Hace 125 años, tras la puesta en servicio del tramo Almería- Guadix de la línea férrea Linares-Almería, tan largamente esperada por los almerienses, tuvo lugar la inauguración de nuestra preciosa estación de ferrocarril. El 25 de julio de 1895 comenzó a utilizarse para lo que había sido construida: la recepción y expedición de viajeros y mercancías.
El proyecto de la línea figura por primera vez en el Plan General de Ferrocarriles de 1869 pero tiene que esperar 14 años tras una multitud de vicisitudes y con el decidido apoyo de la Diputación de Almería, que sufragó los gastos del proyecto encargado al ingeniero José Trías Herráiz, hasta que el 18 de mayo de 1883 se hiciera cargo de la concesión del ferrocarril de Linares a Almería el Banco General de Madrid, como único ofertante, y la transfiere el 23 de julio a la Compañía de los Caminos de Hierro del Sur de España. (¡Qué nombre tan bonito!).
Presididos el Banco y la Compañía por Ivo Bosch Puig, banquero y empresario catalán, encargó la construcción de la línea a la empresa Fives Lille que no fue inaugurada en su totalidad hasta el 14 de marzo de 1899, treinta años después del primer proyecto, prácticamente lo que vamos a tardar en que llegue a Almería el Corredor Mediterráneo. El último escollo que quedaba por salvar fue el paso del arroyo Salado, entre las estaciones de Larva y Quesada (Jaén), resuelto con un imponente viaducto, ejecutada finalmente su construcción por la propia Compañía del Sur de España porque Fives Lille no se atrevió a hacerlo dada la gran envergadura de la obra.
Pero tras estas notas preliminares, vamos al objeto de nuestro artículo: la Estación de Ferrocarril de Almería. Fue proyectada como de tránsito, pero funcionó como de término o final de línea para los trenes de viajeros, siendo de paso sólo para el acceso de los convoyes hacia el Cable Inglés o el puerto. La obra de fábrica se terminó en 1893 pero sólo se utilizó a partir de la inauguración del tramo Almería-Guadix, el 25 de julio de 1895.
El edificio es un caleidoscopio de estilos arquitectónicos en armoniosa disposición que le dan una belleza singular. Esto es lo que pretendía la Compañía de los Caminos de Hierro del Sur de España: dar con su Estación una imagen de prestigio y modernidad, ser el orgullo de la empresa.
Construida a 8,28 metros sobre el nivel del mar para evitar posibles inundaciones de las boqueras y ramblas que la rodeaban. Todos los terrenos situados a ambos lados de la playa de vías hasta la Boquera de los Caballos estaban divididos en parcelas que utilizaban las compañías mineras y los comerciantes de minerales españoles o extranjeros como depósitos reguladores. Los graneles se trasladaban en carros al puerto donde se embarcaban mediante braceros. Sirvan de referencia los nombres de algunos de ellos: Minas de Beires, Hierros de Olula, Agustín Yza The Soria Mining o Petersen. Años después se construirían sobre estos espacios el embarcadero de Alquife, el de Bairds Mining y el “Toblerone” de la Compañía Andaluza de Minas.
Proyectada por el arquitecto próximo a la Escuela de Gustave Eiffel, Laurent Fargue, del que figura su nombre en un ladrillo situado en el lado derecho de la fachada del edificio, consta de un cuerpo central, claro ejemplo de la “arquitectura del hierro”, perfecta simbiosis de este material con el cristal, la cerámica policromada y adornos florales naturalistas que dan al conjunto un aire modernista. El rosetón central está presidido por un magnífico reloj fabricado por la firma Paul Garnier. El vestíbulo central está decorado con murales del artista Indaliano Luis Cañadas.
Adyacentes a la cristalera, los cuerpos laterales son un ejemplo de eclecticismo monumentalista en los que los materiales autóctonos (cerámica vidriada, ladrillo, piedra de cantería) completan el carácter historicista y neomudéjar de la obra.
En fin, un edificio de una belleza sorprendente y fuera de lo común, del que tenemos que estar orgullosos los almerienses, aunque en su 125 aniversario esté cubierto de andamios y lonas, además de la horrible mole que asoma tras su silueta y que afea su visión.
Después de su abandono al quedar inaugurada la estación intermodal y pasar casi 20 años cerrada, sólo visitada por las palomas, tras innumerables demandas de los almerienses lleva cerca de cuatro años en unas “obras de rehabilitación” que no terminan nunca y sin conocer el destino final de este emblemático edificio.
Para más INRI, el 1º de abril de 1985 ( BOJA 17 de abril) fue incoado expediente como BIC (Bien de Interés Cultural) por la Junta de Andalucía, sin que hasta la fecha, 35 años después se sepa qué fue de él. ¿Qué maleficio, conjuro, maldición o mano negra padecemos los almerienses con nuestro Patrimonio?
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