Hace un año el mundo entró en pandemia a causa de un virus que cambió nuestra percepción de la realidad. Y como nos quedamos sin palabras para entender lo que estaba pasando recurrimos al cine. El corazón de las grandes ciudades, herido y desierto como en una de apocalipsis zombi. Los sanitarios pertrechados (si tenían suerte) con aquellos trajes blancos -EPI aprendimos que se llamaban- que se nos antojaban iguales a los de los científicos que irrumpían en casa de Elliot en busca de E.T. Los balcones hermanados en abrazos, eufóricos y sentidos, los que suenan en la pantalla cuando los científicos logran desviar el meteorito. Nuestros mayores obligados a un exilio forzoso en sus propias casas, semanas de claustrofobia digna de Polanski. Y ahora que hemos hecho de la rareza lo cotidiano, el cine (con permiso de la profética ‘Contagio’ de Soderbergh) comienza a contar historias que nos ayudan a comprender mejor aquellos –y aún hoy estos– días extraños.
Es lo que ha hecho David del Águila (Almería, 1973) en ‘Marcianos’, el corto con el que regresa a la dirección nueve años después de ‘Jacobo’ y que transcurre durante las primeras semanas del estado de alarma por el Covid-19. Pese a lo que su título quiere hacernos creer no aparecen seres de otros mundos. Al contrario: sus personajes, anónimos y terrenales, habitan en el nuestro, en tantas habitaciones de hospital en las que se ha llorado, sufrido y luchado en todo este tiempo. “El corto puede servir para que quien lo vea tenga una visión más humana del drama que diariamente están viviendo enfermos y sanitarios”, explica el cineasta acerca de una historia, también escrita por él, que muestra la relación entre una enfermera y un paciente con coronavirus durante una noche de guardia.
Para Del Águila, la dificultad de “mantenerse creativamente al margen” de todo lo que ha visto y escuchado sobre quienes sufren “en primera persona” la pandemia le ha hecho gritar ‘acción’ de nuevo. “He vuelto con muchísimas ganas. Oxidado en temas técnicos pero cómodo en lo que para mí es lo importante: el trabajo previo en la escritura de guion y preparación del rodaje. Si luego te juntas con profesionales para hacer realidad lo que has imaginado, normalmente –y este ha sido el caso– te hacen el trabajo más fácil”.
Un hospital por plató
‘Marcianos’ se rodó íntegramente en Almería al poco de comenzar el año, entre el 8 y el 10 de enero. La acción transcurre en localizaciones de Retamar-El Toyo y de Almería capital como el Hospital HLA Mediterráneo, que cedió “de manera absolutamente desinteresada” sus instalaciones, equipos y EPI a la producción.
En el cine de David del Águila, los lugares donde transcurren sus historias son tan importantes como los dramas de sus personajes: los espacios abiertos y naturales de Fondón, testigos del conflicto ético del soldado en ‘Jacobo’, el parque donde se encuentran los personajes de la emotiva ‘La llamada’ o los Refugios de la Guerra Civil, que exploraba con otros dos soldados en ‘Enemigos’. “Quizás esta sea la localización de las que comentas en la que más cómodo hemos trabajado. La colaboración del Hospital Mediterráneo ha sido impagable: nos dieron todo tipo de facilidades, materia y libertad para disponer durante dos días de sus instalaciones. Es cierto también que lo grabamos justo antes de empezar la tercera ola; después habría sido imposible por cuestiones obvias”.
La colaboración del centro sanitario va más allá, ya que sus profesionales han asesorado en aspectos médicos. De hecho, Javier García y Rocío Rubio, director médico y supervisora del hospital respectivamente, forman parte del equipo artístico. Un reparto que completan los almerienses Jesús Herrera y Antonio Gómiz aunque el protagonismo recae en la murciana Oti Manzano, quien ha aparecido en películas como ‘El niño’ de Daniel Monzón y ‘El doble mas quince’ de Mikel Rueda y en series como ‘Mar de plástico’, ‘La valla’, ‘El ministerio del tiempo’ y ‘Vamos Juan’. “Ha sido maravilloso volver a currar con Jesús Herrera [lo dirigió en ‘La llamada’ y ‘Desconocidos’] y he conocido a Antonio Gómiz, con quien me gustaría volver a coincidir. La única que no es de Almería es Oti Manzano, la protagonista, que está genial”, cuenta el director en una entrevista a LA VOZ.
El rodaje, además de devolver al audiovisual almeriense a una de sus figuras con más ascendencia, ha servido para que David del Águila se reúna con técnicos de la tierra. Un equipo reducido por las condiciones sanitarias en el que ha colaborado con habituales en sus producciones, además de contar con otro almeriense, Pablo Miralles, como director de fotografía. “A la mayoría los conozco de proyectos anteriores, y repetiré una y otra vez con ellos. Toda la pre-producción la sacamos adelante en dos semanas gracias a que todo el equipo técnico estaba en Almería. Es como más cómodo me siento”, expresa.
Y tú, ¿qué harías?
La incomunicación, o la dificultad para comunicarnos, para superar las diferencias, es otra de las constantes en su filmografía. “Aquí no está tan claro como en otros pero algo tiene que ver. Sí creo que tiene en común con otras historias anteriores mi obsesión por poner al espectador en el lugar del personaje y que se pregunte si él o ella habría hecho lo mismo”, reflexiona.
Porque eso es lo que hace Del Águila: sin obviedades, con sutilezas, con un enorme trabajo interpretativo de Oti Manzano –la enfermera– y Jesús Herrera –el paciente– que llega al espectador tanto por lo que muestran como por lo que el director deja fuera de campo. “En ‘Marcianos’ pongo a una persona en una situación de difícil resolución”, adelanta sin querer desvelar más de un cortometraje que acaba de estrenar tráiler.
Ahora comienza el periplo para buscar su lugar por festivales nacionales e internacionales. “Creo que es una historia que puede funcionar en cualquier parte del mundo. Por desgracia, lo que cuento lo están sufriendo prácticamente todos los países”.
Cómo hemos cambiado
En los nueve años que han pasado entre que David del Águila estrenó ‘Jacobo’ y su regreso a la dirección muchas cosas han cambiado, y no solo por la pandemia. Tampoco están los mismos que hace una década.
Es el caso del productor Kiko Medina, figura de referencia en el audiovisual almeriense y andaluz que fallecía, con solo 47 años, en octubre de 2020. Alguien a quien Del Águila vio crecer profesionalmente en 29 Letras, la productora que fundó junto a Alberto Gómez Uriol, y con quien trabajó en cortometrajes como ‘Enemigos’ o el mismo ‘Jacobo’. “De él me quedo con el ‘es posible desde aquí, o desde donde sea, hacer cosas como si estuviéramos en cualquier capital del mundo’. Y con su obsesión por profesionalizarlo todo, por hacer las cosas bien, por tenerlo todo bien atado legalmente. Ante cualquier producción, nunca debemos olvidar esta premisa, sea cual sea la magnitud del proyecto”, recuerda el director de ‘Marcianos’.
Acostumbrado a dejar huella en los recién llegados al gremio, Del Águila emprendió además en esta última década una aventura hostelera que logró, en muy poco tiempo, convertirse en un lugar cargado de personalidad. Hablamos del desaparecido Cyrano, un café bar con proyecciones y música en vivo en el centro de Almería. El local cerró sus puertas poco antes del comienzo de la pandemia aunque mantienen otro que abrieron en El Toyo.
“Lo llevo con paciencia, como no puede ser de otra manera”, señala acerca de cómo le está afectando esta crisis que golpea a todos y a todo, con la cultura y la hostelería como dos de los sectores más dañados y con un futuro más incierto. “En mi caso ha habido mucha suerte puesto que justo antes de la pandemia me desprendí de uno de los locales para tener más tiempo para escribir”. Augura que quedan malos meses pero “toca ser optimista”. Y desliza una reflexión convertida en deseo. “No creo que el ser humano mejore, pero sí que quizás aprenda algo de todo esto”.
En estos tiempos de cambio, tan convulsos, asistimos al estelar auge de las plataformas de ‘streaming’, un modelo que quizás hubiera necesitado de una década para asentarse completamente pero que el confinamiento ha acelerado, con el triste daño colateral del cierre –temporal, quizás en muchos casos total– de salas de cine. “Como espectador, no creo que hayamos vivido mejor época en volumen de producción y oferta”, apunta el cineasta, que se define como el “perfil perfecto” de espectador para estos tiempos: “No me gusta demasiado relacionarme con otros humanos y mi sofá es perfecto”, confiesa. Pero entonces se pone en otros zapatos. “De diferente modo, y con toda la razón, pensará el dueño de un cine, y muchos espectadores que no tienen salas en su ciudad para ver películas menos comerciales”.
¿Y cómo lo ve como creador? “Pues al haber estado tanto tiempo ‘out’, no tengo una respuesta clara. Hay más oferta y plataformas para producir y exhibir tus proyectos pero tendríamos que analizar como valoran esas plataformas disponer de tu obra. Tengo dudas”.
Las mismas dudas que siguen en su cabeza hoy cuando ‘Marcianos’, su quinto cortometraje de ficción, engrosa una filmografía a la que hay que sumar el documental sobre José Ángel Valente ‘El lugar del poeta’: ¿se lanzará a dirigir un largometraje? “Lo tengo en mente desde que tenía 21 años. Pero la pregunta es: ¿merece la pena?, ¿no estoy ya muy mayor para enfrentarme a tan magna experiencia? Si mañana me lo preguntas, te diré otra cosa”.
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