Cansado de oír a sus alumnos quejarse de que leer es aburrido, Víctor Castillo (Almería, 1977) decidió escribir un libro, 'Noches de hoguera' (Círculo Rojo). Este maestro apasionado de la lectura lleva la vocación grabada a fuego hasta el punto de que reconoce que su mayor temor como docente es cruzarse con sus alumnos el día de mañana y que no les haya ido bien en la vida. Aunque ahora ejerce en el CEIP Antonio Devalque de Rioja, ha dejado huella también en el CEIP La Venta del Viso, el CEIP Diego Velázquez, el CEIP San Roque y el CEIP La Atalaya. Y no tiene pelos en la lengua al referirse a los estragos que está causando la pandemia en las aulas.
¿Cómo convencería a un adolescente para que se sentase junto a una hoguera a escuchar historias?
Le diría que escuchase durante unos minutos y si se aburre, es libre para irse. Pero estoy seguro de que no lo haría. Todo el mundo de pequeño ha escuchado historias que le han atrapado. Ya sea cuentos para dormir susurrados por unos padres, cuentos leídos por el maestro en la escuela, historias inventadas por hermanos mayores. Ese fue el inicio de muchos escritores y lectores de hoy en día. ¿A quién no le gustaría escuchar una buena historia de miedo alrededor de una hoguera?
¿Y cómo serían esas historias? Tenga en cuenta que lo tiene difícil, compite con TikTok, Instagram y Fortnite.
Lo tenemos muy complicado porque hay demasiadas distracciones muy atractivas para ellos. Estamos en clara desventaja. Por eso las historias tienen que ser interesantes, con un vocabulario sencillo y cercanas. Ellos tienen que meterse en las historias. Deben creer que podrían ser los protagonistas.
Se puso a escribir cansado de escuchar a sus alumnos decir que leer es aburrido. ¿Ha conseguido que cambien de opinión?
Sí. Los que han leído el libro me han comentado que les ha gustado mucho y que no podían dejar de leer. Eso para mí es una gran satisfacción porque ves que todo el trabajo y tiempo dedicado ha merecido la pena. Esos niños seguro que seguirán leyendo y el día de mañana estarán siempre acompañados de un libro.
¿Estamos fallando en algo como sociedad o es que hay demasiada competencia en el mundo de las pantallas?
Creo que estamos fallando a nivel educativo. No podemos pedir a los niños (sin ningún hábito lector) que lean clásicos como El Quijote o La Celestina y querer que les guste. El mundo ha evolucionado y la lectura debe hacerlo y adaptarse a los nuevos tiempos. Debemos crear lecturas sencillas que enganchen a los niños. Libros que les entretengan y les hagan sentir. Así entenderán que leer puede ser divertido. Cuando posean el hábito lector que lean los clásicos si quieren. Leer nunca debe ser una obligación. Tampoco debe ser rellenar una ficha con los datos. Debe ser disfrutar y hablar del libro.
Fantasmas, asesinos, guerras… Su libro habla sobre el miedo. ¿Cuál es su mayor temor como maestro?
Mi mayor temor es cruzarme el día de mañana con alumnos y alumnas y que me digan que la vida les ha ido mal. Que no han visto cumplidos sus sueños. Ese es el mayor dolor que puede tener un docente.
¿Existe un miedo real al covid en las aulas?
Claro que existe. Estamos trabajando muy duro sin estar realmente preparados para lo que nos ha venido. Trabajamos presencialmente y a través de plataformas digitales. Todo sin una preparación previa. Sobre la marcha nos hemos ido adaptando y evolucionando. Cumplimos con todas las normativas (ventilación, gel hidroalcohólico, distancia de seguridad, toma de temperatura...), pero aún así el miedo a contagiarnos o contagiar a nuestros alumnos y alumnas está a diario.
¿La comunidad educativa se ha sentido abandonada a su suerte durante esta pandemia?
Creo que sí. Entiendo que somos un pilar de la sociedad fundamental para que todo siga su curso, pero trabajar en estas condiciones es muy duro. Nosotros podemos soportar el frío y todas las adversidades. Pero ver a niños pequeños con mantas pasando frío es difícil de digerir. Llegas a dudar de si los políticos piensan realmente en todos. Porque los niños también son parte de la población. Y en ellos parece que no han pensado mucho.
¿Cómo es trabajar en un centro educativo en un pueblo pequeño como Rioja?
Trabajar en un pueblo es distinto a hacerlo en una ciudad. Son menos niños y eso hace que la enseñanza sea más directa. Hay un trato mucho más cercano tanto a nivel de niños como de familias. Y eso hace que los resultados sean muy buenos. Profesionalmente es muy satisfactorio porque me he encontrado con un grupo humano excepcional. Mis compañeros y compañeras son grandes profesionales con una vocación por la enseñanza sincera. Un ejemplo para todos los que están empezando. Y mis alumnos y alumnas tienen muchas ganas de aprender. Son niños muy cariñosos que se merecen todo. Sé que tendrán un gran futuro por delante. Yo voy a estar siempre ahí para lo que les haga falta.
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