente contenta y si todo va bien y el concierto fluye. Si hay alegría y la gente lo está pasando bien, yo tiro hacia delante. Mi sorpresa es dar todo lo que se pueda para que todos pasen una buena noche.
¿Nos adelanta algo sobre su nuevo disco? Se espera para el próximo año 2020.
No se puede porque eso no trae buena suerte. Se empieza a trabajar y poco a poco se va viendo por qué camino vamos a tirar, qué derrotero vamos a tomar. Se procura trabajar mucho para tener dónde elegir, escoger lo mejor.
No le gustan las redes sociales y le da vacaciones a su móvil de forma frecuente. ¿Qué consejo le daría a cualquiera que no pueda vivir sin estar pegado a la red?
No soy anti nada, soy pro vida mía, natural y tranquila, dentro de lo posible. No pretendo indicar el camino a nadie ni pretender que algo esté bien o mal. Todo es relativo y evidentemente cualquier cosa, si se abusa de ella, puedes caer en una enfermedad. Hasta el amor lo es, incluso la tortilla de patatas. Si abusas puedes acabar en el hospital. (Risas). Con las redes imagino que pasará lo mismo. Yo no tengo ese interés, lo digo con todo el respeto hacia quien sí las utiliza, me parece genial: si una persona es feliz, no hace daño a nadie y lo hace de forma razonada, mientras no se convierta en una patología, perfecto.
Yo tiendo más a otro tipo de cosas que me gustan para llenar mi tiempo. La lectura, la pintura, pasear, encontrarme con amigos. No me veo capaz de tener 5.000 amigos en una red social. Prefiero tener a cinco y conocerlos. Tomar una cerveza con ellos, hablar, irnos a comer, hacernos un pequeño viaje, hacer unas migas en el pueblo. Soy más de ese estilo. Insisto y respeto, por supuesto, a quien lo haga, no pretendo ser pedante. Prefiero leer a esos escritores clásicos, a esos sabios, a esos escritores de páginas inmortales, ‘los páginas de oro’ en el mundo de la literatura, filosofía y poesía. Con todos mis respetos, mi tiempo es oro y prefiero invertirlo en leer a Benito Pérez Galdós o Balzac. Cada uno ha de buscar su camino y a mí me puedes decir hay siete caminos, pero yo te pediré que me dejes elegir, elegiré uno, o a lo mejor me invento otro que no me sugieres.
¿Cómo sería su mundo de ensueño?
Un mundo en el que viviésemos abrazados a la naturaleza y no de espaldas. Un mundo en el que todos los seres humanos y seres vivos tuvieran cabida. Un mundo idílico, utópico, donde hubiese justicia social, igualdad social, un reparto equitativo de las posibilidades y que nadie abusase de nadie. Un mundo maravilloso que no ha existido nunca ni existirá. Ese sería mi mundo idílico, donde todos fuésemos compañeros, hermanos de todos, ese mundo fraternal que las revoluciones han intentado proclamar y han fracasado estrepitosamente.
¿Y pediría algo más tangible?
Al menos un mundo, por pedir algo tangible, un mundo en el que pudiésemos cambiar el curso de los acontecimientos y esa concienciación que está habiendo entre la gente joven con lo de Greta Thunberg. Aunque realmente ya existan miles de personas, grupos ecologistas que luchan por parar el cambio climático. Pediría que los políticos y la gran macroeconomía se dieran con una puerta y vieran la luz. Vieran que hay que parar el cambio climático, que hay que modificar las energías que esta lucha puede crear nuevas vidas, nuevos hábitos y crearía nuevos trabajos. Empezar un mundo nuevo, sería maravilloso. Los hijos, los nietos, quien tenga, hay que pensar en ellos. No podemos ser egoístas y solo estar pensando en nuestro mezquino hoy. Hay que dejar un planeta que otros puedan habitar.
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