- ¡Abuelita, abuelita! ¡Cuéntame la historia de los Indalianos!
- ¡Otra vez, Luisito! ¡Si te la sabes de memoria!
- Bueno, está bien tras la merienda, nos vamos de paseo y te la voy contando. Hace mucho tiempo, en 1946, Almería era una capital muy tranquila, realmente habría que decir una ciudad gris, muy pobre y olvidada por todos. En ese triste horizonte, un grupo de pintores jóvenes encabezados por Jesús de Perceval luchaba con todas sus fuerzas para salir de la monotonía y del oscurantismo, utilizando la luz y el color como principal argumento. Adoptaron un amuleto a partir de los trazos de una pintura rupestre de la Cueva de los Letreros de Veléz Blanco y le dieron el significado de que así alejarían a los tuertos de espíritu, a los que no ven más allá de su propia realidad.
- ¡Así nació el Indalo! ¡Y hoy está en todas partes!
- ¡Muy bien Luisito! Así que tenemos unos jóvenes artistas y el maestro Perceval, pero les faltaba la chispa que uniera todo para transformarla en la gran oportunidad, y les llegó de la mano de una mínima necesidad de apertura artística en la dictadura de la España de mitad de siglo, dando como resultado la creación de un grupo de pintores respaldados por las autoridades e instituciones: había nacido el Movimiento Indaliano.
- ¿Y qué tenían de especial sus pinturas? ¿Por qué se fijaron en ellos?
- Muy buena pregunta Luisito. Lo que les caracterizó fue principalmente la luz brillante del sol almeriense, el paisaje inédito de nuestras montañas desnudas y la caótica pero deslumbrante belleza de las casas del barrio de pescadores de la Chanca.
- ¡Ya hemos llegado! ¡Qué chulo! ¡Qué casa tan bonita!
- Este es el “Museo Doña Pakyta”. Ven, vamos a subir a la primera planta que es donde están los cuadros de "los indalianos”. Aquí podremos ver algunas de sus principales pinturas, como esta panorámica del puerto con la Alcazaba de fondo, de Perceval o estos títeres en la calle de Capuleto o estos magníficos terraos de Cañadas.
- ¡Mira aquí hay un castillo!
- Es el castillo de Vélez Blanco, pintado por Miguel Rueda. Y ese otro cuadro es una vista de Mojácar de Cantón Checa, antes de que llegaran los turistas.
- ¡Un payaso! ¡Han pintado un payaso!
- No Luisito. Es un arlequín, y el pintor se llama López Díaz. Y nos queda un séptimo indaliano, Francisco Alcaraz, que tiene mucha de su obra ambientada en París. Pero hay otros muchos sitios de Almería donde encontramos más obras de indalianos, como La Fuente de los Peces del Parque, de Perceval, el mural de Unicaja de Cañadas, el monumento a Félix Rodríguez de la Fuente de López Díaz… los indalianos han dejado una profunda huella en nuestra ciudad…
- Muchas gracias abuelita. Ha estado chulísimo el paseo. Y lo más importante es saber que el Indalo, ha servido para unir a todos los almerienses.
* En ‘Desde mi ventana’, Amigos de la Alcazaba comparte un artículo sobre el patrimonio almeriense de lunes a jueves.
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