“La filosofía no había estado tan en boga en Almería desde Nicolás Salmerón”

Entrevista con Manuel Álvarez, miembro de la asociación ‘Filosofía en la calle’

Manuel Álvarez, del colectivo Filosofía en la calle.
Manuel Álvarez, del colectivo Filosofía en la calle. La Voz
Luis F. Bonilla
07:00 • 22 feb. 2020

Uno de los grandes dramas silenciosos de nuestra sociedad es la progresiva pérdida de interés en las humanidades. El estudio del hombre ha ido decayendo en medios y espacio, generando, poco a poco, el caldo de cultivo para un futuro sin pensamiento crítico. Para algunos es el momento de sacar la filosofía de las aulas y ponerla a prueba sobre el terreno.



Hace algo menos de cinco años se creó en Almería la asociación ‘Filosofía en la calle’. El nombre no puede dejar más claras las intenciones de sus miembros: sacar ese saber de saberes de las aulas y llevarlo a un plano práctico y tangible. Manuel Álvarez (Reus, 1980) es socio activo y uno de los directores del programa de radio ‘Talentos’, que realizan desde el colectivo.



En vuestra web mencionáis la “filosofía anquilosada”. ¿Cuál es esta?



Es muy importante señalar que nosotros no estamos en contra del academicismo. Es más, es crucial. Lo que echamos en falta es que todo eso que se estudia tenga un reflejo luego en las cuestiones sociales y prácticas. Se trata de que deje de verse simplemente como un estudio concienzudo y que no se quede solo en la teoría, que se haga una reflexión práctica. Esto ya existe: la bioética que encontramos en los hospitales, por ejemplo, es una aplicación práctica de la filosofía.



¿Y por qué se enseña a los jóvenes la vertiente teórica y no la práctica, si es tan importante?



Yo creo que el problema no está en la educación filosófica que se da. Que se desconecte de la realidad no está en el nivel formativo, sino en la sociedad. Hemos construido una sociedad demasiado mercantilista. Esto ocurre con todas las humanidades, que se están dejando arrinconadas porque no se busca formar una sociedad en el pensamiento crítico, sino crear personas como herramientas en la cadena de producción. ¿Qué se estudia? Lo que tiene salidas. ¿Qué tiene salidas? Lo que da dinero.



Ahí vendrá la pregunta tan manida y recurrente. ¿Pero esto para qué sirve?



Es una que se ha hecho muchísimo. Ahora más, sobre todo si añadimos el problema de que es una carrera que no tiene muchas salidas. Yo creo que la filosofía debería de recuperar esa posición que tenía antiguamente como madre de todas las ciencias. La particularidad de la filosofía no es tanto el campo que estudia sino el modo de abordarlo.


Como una base para el resto de saberes.

Muchos se pregunta para qué queremos una filosofía que estudia al hombre si el hombre ya se estudia desde otros saberes más parcelados como la sociología, la psicología o la biología. La filosofía siempre ha hecho de suelo, de sustrato para todas esas ciencias. Es un saber radical en el sentido etimológico de la palabra: siempre va a la raíz. La filosofía no da respuestas, sino que plantea nuevas preguntas. Puedes ser un perfecto conocedor de la ingeniería mecánica, pero si no sabes qué significa eso con respecto a nuestro modo de estar en el mundo, no tiene mucho sentido más allá del económico.


¿Llevar la filosofía a la calle dará respuestas a las preguntas de nuestro tiempo?

Nosotros, más que respuestas, queremos crear el espacio donde salgan a juego esas preguntas y en el que cada uno pueda reflexionar. De lo que se trata es de crear los mecanismos para que cada uno pueda ser autónomo; recuperar la autonomía de cada uno y poder sacar tus propias conclusiones. No dar respuestas, sino nuevos interrogantes y formas de abordarlos.


¿Cómo se consigue llevar algo tan anclado en el academicismo a la gente?

La filosofía ya estuvo en la calle desde sus orígenes. Para recuperar eso hay que inocularlo en el espíritu cultural de una ciudad. Nos comentaba un oyente, durante un programa de radio que grabamos en La Oficina, que hemos provocado una reacción en Almería. Hacía mucho tiempo que la filosofía no estaba en boga. Desde Nicolás Salmerón, diría yo, que no ha estaba tan patente. Esa reacción es, precisamente, la que queremos.


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