Es una de las caras más conocidas de la noche almeriense. Trabajó con el rey del electro latino, Juan Magán, y ha estado al frente de los platos de las salas más populares de la provincia. Como broche momentáneo a casi una década de trabajo en la música, fue una de las estrellas del Rozam Music Festival organizado por el propietario de la UD Almería, Turki Al-Sheikh. Miriam Amat (Vícar, 1992), ha decidido ahora hacer una pausa y tomarse su actividad artística con más calma, consciente de lo sacrificado de trabajar con un horario loco durante una década.
¿La noche acaba pasando factura?
Te cambia el sueño totalmente. Aunque ahora estoy viviendo una época más relajada en la que decido si voy a trabajar un sábado o no. Después de tanto tiempo, acaba cansando un poco; y también te causa un poco de ansiedad eso de estar delante de tanta gente y luego verte de pronto sola en tu casa. Es mucho contraste.
¿Cómo fue la experiencia del algo como el Rozam Music Festival?
Ya sabemos que, en Almería, cuando algo es gratis, llama a las masas. Yo he estado en festivales grandes, pero nunca en aquí y con un escenario tan grande y tan bien organizado como el Rozam. Era espectacular, se escuchaba en toda la ciudad.
¿Te has sentido alguna vez tratada de manera diferente como DJ por el hecho de ser mujer?
Como en Almería soy la única chica DJ, llama mucho la atención. Pero, al final, tu jefe te trata como una empleada más cuando llevas dos años trabajando. Es cierto que la gente al principio se sorprende, pero luego tú tienes que responder. Lo único que a ti te vale es que durante siete horas seas capaz de poner música y hacer un buen papel.
Es un arma de doble filo, entonces.
Puede jugar a tu favor, pero también en contra, porque en el mundillo son muy colegas y te puedes sentir desplazada. Pero, como te he dicho, también puede ser algo llamativo. La gente muchas veces se queda mirando a la cabina al ver a una chica, pero cuando la gente se da la vuelta, lo que escucha es la música.
Y tu carrera habla por sí misma.
Y en nueve años alguna vez me han dicho algún comentario, pero nada despectivo en realidad. Cuando durante tanto tiempo no hay parones y todos los meses vives de esto, dice algo.
¿Se puede jubilar uno siendo DJ?
No creo, pero sí trabajando en algo relacionado con el mundo. Sacar canciones, producir temas y vivir de los derechos. También montar tu propia discográfica. A mí, personalmente, me gustaría crear una empresa de eventos, pero hace falta un buen capital para eso (risas).
¿Te atrae más el aspecto creativo o el directo?
A mí, realmente, lo que me gusta es poner música delante de mucha gente. Estar en el escenario conectando e improvisando según cómo veas la pista. No me gusta estar encerrada, aunque hay días que te apetezca crear y experimentar. Lo mío es ver cómo la gente se lo pasa bien.
¿Y cómo lee uno al público entre la oscuridad, los focos y los láseres?
Yo creo que el DJ es un psicólogo de masas. Capta cuando hay miles de personas que están respondiendo a la música. Lo notas: la gente se te acerca más al escenario, levanta las manos, baila, grita...
¿Hay tanto de frívolo como se cree en la noche?
Yo creo que eso va con la persona. He encontrado a gente así, pero también a buenos compañeros y he hecho grandes amigos. Igual que con el tema de las drogas. Yo pienso que el que toma algo suele ser el que está de fiesta, uno no va a trabajar para gastárselo en vicios.
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