El CAF cierra el año con la visión comprometida de Simon Norfolk

El CAF cierra el año con la visión comprometida de Simon Norfolk

Guillermo Fuertes
01:00 • 14 dic. 2011
“Quiero recalcar un poco la razón, el por qué de esta exposición. Y es que el arte, la memoria, la historia, tienen que ir unidos. Estar en un centro de arte no significa para nada estar fuera de la realidad”, explicó Pablo Juliá, director del Centro Andaluz de la Fotografía. “Y aquí estamos muy pendientes de lo que la realidad nos va diciendo. Una exposición como esta nos complementa otras miradas que hemos mostrado aquí, como la de Morenatti, Rafael Trobat, Dalia Khamissy o la de Isabel Muñoz con las maras...”.

La sala superior del CAF acoge desde ayer la exposición ‘Genocidio, paisaje, memoria’, del británico Simon Norfolk, una reflexión sobre nuestro tiempo desde los paisajes geográficos y humanos que dejan las guerras cuando, más que pasar de largo, hacen un alto en este transcurso del tiempo que llamamos historia.

La muestra, que cierra el año en el CAF y permanecerá abierta hasta el 12 de febrero de 2012, está producida por el Museo de Arte Contemporáneo Gas Natural Fenosa, de modo que en la presentación acompañaban a Juliá la directora de esta institución, Carmen Fernández Rivera, y el comisario de la exposición, Xosé Garrido.

Construir una conciencia
Compuesta por una selección de 46 imágenes pertenecientes a seis series fotográficas, que forman parte de un proyecto más amplio llamado ‘Et in Arcadia ego’, la muestra plasma en imágenes los paisajes resultantes de la brutalidad y la barbarie de la actividad bélica.

Campos de batalla, ciudades arrasadas, desechos esparcidos de la guerra. Afganistán, Bagdad, Bosnia, Beirut e Israel-Palestina. Todo visto a través de un lente cuidadoso, que toma imágenes estáticas,, silenciosas. Imágenes con una genealogía y ejecución similar, y que generan un discurso de extraordinaria coherencia, en el que se delata la necesidad del artista de construir una conciencia que reflexione sobre los conceptos de historia y memoria.

El último tramo de la exposición está dedicado a los campos de refugiados, que Norfolk explora como si de auténticas ciudades, con todas sus infraestructuras, se trataran, pues son la consecuencia inmediata y directa del conflicto bélico de turno.

Una mirada a nuestro tiempo, a la condición humana, desde los vestigios de la verdadera actividad más antigua de nuestra especie: la guerra. Balazos en las paredes, casquillos tirados en la calle. La memoria de la locura en el paisaje.






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