‘El recaíllo’ de Huércal de Almería: un libro recoge recetas de casi 80 vecinos

De las acelgas esparragadas de Paca la Carriconda a la tortilla de habas y cebolla de Manuela la de Ramón, un libro intenta de captar los olores y los sabores de la cocina tradicional de Huércal de Almería. Se trata de un recetario que reúne los trucos tras los fogones de casi ochenta vecinos que llevan toda una vida conquistando a los suyos a través del estómago. Su título es ‘El recaíllo’, una expresión de la zona que se usa para referirse a los ingredientes cuando están listos para echar a la olla.

La idea bebe de la sabiduría popular de sus participantes, entre los que hay hasta una centenaria: Francisca Ferrer, quien colabora con sus jaleos (receta a base de alubias y garbanzos secos). De hecho, en la obra figura como la chacha Paca, ya que esta refleja los apodos de los ‘cocinillas’ aparte de ser fiel a sus expresiones (de ahí la importancia de haber incluido un glosario con términos como ‘espurrear’, salpicar, y ‘jaruilla’, haba tierna fresca).

“El proyecto surgió porque yo tenía interés en hacer algo sobre cocina en Huércal donde los propios vecinos -sus mayores- fueran los protagonistas; no había nada publicado en este sentido. Para hacerlo más personalizado y no limitarnos a recoger recetas y punto, visité ‘in situ’ a cada uno de cara a que me contaran de viva voz sus secretos”, explica Rosa Díaz, de Queidea, autora de la idea que también se ha encargado de la recogida de testimonios, la adaptación de textos y las fotografías.

‘El recaíllo. La cocina de Huércal de Almería’, que va acompañado de un DVD con la elaboración de los platos, es una iniciativa del Ayuntamiento huercaleño que tiene fines solidarios: su recaudación va destinada a la Asociación Párkinson Almería, que ha recibido 400 ejemplares. Cuesta 10 euros y está a la venta en comercios de la localidad y en la Biblioteca Municipal.

En el anecdotario del libro queda el orgullo de los ‘chefs’ y su hospitalidad traducida en ‘tuppers’ de comida. También las reuniones improvisadas para preparar y degustar, por ejemplo, las migas de pan de Juan Rueda y las confidencias contadas a fuego lento al calor de una elaboración. “Les ha servido de terapia y para darse importancia”, asegura Rosa.

La intención, según cuenta, ha sido trasladar al papel la sabiduría popular de la zona, rescatar negro sobre blanco las recetas, teniendo en cuenta que algunas de ellas están a punto de perderse. Un libro para “saborear recuerdos culinarios transmitidos de generación en generación”.