Para la presentación a la editorial del libro ‘Todo va bien’ escribí este texto:
“He fotografiado espacios vacíos y parajes inhóspitos, paisajes de hierro y sombras sin dueño, olvidos presentes y recuerdos pasados. También he retratado objetos abandonados e inservibles, ventanas y puertas tapiadas, vestigios de un tiempo congelado de tanto correr, el de la soledad humana compartida en una pantalla. Son imágenes con cierta carga irónica, sin presencia humana, aunque sus huellas están ahí, como pruebas extrañas del devenir cotidian”.
Nunca llegué a pensar que esas imágenes, realizadas con intención simbólica o metafórica, según el caso, un día pudieran llegar a convertirse en fotografías con un carácter casi documental. He de reconocer que me ha llegado a inquietar un poco ese sentido casi premonitorio que está presente en buena parte del libro.
Me vienen a la memoria esa palabras de Llorenç Raich, en su libro ‘Fotografía y motivo poético’, en referencia al trabajo ‘La ventana de mi taller’ de Josef Sudek: “Y fue en la soledad de esos espacios donde la belleza se refugió de la historia colectiva y social para conservar su historia individual e íntima”.
Carlos de Paz es fotógrafo.
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