Héroes invisibles de los pueblos

Los pueblos de Almería no viven de espaldas a la crisis sanitaria del Covid-19. Si bien en un principio las medidas que se desprenden del estado de alarma pillaron a sus habitantes un poco con el pie cambiado y sin saber a qué venía tanto revuelo (en ese momento apenas se registraban casos en el interior de la provincia), lo cierto es que con el paso de los días siguen las recomendaciones y dan auténticas lecciones de solidaridad conscientes también de que son un blanco fácil: la llegada del coronavirus causaría estragos entre su población envejecida. De ahí la importancia de que hayan entendido la decisión de sus hijos y nietos a la hora de no refugiarse en sus casas.

En los últimos días, estamos asistiendo a ejemplos de vecinos que no han titubeado ahora que toca de arrimar el hombro. Es el caso de Alfredo Venteo, un habitante de Senés que, a sus 80 años, ha puesto su tractor y cuba sulfatadora a disposición del Ayuntamiento, que ya la está empleando en desinfecciones periódicas y preventivas de las zonas públicas.

Desde su cortijo, el hombre vive con preocupación esta grave crisis y quiere enviar “su artillería” a combatir a “ese enemigo invisible”, como él dice.

Mascarillas para todos
A 50 kilómetros de allí, en Terque, un grupo de vecinos da lo mejor de sí en estos momentos difíciles. Resulta que han confeccionado y repartido más de 200 mascarillas entre los habitantes del pueblo, lo que ha generado un gran aplauso virtual y el agradecimiento a través de las redes sociales de los Museos de Terque “a Presenta, Carmela y Rosa Solbas, a Enriqueta García, a Encarna y a sus hijos Guillermo y Antonio, a Lola y Trini Cantón, a su marido Joaquín y al alcalde, José Nicolás Ayala”. Ya habrá tiempo para entrecharse la mano y darse besos y abrazos cuando todo pase.

Precisamente Alejandro Buendía, alma máter de los Museos de Terque, ha agudizado el ingenio y no ha cejado en su empeño de seguir llevando el patrimonio etnográfico que estos contienen a quienes están confinados en casa. A través de los perfiles en redes y también de WhatsApp, lo mismo lee emotivas cartas del Museo de Escritura Popular fechadas en tiempos aún más complejos que este, por ejemplo la posguerra española, que recupera programas de fiestas populares de antaño para que comprobemos cómo hemos cambiado.

Por si fuera poco, Buendía comparte fotografías antiguas, la mayoría de carácter inédito, lo que permite a la gente identificar a sus antepasados y viajar en el tiempo.

Son solo algunos ejemplos de cómo viven en nuestros pueblos esta situación excepcional gracias a personas que, a base de muchos golpes y de vivir otros episodios turbulentos, han aprendido a salir adelante poniendo al mal tiempo, buena cara.