Costacabana se convierte en residencia de artistas

Hay creadores hechos de una pasta especial que no se dejan amedrentar ni cuando soplan los aires difíciles. Estela García, directora artística del colectivo multidisciplinar Interestelab, representa un buen ejemplo de cómo la persistencia y la fe en un proyecto pueden hacer que fluya la cultura en el lugar más insospechado. Desde hace un año, ha convertido Costacabana en escenario de una residencia para artistas que ya ha dejado su impronta de luz, mar y tranquilidad en distintos proyectos.

El primer proyecto que se ha desarrollado allí ha sido, cómo no, Interestelab. Durante doce meses se han reunido de forma regular para trabajar diferentes conceptos con creadores como Pablo Gómez, David Touboul, Karen Lugo, Alfonso Aroca, Gabriel Fletcher, Nagore Adrados, Gonzalo Moyano, Iban Padilla, Ale Martín y Matías López. Estos encuentros dieron lugar al espectáculo ‘Mapas de vuelo’, que se llevó a cabo en el Teatro Apolo.

También han pasado por allí Alfonso Aroca, pianista flamenco que ha compuesto parte de su nuevo disco, y Lulú Hoffman, una artista plástica procedente de Alemania que estuvo tres meses trabajando sobre la fotografía en blanco y negro, lo que le valió créditos en las prácticas para una de sus asignaturas de Comunicación y Fotoperiodismo.

Pero, ¿por qué Costacabana? “Mi casa está ahí, frente al mar, es donde está mi laboratorio y mi estudio. Es un lugar idóneo para la tranquilidad, para desarrollar proyectos en los que se trabaja con la luz como la fotografía y la pintura”, dice a LA VOZ Estela García.

La idea de crear este espacio surgió por la necesidad de tener un lugar para crear, compartir y desarrollar proyectos independientes donde confluyen varios artistas y disciplinas como la fotografía, el diseño sonoro, la danza contemporánea, la producción musical y el arte digital.

La atmósfera que se respira contribuye a la hora de crear. Es un lugar muy tranquilo, donde solo escuchas los pájaros y las olas del mar. Dispone asimismo de un laboratorio fotográfico analógico, una sala polivalente que se usa como estudio, espacio de trabajo y sala de exposiciones. “Se trabaja con horarios definidos previamente para poder disponer de los espacios de trabajo según las necesidades de cada uno”, indica.

El proyecto no ha sido creado con un sentido comercial, sin embargo, García cree que es una buena fórmula para desarrollar proyectos interdisciplinares, generar ideas nuevas junto a otros creadores y poder abrir la cultura de una manera más natural, sin pasar por las galerías ni los intermediarios, pudiendo llegar directamente al espectador generando la cercanía que el arte y la cultura deben de tener, deben de valer y servir para plantear, transformar, evocar o emocionar y eso se tiene que hacer de una forma directa.

También están en contacto con asociaciones culturales como La Guajira, donde sus residentes pueden hacer intercambio de idiomas y asistir a clases prácticas en torno al lenguaje del arte flamenco.