Elvira Carcedo
13:21 • 03 nov. 2011
David Bisbal ha inaugurado el mes de noviembre en el Teatro Real de Madrid con un acontecimiento musical que ha servido al almeriense para celebrar sus diez años de carrera en solitario. En esta última década se ha convertido en el artista español más internacional y tras innumerables éxitos ha vuelto a sorprender al público. Ha presentado en uno de los templos de la música su nuevo proyecto acústico después de una gira triunfal por España y Latinoamérica.
En este lugar maravilloso, el intérprete ha grabado este concierto inolvidable que saldrá a la venta en formato CD y DVD en las próximas navidades. La puesta en escena fue impactante y seductora. Estuvo arropado por una sección de cuerda de ocho músicos, guitarras acústicas y españolas, un piano de cola, contrabajo e instrumentos de percusión y de viento. Este formato acústico entraña una mayor dificultad para el cantante ya que la voz se muestra más desnuda, pero como dice David “más natural y minimalista”.
Según reconocía el almeriense en la prueba de sonido, “el concierto en el Teatro Real es un día muy importante, se siente más presión de lo habitual porque se registra”. Sin embargo, los nervios no se dejaron ver en el escenario. Sí se apreciaba la responsabilidad de la cita y la profesionalidad del artista, que se sintió muy cómodo durante todo el recital.
La ausencia de artificios y la naturalidad con la que se ofrece la voz en este formato hacen que destaque la virtuosidad del cantante almeriense: perfecto en afinación, registros y sentimiento, emocionando incluso a aquellos que se encontraban en las butacas más alejadas del escenario.
Despidió la prueba de sonido con esta palabras: “Como dice Raphael ojalá que sea mi gran noche”. Y así sucedió. Como siempre hace David, en cualquier parte del mundo que esté, inició su concierto con la canción Almería, tierra noble, del maestro Ruiz de Padilla, recientemente fallecido. La interpretación del que puede considerarse “su himno” fue el presagio de lo que vendría después, una noche llena de sentimiento, expresividad y derroche de voz.
Un sueño hecho realidad
Saludó al público con un: “Buenas noches Madrid, buenas noches al Teatro Real. Es un sueño estar aquí y quiero agradecer que me hayan abierto las puertas de esta catedral de la música. Gracias por venir”. Y seguidamente presentó al público expectante como transcurriría la velada. “Esta noche voy a presentar un David al que no están tan acostumbrados pero que ojalá les guste igual que el de siempre. Haremos un viaje a través del tiempo y del amor, y pararemos en aquellas estaciones donde están las mejores obras que se han escrito estos últimos 60 años, dándole un homenaje a la cultura latina. También vamos a parar en canciones de mi repertorio que me han acompañado durante estos maravillosos diez años”.
Continuó con Amar es lo que quiero y con El Ruido acompañado a la mandolina por su director musical, David Palau y al órgano por el arreglista Albert Amargós. Una de las canciones más emotivas fue Te quiero dijiste de la mexicana María Grever, que es una de las favoritas del artista. Le siguieron Lloraré las penas, Esta ausencia y Me derrumbo.
En la parada de los años 60 esperaba Alberto Cortez, al que David considera un ejemplo de lo que tiene que ser todo compositor. “Ojalá algún día Dios me toque con la varita mágica y me haga componer canciones tan hermosas como las de este señor” y tras este deseo expresado en voz alta cantó En un rincón del alma para seguir con Como la primera vez.
La estación del presente fue para dos canciones que mostró por primera vez. Una de ellas es de un compositor novel, Miguel Linde titulada Doy la vida, y otra de un músico español ya consagrado, su amigo y compadre Alejandro Sanz, titulada Sombra y luz. Ambas encantaron al público asistente que estalló con la tanda de canciones que vendría a continuación, más movidas y de ritmos más latinos: Cómo olvidar, Besos de su boca y una versión swing de Ave María.
Volvió la faceta más íntima con Adoro de Armando Manzane
En este lugar maravilloso, el intérprete ha grabado este concierto inolvidable que saldrá a la venta en formato CD y DVD en las próximas navidades. La puesta en escena fue impactante y seductora. Estuvo arropado por una sección de cuerda de ocho músicos, guitarras acústicas y españolas, un piano de cola, contrabajo e instrumentos de percusión y de viento. Este formato acústico entraña una mayor dificultad para el cantante ya que la voz se muestra más desnuda, pero como dice David “más natural y minimalista”.
Según reconocía el almeriense en la prueba de sonido, “el concierto en el Teatro Real es un día muy importante, se siente más presión de lo habitual porque se registra”. Sin embargo, los nervios no se dejaron ver en el escenario. Sí se apreciaba la responsabilidad de la cita y la profesionalidad del artista, que se sintió muy cómodo durante todo el recital.
La ausencia de artificios y la naturalidad con la que se ofrece la voz en este formato hacen que destaque la virtuosidad del cantante almeriense: perfecto en afinación, registros y sentimiento, emocionando incluso a aquellos que se encontraban en las butacas más alejadas del escenario.
Despidió la prueba de sonido con esta palabras: “Como dice Raphael ojalá que sea mi gran noche”. Y así sucedió. Como siempre hace David, en cualquier parte del mundo que esté, inició su concierto con la canción Almería, tierra noble, del maestro Ruiz de Padilla, recientemente fallecido. La interpretación del que puede considerarse “su himno” fue el presagio de lo que vendría después, una noche llena de sentimiento, expresividad y derroche de voz.
Un sueño hecho realidad
Saludó al público con un: “Buenas noches Madrid, buenas noches al Teatro Real. Es un sueño estar aquí y quiero agradecer que me hayan abierto las puertas de esta catedral de la música. Gracias por venir”. Y seguidamente presentó al público expectante como transcurriría la velada. “Esta noche voy a presentar un David al que no están tan acostumbrados pero que ojalá les guste igual que el de siempre. Haremos un viaje a través del tiempo y del amor, y pararemos en aquellas estaciones donde están las mejores obras que se han escrito estos últimos 60 años, dándole un homenaje a la cultura latina. También vamos a parar en canciones de mi repertorio que me han acompañado durante estos maravillosos diez años”.
Continuó con Amar es lo que quiero y con El Ruido acompañado a la mandolina por su director musical, David Palau y al órgano por el arreglista Albert Amargós. Una de las canciones más emotivas fue Te quiero dijiste de la mexicana María Grever, que es una de las favoritas del artista. Le siguieron Lloraré las penas, Esta ausencia y Me derrumbo.
En la parada de los años 60 esperaba Alberto Cortez, al que David considera un ejemplo de lo que tiene que ser todo compositor. “Ojalá algún día Dios me toque con la varita mágica y me haga componer canciones tan hermosas como las de este señor” y tras este deseo expresado en voz alta cantó En un rincón del alma para seguir con Como la primera vez.
La estación del presente fue para dos canciones que mostró por primera vez. Una de ellas es de un compositor novel, Miguel Linde titulada Doy la vida, y otra de un músico español ya consagrado, su amigo y compadre Alejandro Sanz, titulada Sombra y luz. Ambas encantaron al público asistente que estalló con la tanda de canciones que vendría a continuación, más movidas y de ritmos más latinos: Cómo olvidar, Besos de su boca y una versión swing de Ave María.
Volvió la faceta más íntima con Adoro de Armando Manzane
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