Dicen los matemáticos y otros visionarios que existen fenómenos del comportamiento humano que coinciden sorprendentemente con otros que han sido estudiados profusamente por la Física y que no tienen, en principio, nada que ver con la vida ni, mucho menos, con la especie humana. Dicen los matemáticos y otros poetas que una multitud de personas en movimiento y un fluido evolucionan de forma tan parecida que podrían aplicarse los mismos algoritmos para saber cómo y de qué manera acabarían.Dicen estas cosas los matemáticos sin caer en la cuenta de que suponen una invitación para los profanos a imaginar otras coincidencias desprovistas de rigor científico y del amparo del sentido común.
Nadie ha dicho nunca que una serie de imágenes generadas por el mismo fotógrafo en un entorno concreto pudieran comportarse como una cadena de ADN. Como si fuesen su genoma.
Desde un punto de vista salpicado de complicidad y confinamiento, el genoma de la especie humana no es otra cosa que una sucesión de amores imposibles, de fotos, de iconos, de recuerdos. De juguetes que llegaron tarde, de héroes de leyenda provisional, de compañeros malditos y de fantasmas de plexiglás para las noches de tormenta.
Si a esta especie de teoría indefendible donde las haya se le suma el concepto de recombinación, la cosa promete. Según los biólogos, por recombinación se entiende el fenómeno que tiene lugar cuando, en la descendencia, aparece una combinación genética que no se encontraba en los progenitores. En el progenitor único, en este caso.
¿Qué podría pasar? ¿Quién sería el individuo resultante de la recombinación de la serie ‘Amores imposibles’?
Una sucesión de fotos como esta podría considerarse también como un espejo caleidoscópico y entonces habría que echar mano de la Geometría para inventar un teorema increíble sobre la simetrías inversas y la homotecia de los estados anímicos. Pero, ya está bien.
Parece suficiente con la oportunidad de contemplar la serie como una manera de representar gráficamente el genoma del artista sometida a la variable Tiempo y capaz de servir al autor como un ejercicio de autopercepción.
Por cierto, ¿cabe plantearse que la historia de un individuo pudiera codificarse como algo parecido a la serie ‘Amores imposibles’? Esa pregunta queda en el aire para la próxima serie.
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