Se llamaba Antonio Yélamos Sevillano y es una de las víctimas almerienses que pasó por el campo de Mauthausen. Como tanto otros, fue marcado para siempre con un número de matrícula: el 3848.
Antonio nació en Tíjola (aparece como Bacares en otros documentos) un 4 de abril de 1915 en el seno de una familia muy comprometida con los ideales libertarios. Hijo de Francisco y María, pronto, con 15 años, escogió la profesión de gran parte de su familia: de minero. Su hermano Manuel fue quizás el más comprometido con la política durante la II República y la guerra, siendo uno de los impulsores del Comité Local de refugiados en Tíjola. Es aquí cuando tenemos las primeras noticias de Antonio, donde ayudaba a las familias que venían de Madrid a finales de 1936 y, sobre todo, a las malagueñas que habían llegado a Almería huyendo de las tropas franquistas, italianas y alemanas en la tristemente conocida “Desbandá”.
No tenemos más noticias sobre su actividad durante los primeros meses de la contienda, pero a buen seguro que marchó a la guerra, como tantos otros de su pueblo y su generación. Su hermano Manuel fue apresado por las tropas franquistas al terminar la guerra y condenado por el Tribunal Militar de Almería a la pena de 30 años de reclusión por un delito de Auxilio a la Rebelión. Antonio logró escapar hasta Francia junto a los miles de republicanos españoles que marcharon al exilio. Y como tanto otros, la vida de Antonio no haría más que empeorar nada más pisar suelo francés: fue desarmando y conducido hasta el campo de Le Boulu, cerca de los Pirineos, junto a personalidades como el histórico socialista Amaro del Rosal o el escritor Manuel Andújar. Allí permanecerá hasta comienzos de marzo, cuando es trasladado en tren hasta el campo de Bram, donde coincidirá con los también tijoleños Ramón Rodríguez de Torres, José Checa, Enrique León, Rafael Ramal o Emilio Trujillo. No permaneció mucho tiempo en Bram puesto que en junio de 1939 sale como enrolado en la 37 Compañía de Trabajadores Extranjeros. Estas compañías fueron el canal por el que miles de republicanos lograron salir de los infectos campos de concentración franceses y les permitió, a su vez, tomar los primeros contactos con sus familias. Gracias al periódico L`Humanité, que ponía al servicio de los refugiados sus páginas para encontrar a sus familias, Antonio pudo ponerse en contacto con su mujer y traerla hasta la localidad de Salèlles-d`Aude. Durante su estancia allí quedaría embarazada.
El estallido de la II Guerra Mundial en septiembre de 1939 cambiaría por completo la vida Antonio. Fue movilizado hasta la frontera con Bélgica para realizar tareas de mantenimiento de caminos y desbrozados para facilitar la defensa francesa. Como es sabido, la “guerra relámpago” nazi destrozó a las tropas francesas y en junio de 1940 claudicaban ante Hitler. La mayoría de los republicanos fueron devueltos a los campos de concentración del sur francés, pero otros fueron hechos prisioneros y llevados a los campos de prisioneros (stalags) en Alemania. Antonio Yélamos fue víctima, junto a 927 españoles, de uno de los episodios más sórdidos de nuestra historia reciente: cerca de un millar de españoles se encontraban en el campo de Les Alliers, en Angulema, la mayoría de ellas familias reunificadas. Es el famoso “convoy de Angulema”. El gobierno franquista se desentendió de ellos y no los reconocía como españoles. La decisión de las autoridades nazis fue la de llevarlos hasta Alemania, lo que supuso la primera deportación de civiles hacia tierras alemanas. De los 927, alrededor de 470 fueron encerrados en el campo de Mauthausen. El resto fueron devueltos finalmente a España, muchos de ellos, sobre todo las mujeres, sufriendo la represión del estado franquista. En Mauthausen nos encontramos a Antonio. Nada más pisar “el campo de los españoles” se le despojó de todas sus pertenencias, se le dio un pijama de rayas y le tatuaron el número 3848 en la muñeca. Dejaba de tener nombre y apellidos para pasar a ser un mero número. Allí coincidió con otros almerienses como Antonio Muñoz Zamora o Joaquín Masegosa. La historia de Mauthausen es de sobra conocida. A buen seguro que Antonio subió muchas veces aquellas escaleras terribles. Antonio sobrevivió y fue liberado el 5 de mayo de 1945.
Al salir puso reencontrarse con su mujer y son su hijo Antonio, que ya contaba con 4 años. Tres años más tarde tuvieron a Violette. Finalmente, en 1950, nuestro paisano decide marcharse junto a su familia a Bolivia, donde su memoria se pierde junto a otros exiliados españoles.
Ángel Alquézar Martínez, en su cuenta de Twitter, deja un pequeño rastro de nuestro paisano: “En el recuerdo la mirada y la sonrisa de Antonio Yélamos Sevillano, deportado sobreviviente de Mauthausen: nuestro querido "tío Antonio"”.
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